7-Isla Azuliza

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Esperaron a que Saya terminase de copiar para abandonar la sala todos juntos, estando un poco atentos por si Regice despertaba. Algunos pokemon probaron de despertarlo de nuevo entrando y saliendo de la sala, incluso Marsthomp hizo la última vuelta que había echo Aiko para ver si así despertaba. Pero no hubo suerte.

Y además, en el momento que salieron todos de la sala, la puerta se cerró y ya tampoco intentaron abrirla de nuevo.

-Vaya, a quién se lo cuentes no se lo cree.- Susurró Aiko colgándose la mochila de nuevo en el hombro, mirando el código morse que había delante de ellas.

Se había dejado de escuchar el sonido de la tormenta y las olas ya no llegaban a la entrada de la cueva, por lo que salieron de esta en el momento que el sol empezaba a salir, anunciando un nuevo día, aunque los chicos de lo único que tenían ganas era de dormir.

Con pesadez, empujaron el pequeño barco del señor Arenque al interior del mar de nuevo junto con la ayuda de los pokemon, en que luego Charizard los tuvo que ir subiendo de dos en dos, para poner rumbo a isla Azuliza.

No fue un viaje mucho más largo que un par de horas, en que los pokemon estuvieron enroscados todo el rato durmiendo con calma, mientras Aiko, Saya y Máximo hacían esfuerzos para no dormirse, despejándose en el momento que Arenque atracó el pequeño barco en el puerto de la isla.

Algunos pescadores se los quedaron mirando des de su taburetes, obviando que una de sus cañas estaba empezando a moverse porque habían picado.

-Buenos días - Dijo Arenque en el momento que terminaba de bajar, ayudando a Aiko y luego a Saya, seguidas de Marshtomp, Grovyle y Combusken.

Charizard y Gengar dejaron los formalismos y alzaron el vuelo para ver la isla des del aire, y Máximo tardó un poco más en bajar mientras se abrochaba el cinturón de las pokeball a la cadera.

-Buenos días. - Fueron saludando de uno en uno, mirando a su alrededor.

Era una isla pequeña, en seguida pudieron ver el centro pokemon y detrás de este el gimnasio, una pequeña tienda de la que en esos momentos salía un niño corriendo con un par de pociones en dirección norte, donde un letrero señalaba el inicio de la cueva.

Arenque se había separado de ellos y hablaba con los pescadores y miraba los Margirkap y Tentacool que habían capturado.

-¡Máximo! - El trio se giró ante el grito, viendo un chico de piel bronceada y pelo azul en punta, que les saludaba un trozo lejos.

A su lado, tenía un Meditte y un pokemon color amarillo y bajito y redondo, que parecía llevar unos guantes de boxeo en sus manos.

-Venga Makuhita, la ultima carrera.

Se colocaron en posición de salida y a la señal de Meditte, empezaron a correr en dirección a los entrenadores.

-Chicas, os presento a Marcial.-Dijo el campeón mientras el líder hacia la carrera con su pokemon ganándole por poco, pero este siguió corriendo.

-¡Makuhita! ¡Que la meta eran ellos! - Avisó Marcial con una sonrisa divertida, poniéndose las gafas de sol encima de la cabeza.

Llevaba un traje naranja y negro de entrenar que se le pegaba al cuerpo como si también hubiera estado nadando hasta hace poco.

Makuhita se giró algo perdido y regreso corriendo al lado de su entrenador, recibiendo una baya algama.

-¿Como ha ido el viaje? ¿Os pilló la tormenta?

-Nos atrapó que nos faltaba una hora por llegar, por suerte encontramos una cueva y nos refugiamos allí.

-¿Una cueva? - Preguntó Marcial como si le viniera de nuevo aquello.

Pokémon, Los prismas de HoennWhere stories live. Discover now