LOS ROSSI

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Había un niño en su cuarto.


Ana apenas despertaba y al principio pensó que era Gabrielle, él había dormido junto a ella.

Pero luego Ana se asustó, Gabriele no tenía el cabello tan largo, apenas le estaba creciendo de nuevo, miro a sus costados, Gabrielle no estaba, la había dejado sola con ese niño que ella no conocía. No supo que hacer ¿debía gritar?


— Tú debes ser la nueva Matterazi— le dijo el niño, tenía pecas en el rostro, cabello rubio rizado y ojos azules, y le sonreía mientras le tendía la mano.— Ana— le dijo ella con un nudo en el estómago. Hizo caso omiso de la mano tendida, de todas formas ella aún seguía debatiéndose en gritar o salir corriendo.Gabriele entro al cuarto y Ana corrió hacia él.— ¿Qué le hiciste Lorenzo? Te die que no la molestaras ¿A caso quieres morir?Por la forma en la que le hablaba se veía que eran amigos.—Me llamo Lorenzo Rossi, creo que olvide decir mi nombre—. El muchacho rio por lo bajo y le guiño un ojo.


Al ver que Ana estaba confundida Gabrielle comenzó a decir—Los Rossi son muy amigos de nuestra familia— Gabrielle dijo nuestra, Ana sentí que vivía un sueño.—Va ir con nosotros al instituto, pero si te molesta puedo golpearlo y dejarlo aquí— Gabrielle miro de mala gana a Lorenzo y este le respondió con una sonrisa.—No me molesta— Ana le dio un beso en la mejilla a Gabrielle y fue hacia el baño —Estaré listas pronto— diciendo aquello cerró la puerta detrás de ella, aquel era su primer día en el Instituto "Fuguet" y la noche anterior no pudo dormir por los nervios ¿Sabrían ya todos que era adoptada? ¿Sabrían lo que le paso? ¿le tendrían lastima?


Gabrielle por otro lado, estaba ansioso por terminar aquel día en el instituto y volver a casa con Ana y dedicarle todo el tiempo que pudiera. La quería tanto, que era irreal, el jamás pensó que se podía de verdad querer a alguien de esa manera, pensaba que esas tonterías del amor verdadero, eran eso tonterías, nunca pensó que de verdad alguien le haría sentir que su vida sin su presencia se volvería absolutamente nada.


Y luego estaba Lorenzo, y su confusión, él había ido aquella habitación con la fiel intención de desobedecer y molestar a Gabrielle, pero cuando llego, al verla ahí dormida, aquello se le había olvidado ¿De dónde sacaban Dante y Lorena a sus hijos adoptivos que ambos parecían ángeles? Claro que Lorenzo no había visto uno, pero seguro se veían como ella. Pero ella a él ni siquiera lo había visto bien, apenas se levantó llego Gabrielle y ella se había lanzado hacia él como si su vida dependiera de aquello y aunque era muy pequeño para entender aquello que sentía en ese momento, él sabía que evitar sentirlo de nuevo iba hacer un problema, pues según había visto los últimos meses Gabriele siempre estaba junto a ella y al ser su mejor amigo tal vez también ella estaría junto a él.


Gabrielle había dejado a un lado a Lorenzo desde que conoció a Ana, no con intención pero lo había hecho y pese a que al principio le molesto, luego de conocer su historia entendió, y ahora que la había visto entendía aún más porque Gabrielle no quería separarse de ella, era muy bonita.


...


Cuando el chofer los dejó en la puerta del instituto Fuguet, Lorenzo desapareció entre los muchos muchachos que entraban a esa hora a clase y Ana sumergida en su nerviosismo no lo noto, ella solo sentía que la mano le sudaba y aun así no soltó la mano de Gabrielle, sentía que todos la miraban, estaba a punto de salir corriendo de vuelta al auto, cuando Gabrielle levanto su mano y la beso suavemente.—Tranquila, yo estoy aquí— y esas simples palabras lograron mantener al margen los nervios de Ana.

ADORO-  El diario de AnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora