EL VIENTO DE AYER.

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Audaz era en mi estación desértica
con sed y hambre, padecía fatiga y ardor al
recordarme lo púrpura que estaban mis manos, mis ojos, a excepción de mi boca; ella permanecía incolora en el atardecer, sin tocar una nube con la veracidad de una tela sostenida, y en las noches corría cómo el agua en una piedra; desnudo y con venas blanquecinas, pude haberlo tocado y sentido intenso en mi madriguera, pero los pájaros habían volado y el, estaba muerto solamente muerto, pasado y en la soledad del no sentirlo.

La Interpretación Cautiva. | Poemario. ©️ ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora