El cielo ennegrecido por nubes de tormenta cubría las calles desiertas de la que una vez fue una metrópoli creciente. El retumbar de los truenos y su luz centelleante, acompasaban el tintineo de las gotas de lluvia que caían furiosas sobre el pavimento. El viento gélido azotaba las puertas y ventanas de los hogares maltrechos sumidos en penumbra.
En la tormenta, esa noche sin luna, solo la respiración entrecortada de dos personas rompía la sensación de abandono. Sobre el césped amarillento frente a la estatua de una de las últimas heroínas de antaño, yacían los cuerpos heridos de Águila y Halcón blanco.
Halcón, de rodillas sobre la hierba, abrazaba a Águila sobre su regazo. Su mano temblorosa sostenía la cabeza de la joven al borde de la inconsciencia, sus dedos se enredaban en sus cabellos mojados confundiéndose con la humedad de la lluvia y su propia sangre mientras su vista nublada permanecía fija en el pecho de la joven, que subía y bajaba tortuosamente. Su corazón latía dolorosamente, el aire helado hería su garganta y sus miembros entumecidos le recordaban que no había esperanza, habían perdido. En sus oídos aún resonaban los gritos de Águila, su mente ardía de impotencia mientras ahogaba las voces que le reprochaban las decisiones que tomó, los caminos que siguió, el tiro que falló. Casi no tenía fuerzas para moverse, el dolor lo paralizaba; pero logró levantar su mano y acarició la piel cetrina de su compañera. Su calidez por un instante lo reconfortó. Recorrió su cuello amoratado y acarició su mejilla helada, rozó sus labios carmesíes y susurró dos palabras, una promesa que por el capricho de un rayo ella no pudo oír.
Águila tiritaba de frío, de los múltiples cortes en su cuerpo manaban hilos de sangre que la lluvia lavaba diligentemente. Sus fuerzas la abandonaban mientras su mirada vidriosa buscaba los ojos azules de halcón blanco. Era consciente de su debilidad, consciente de que a su lado él no tendría oportunidad. Cada bocanada de aire que luchaba por respirar la cortaba por dentro, sentía su aliento atorarse en su garganta mientras formulaba una súplica que se confundía con el sabor metálico de su sangre.
La lluvia caía inclemente y el estruendo de un relámpago se fundió con un grito amenazador. Águila susurró un "déjame" entrecortado mientras veía una última vez los ojos de su halcón blanco y una última lágrima abandonaba sus ojos antes de que su visión se oscureciera.
Aquí comienza la historia de Águila y Halcón blanco, héroes a los que le tengo mucho cariño desde que soy una niña, ojalá puedan llegar a quererlos como yo lo hice.
En esta pandemia que asola nuestro hogar todos necesitamos creer en un héroe. Para mi fueron Águila y Halcón blanco.
Espero que disfruten leer esta historia tanto como yo escribirla.
Cuídense mucho.😄
ESTÁS LEYENDO
La leyenda de Águila y Halcón blanco - La invasión de la reina
Viễn tưởngCuenta la leyenda que ocultos entre nosotros existen dos guerreros alados, veloces, fuertes e invulnerables que protegen a la humanidad. Águila y Halcón blanco lucharán con todas sus fuerzas para salvar a la gente inocente de una ciudad estado, en...