"Ven y gobernemos juntos. -"
Los siguientes capítulos de Consorte estarán ambientados en su totalidad en el pasado.
Disfruten.
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Aristóteles avanzaba a paso firme por los extensos pasillos del Ala central de palacio; donde las habitaciones de la primera familia se encontraban, por supuesto, también ahí residía el tesoro más grande que tenía. Su amado Omega; cada día que pasaba agradecía a la vida por haber encontrado a la persona que lo complementaba, como militar, había endurecido su corazón y su mente, dejando de lado sus sentimientos y solo satisfaciendo sus deseos.
Pero era imposible para él permanecer frío y distante frente a los hermosos encantos de su pequeño Temo; no solo era su exquisita belleza totalmente irreal, sino además su preciosa voz suave y cálida, su toque gentil que electrizaba su piel al mínimo roce y ese inconfundible aroma a flores, frutos y caramelo, con un ligero toque a petricor.
Justo cuando su mente reparo en ese aroma; su sentido del olfato lo capto a través de los pasillos, recordando que se dirigía hacía su habitación, Ari cabeceo hacia los lados para despejar su mente, tratando de reprimir los deseos más primitivos que lo invadían cada vez que pensaba en el cuerpo de su Omega.
Camino un poco más tranquilo; hasta una intersección, donde un grupo de guardias recorría los pasillos, los hombres se inclinaron de inmediato al verlo, mostrando un respeto exagerado que a él personalmente lo incomodaba, pero que aceptó solemnemente antes de hablar. - Buenas tardes, chicos; espero que sus rondas están siendo tranquilas, tengo algo que preguntarles, ¿me podrían ayudar? Pueden levantarse, no es necesario tanto protocolo frente a mí. - Dijo con voz firme pero cordial, logrando que los guardias levantaran la cabeza.
- ¿Que desea su Majestad? Haremos lo que sea que nos ordene, estamos para servirle. - Ari decidió ignorar el tono servil de los guardias, así como el hecho de que no se levantaron y mejor continuo. - ¿Saben de casualidad si Cuauhtémoc se encuentra en su habitación? Necesito hablar con él, pero sabiendo como es, no quiero buscar en un lugar donde no se encuentra y perder mi tiempo. - Los dos hombres uniformados se miraron entre ellos, para después asentir.
-Si su Majestad, su excelencia el Trono de las Almas se encuentra en su habitación; solicitó no ser molestado, hace poco ordenó una gran cantidad de libros, té y galletas, así que suponemos que está dedicado a sus estudios. ¿Desea saber algo más? -Ari esbozo una sonrisa al pensar en su Omega y negó con la cabeza.
-No, muchas gracias, pueden continuar, si alguien más pregunta por Cuauhtémoc o por mí, díganles que no saben y en ninguna circunstancia los guíen a su habitación por favor, que pasen buena tarde. - Sin esperar una respuesta de parte de los guardias, continuó su camino por el extenso pasillo que llevaba a la habitación privada de Temo, en este punto su exquisito aroma se intensificó, filtrándose espeso como la miel, por debajo de las pesadas puertas.
Un fogonazo salió de sus ojos; pues su Alfa, su mente y alma, se estremecían cada vez que estaba cerca de Temo, el deseo por poseerlo y fundirse con él era cada día más intenso, pero no venía aquí a hablar de eso o hacer algo al respecto. Respiro profundo, llenando sus pulmones de esa exquisita fragancia para acostumbrarse, para seguido abrir la puerta sin llamar antes, solo para toparse con una bella visión.
Temo estaba sentado cómodamente en una de las sillas de su habitación; frente a la amplia ventana que daba a los jardines, balanceando sus piecitos de atrás hacia adelante, pues estos no alcanzaban el suelo. Sus suaves rizos caían alborotados, mientras leía con atención el pesado libro entre sus manos, tanta era su abstracción, que no se percató de su presencia.
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Consorte.
ФанфикLas puertas de su despacho se abrieron de golpe; dejando ver enseguida, la figura cansada y angustiada de un mensajero del imperio. Francisco López D'von, dejo lo que estaba haciendo para poner atención, indudablemente eran malas noticias. - ¿Que pa...