Sinner || Yoonmin +18

CUATRO.

El día estaba llegando a su fin, podía notarse porque la luz del sol se desvanecía cada vez más rápido, bañando el cielo en una latente oscuridad opacada por la luz de los focos cercanos a las casas.

Habíamos logrado ayudar en todas las casas, a cada una de las personas que se encontraba en apuros y eso era algo de lo que me sentía orgulloso. Pero no todo es bueno, han pasado horas desde aquel desafortunado encuentro... Y siendo sincero aún siento sus manos escudriñar mi piel, me tiene nervioso, sobre todo porque en todo el tiempo que llevo aquí siento su mirada puesta en mí, he evitado a toda costa tener que acercarme a su casa o mirar hacía cualquier lado en él que sienta su presencia.

He tenido imprevistos todo el tiempo, he actuado de forma torpe e inconsciente y tanto mis compañeros como el padre se han dado cuenta y han preguntado si es que algo andaba mal... Todo estaba mal, tanto así que cada vez que me preguntaban las lágrimas amenazaban con salir... ¿Como pude llegar a permitirlo?

-¡Alumnos!- Nos llamó el párroco- ¡Se está haciendo tarde, es hora de irnos!- como si estuviéramos todos conectados, hicimos una reverencia y nos despedimos de las personas, deseándoles paz y buenos deseos, además de dejar la promesa de volver pero ciertamente, yo no volvería. Finalmente subimos al vehículo que nos trajo para emprender rumbo a nuestros hogares. Por fin había salido de ese lugar.

*

-¡Jimin! ¿Hijo donde estabas?- Escuché la fuerte voz de mi madre apenas entré a casa- ¡Me tenías preocupada!- Pude sentir sus brazos alrededor de mi, me estaba abrazando. Eso me hacía entrar en la cuenta que no había tenido tiempo de avisar sobre la salida.

Me alejé un poco de ella, yo estaba sucio, no era correcto acercarme a ella. Repentinamente no quería contar sobre mi salida, algo me decía que si llegaba a decir algo, ella podría ver dentro de mí y saber de mi cruel pecado.

-Hoy fui a casa de Jungkook a estudiar literatura...- Hablé sin ánimos, ella solo me entregó una mirada curiosa- Lo siento por no avisar, realmente estoy bajando mis calificaciones, estaba preocupado de no poder rendir mejor.

Luché conmigo mismo tratando de sonar sincero en mi mentira... ¿Cuantos pecados más tendré que cometer? Repentinamente unos pasos resonaron, haciéndonos saber que alguien se acercaba. Era mi padre.

-Veo que recordaste que tenías casa- Una sonora risa salió de sus labios, algo extraño en él.

-Padre yo...- Él me interrumpió con un gesto de su mano.

-Sube y cámbiate de ropa para que cenemos.

Sin pedirme mayores explicaciones se sentó en el sofá y mi madre fue a la cocina. Sin vacilar subí a mi habitación, pensando en la fortuna que tuve de no lidiar con mi padre, a él no hubiera podido mentirle.

*

Mis ojos se abrieron con una velocidad desmesurada, mi respiración completamente agitada, dificultandome el poder respirar normalmente, me sentía ahogado, con náuseas repentinas y mi cuerpo bañado en sudor. Sólo unos pocos trazos de luz se colaban por la ventana de mi habitación, el reloj colgando en la pared anunciaba que era de madrugada, casi las tres. Espasmos diminutos recorrían mi cuerpo y una calidad abrazadora se impregnaba en mí haciéndome estremecer.

Siento su presencia ahora mismo, como lo he hecho desde el principio. Es como si no pudiera sacarlo de mi mente, aunque soy consciente que eso ahora es imposible, siento su olor además de nuevamente sentir sus dedos revolotear por entre mi ropa, su respiración chocando por mi cuerpo, en mis oídos resonaban los ruidos pecaminosos de nuestra lujuria, aún estaban frescos en mi memoria, dejé escapar un jadeo necesitado. Sabía que mi libido estaba aumentando con cada pensamiento, pero no me quería detener, provoque yo mismo que mi inocente intimidad anhele ayuda otra vez. Quité las sábanas de encima de mi, con respiraciones irregulares y pequeños pero continuos jadeos imposibles de contener... Pude verlo con más claridad, pese a que tenía mi pantalón de pijama puesto, un bulto se hacía notar.