Cuando Ana despertó nuevamente en la cama de un hospital encontró a Gabrielle dormido a los pies de su cama, usando su abrigo como almohada.
Ella ya llevaba tres días en la clínica, y ya se sentía mucho mejor, y era porque ya estaba sana, los médicos dijeron pocas horas después de su ingreso que la bacteria había sido expulsada completamente de su sistema, pero la mantuvieron ahí dos días más para observaciones.
Gabrielle entro a la habitación de Ana apenas los médicos le dieron luz verde, él sentía insoportable cada minuto lejos de ella y es que desde aquel incendio él no quería volverse a separar de ella nunca más; temía hacerlo, temía que algo malo le volviera ocurrir y esta vez si la matara.
Por eso pasaba cada instante que podía con ella desde que comenzaron a vivir en la misma casa, leía junto a ella, miraba televisión junto a ella, hacia todo junto a ella; sus habitaciones quedaban una junto a la otra, pero ellos siempre se quedaban dormidos juntos, mirando televisión o leyendo algún libro.
Era su rutina, compartían la cama, los libros, los platos e incluso a veces hasta la ropa; Ana solía usar sus sudaderas a menudo y a él lejos de molestarle le gustaba, ella se veía muy tierna en ellas.
—Buenos días, solecito— Ana dijo aquello sonriendo, y aunque aquel día era nublado, al escuchar esas palabras Gabrielle siento que era un día perfecto.
— ¿Lista para volver a casa? Ya me duele el cuello de dormir en esta cama tan incómodamente pequeña, quiero volver a nuestra casa, a nuestras camas, que si son suaves y espaciosas— los ojos de Gabrielle aún estaban un poco hinchados y sus cabellos ya largos y ondulados estaban despeinados, por el hecho de recién despertar, pero su sonrisa eclipsaba todo aquello.
—Lista — dijo Ana y realmente lo estaba, no quería estar más en hospitales, estos les traían solo malos de recuerdos, de una vida pasada, de una vida que ella quería olvidar.
—¿Listos?— Dante entro junto a Lorena a la habitación —El medico te acaba de dar el alta, volvamos a casa.
De camino a casa Dante y Lorena estaban hablando acerca de donde sería la próxima cena de navidad, en Francia en casa de los abuelos o en Alemania en casa de Carlo, ambos debatían mencionando pros y contras sobre ambos planes, y Ana no podía evitar compararlos con sus padres bilógicos.
Y es que eran muy diferentes, Dante y Lorena sonreían siempre y sus únicas discusiones eran por temas vánales, como aquel, de donde iban a pasar sus navidades, e incluso en ese pequeño enfrentamiento ellos sonreirán. Mientras que sus padres biológicos Eva y Eduardo peleaban siempre a gritos y a veces, muchas veces Eduardo recurría a los golpes, siempre golpeando y denigrando a su madre, siempre golpeándola y denigrándola a ella...
Ante aquel recuerdo doloroso Ana se acurrucó en el pecho de Gabrielle decidiendo que aquel pasado no iba a importarle más, Gabrielle y sus padres la amaban ahora, así que el pasado ya no le importaría en absoluto.
Todo lo que resto de aquel día Ana lo paso junto a Gabrielle.
Le enseño a preparar panqueques, y él miro embelesado cada paso, como si aquella fuera la clase más interesante del mundo.
Ana sonreía con la cara manchada de harina y revolvía de manera rápida y torpe todos los ingredientes en un recipiente enorme y no paraba de repetirle que en mezclar la esencia de vainilla con un poco de esencia coco estaba el secreto.
Y de pronto de la nada Ana dijo — ¿Qué piensas cuando la gente nos llama hermanos?— Gabrielle ya estaba listo para esa pregunta; varias veces en el instituto los profesores mencionaban aquel parentesco "Tu hermana es muy lista" decían; e incluso sus compañeros de clase mencionaban varias veces frases como "Tu hermana es muy bonita" como si él no lo supiera ya.
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ADORO- El diario de Ana
Romance¡Oh, amore della mia vita! Si me dejaras oirte una vez más, pudrirme en el infierno no seria tan malo. Adoro tu voz. ... ¿En serio la recuerdas? ... Te adoro y te adorare incluso cuando mi mente olvide los detalles de tu rostro y de tu cuerpo... Y...