Aparté las manos del forjado ardor,
el fuego surgía de la realidad; mis ojos
quedaban inefables al movimiento, las músicas sonreían y el agua quería correr, ceder a los pasos el sostenimiento de densas sombras, cómo los caballos blancos tronando rayos, con patas al furor de mi boca, desecha, insuficiente al hablar, flácida sin agarrar mi lengua del extremo.
Venía la tormenta, caían y chorreaban gotas
de lluvia en la tierra, y la acera desnuda con su suciedad despierta; abrazó las almas que recorrían los vientos: húmedas al compás de
las nubes cayendo.
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La Interpretación Cautiva. | Poemario. ©️ ✔
Poezja¿Interpretación y Poesía? Dos vertientes que se compaginan entre ellas hasta sus inmensidades, dos líneas que cruzan el pensamiento y sus inconscientes senderos. Cada una alimenta la cuenca de la inspiración desde puntos distintos, desde raíces que...