LA NIÑA SIN SUERTE

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La mañana del ocho de septiembre Gabrielle Matterazi recibió el alta médica de la clínica oncológica "La dolorosa", luego de cuatro años de tratamiento él por fin había sido dado de alta.

La vida no era tan injusta para él después de todo...

Los padres de adoptivos de Gabrielle llamaron a la hermana Annelise, apenas recibieron la noticia, porque si había alguien que amaba igual o más a Gabrielle que Lorena y Dante era Annelise.

Pese a que Gabrielle sonreía al igual que sus padres por la noticia, no olvidaba que su querida Ana no había llegado, él le había dicho al día anterior que recibiría el alta oficial esa mañana y ella le había respondido que iría y él no lo dudo.

Ellos habían pasado juntos largas horas todo aquel mes, Ana estaba tan triste que su dolor se podía palpar, y aunque cuando estaba con Gabrielle, el dolor no desaparecía, por lo menos era más tolerable. Él siempre iba a su pequeña casa en el centro de Roma a pasar a su lado porque ella no quería salir.

Y eso Gabrielle lo entendía, él tampoco salía, casi nunca lo hacía, prefería pasar junto a sus padres en casa, pero eso era porque él estaba cansado...enfermo — estaba—y Ana no, ella no estaba enferma —por lo menos no físicamente—ella debía salir...vivir y si él no podía hacer que saliera, se quedaría con ella encerrado por siempre.

Ana había abandonado la escuela y su abuela no se había opuesto, la escuela era un gasto y un lujo que la economía deteriorada de una familia de clase media endeudada hasta la otra vida con una clínica oncológica que su seguro no cubría, no podía darse.

Así que ella no estaba en la escuela, y entonces la ausencia de Ana hizo que miles de escenarios llegaran a la cabeza de Gabrielle, desde Ana siendo secuestrada hasta a ella suicidándose, ese último hizo que entrara en pánico.

Apenas la conocía dos meses pero no quería imaginarse que haría si ella... simplemente desaparecía, él tenía que protegerla. Dios ella era un imán para él, darle protección era el placer más grande que el sintió en su corta vida, porque al fin él era el que cuidaba y no a quien cuidan.

—Tengo que salir— Gabrielle estaba desesperado por salir a buscar a Anna, por comprobar que su pequeña huérfana estuviera bien y Lorena lo había notado y muy aparte de sentir tristeza por ya no ser el centro de atención de su hijo, ella estaba feliz, ella quería que el sintiera amor, que sintiera todo lo que un niño de su edad debía sentir, todo menos el dolor del cáncer.

— ¿Te llevo con Ana?— cuando Dante dijo aquello, su esposa supo que él también quería lo mismo que ella que su hijo sintiera.

...

Cuando la Familia Matterazi llego a la casa que alguna vez albergo a la familia Bianchi, jamás se imaginaron encontrase con tal escena...

Las sirenas de los camiones de bomberos y ambulancias no dejaban escuchar absolutamente nada.

Y aunque no hubiera sido así, de todas formas Gabrielle había dejado de estar ahí, todos sus sentidos se habían desconectado, su cuerpo estaba entumecido y sin pensarlo, actuó automáticamente y salió del auto.

Su mente no paraba de hablar no se callaba y es que eso no podía ser cierto. No ella, ella estaba bien, él la estaba protegiendo...

....

Cuando el recibió su primer —No está funcionando— estaba asustado, temía morir y dejar a sus padres, temía no cumplir su promesa, temía ser egoísta... y en ese entonces pensó que nunca nada lo iba asustar tanto como eso.

...

Pero que equivocado estaba.

El sintió mil veces más miedo cuando escucho esas voces a lo lejos, unas voces de personas que se sentían tan lejanas, pero que realmente estaban junto a él.

Él siento mil veces más miedo cuando escucho ese nombre. Su nombre.

—Pobre Ana, tan pequeña y pasa por tantas desgracias—. Tres mujeres regordetas hablaban de ella.

—Una niña sin suerte, definitivamente—.

ADORO-  El diario de AnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora