Capítulo 43: Gracias

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Connor caminaba entre las calles solitarias de Detroit.

Había llamado a la persona que lo alentó a despertar desde un inicio. El hombre que estuvo a su lado, tratando de averiguar el misterio que hoy en día era un caso cerrado con éxito.

Este le había dicho que había ido a comer algo, pero resultó que el sitio estaba cerrado, ahora Connor se dirigía a ese lugar ahora mismo, para encontrarse con él.

Han pasado solo dos días desde la Victoria Divergente en Detroit.

Se retiró el toque de queda, se hizo oficial el cambio radical y los campos de concentración ahora estaban vacíos, siendo propiedad Divergente.

Había muy poca gente, la verdad es que el 70% de la población humana, había huido a otro lugar. Sin embargo, poco a poco volvían.

Connor detuvo su caminar al verse en la calle del puesto de hamburguesas "Chiken Feed", el lugar favorito de Hank para comer.

Y frente al puesto, al borde de la banqueta, estaba Hank, con las manos metidas en los bolsillos de su chamarra.
Giró al notar la presencia del autómata y sonrió como no lo había hecho jamás: dulcemennte.

Connor lo imitó antes de acercarse a él y mirar a su amigo.
Que, ciertamente, veía como una figura paterna.

Hank dió un paso para terminar de acercarse y jaló a Connor en un abrazo.

Para el castaño fue reconfortante al instante, aunque tardó un poco más en corresponderle.

-Que orgullo, hijo- dice Hank al separarse, manteniendo una mano sobre su hombro.
-Hiciste lo justo y cambiaste al mundo-

Connor bajó la mirada borrando su sonrisa lentamente.
-Me encuentro agobiado por todo lo que ha cambiado en mi- ladea la cabeza y mira a Hank.
-Hay demaciadas sensaciones, es como estar asustado y a la vez eufórico sobre lo que pase a continuación-

Hank asintió sonriendo de lado, y Connor continuó.

-También estoy sumamente ansioso de volver a ver a _______- traga -Quiero estar ahí para ella cuando sepa toda la verdad... Sé que no será nada fácil-

Hank, quien ya sabía toda la historia, miró a otro lado y subió sus hombros.
-No va a estar sola, nos tiene a nosotros, y a todos sus amigos- dice optimista.
-Hablando de ellos, ¿Que pasó con Markus y su gente?-

Connor lo miró unos segundos antes de sonreír.

***

Las multiples risas acompañaban el paseo de varios androides y un solo humano, por el parque.
El camino estaba lleno de nieve y árbolitos.

Al frente de la formación avanzaba una silla de ruedas cargando a un hombre mayor, delgado, de pelo pobre y blanco.
Ojos azules, y muchos tatuajes en los brazos. Se abrigaba con un saco negro, una bufanda azul rey y guantes.
Detrás, quien empujaba la silla era Markus, que tenía a su lado derecho a Amelia y Simon y a su izquierda a North y a Josh.

Todos habían reído por algún comentario.

-Bueno, y ya hablando encerio, deberían quedarse en casa con Markus y conmigo- insiste el mayor, con una sonrisa agradable.
-¿No es cierto, Markus?-

-Ciertamente, hay espacio de sobra- asiente el heterocromático.

North negó algo apenada.
-Yo de verdad aprecio la oferta... pero es la primera vez que puedo ser libre de tener un hogar, un trabajo y... quiero empezar a hacerlo- sonríe.
-Trabajar en mi propia vida-

Carl asintió.
-Yo respeto eso- asiente.
-¿Y en qué trabajarás?-

-Donde era el campo de concentración número cinco, el más grande de todos, abrirémos nuestra propia institución militar Androide- explica.
-Yo seré la que comande ese lugar-

Carl abrió los ojos sorprendido.
-Oh por Dios...- los demás ríen.
-Es suena estupendo, ¿y tú Simon?-

-Yo estoy trabajando en las cedes de CyberLife junto a Josh- responde él con algo de timidez.
-Todas las fábricas pasaron a ser propiedad androide para prevalecer nuestra continuidad como especie y tenemos a los mejores ingenieros-

-Sin duda- asiente Josh.
-Comandamos las actualizaciones y "nacimientos" androide de todo Detroit-

Carl asintió.
-Me lo esperaba- ríe.
-Parece que todos tienen mucho trabajo por delante, ¿qué me dices tú, Amelia?-

La pelinegra sonrió. Todos podían notar que sobre su bluca negra de cuello alto, resaltaba una cadenita muy fina de plata, de donde colgaba la reliquia de Jericho, su anillo de compromiso.

-Yo voy a convertir el resto de campos de concentración de Dentroit en hospitales para humanos y androides- sonríe.
-Tardará unos años, pero cuando las remodelaciones terminen, comenzaremos con el proyecto-

Carl asintió nuevamente.
Se sentía muy feliz de saber que todos tenían un camino largo por recorrer en su nueva vida.
-Y dime Markus, ¿que harás tú?-

Markus ladeó la cabeza.
-Como lider de los divergentes, soy quien protege los derechos y garantías de mi pueblo, y la embajada se va a construir en la iglesia abandonada-

-Será una torre inteligente llamada "New Jericho"- añade Simon con tono emocionado.
-Dicen que los demás pueblos androides están haciendo lo mismo en sus ciudades-

-El mundo tiene un nuevo orden ahora- asiente Carl.
-No todos podrán aceptarlo a la primera, ni siquiera después de mucho intentar- explica sabiamente
-Pero han de saber, que los pensamientos retrogradas solo desaparecen de generación en generación-

Markus escuchó aquellas palabras, repitiendolas en su mente, para recordarlas siempre.

North desvió su mirada cuando su teléfono móvil sonó anunciando un mensaje nuevo.
Al tomarlo, no tuvo necesidad de tocarlo para usarlo, pues solo con su mirada podía controlarlo, algo que solo podían hacer los androides.
Abrió el buzón de mensajería y se encontró con una foto que la hizo sonreír, antes de mostrarsela a sus amigos.

Todos la miraron con una sonrisa tierna. Era una foto que Kara, Luther y Alice sonriendo a la cámara, sentados en las escaleras del pórtico de una casa nueva en Canadá.

El mensaje decía: "Gracias"

FIN

Like a Human | Connor RK800 x Reader Donde viven las historias. Descúbrelo ahora