Lo que quedo de la noche, una de las más cálidas de aquel otoño y el néctar dulce y embriagador del vino tinto, las sumió en un sueño profundo y melancólico.
María Luisa soñó que podía volar, se vio a si misma surcando el cielo bajo la mirada asombrada de Marco, de su madre, Isaac y el resto de Qasikay sintiéndose infinitamente feliz.
Águila como cada noche desde su llegada revivió su última batalla, una visión despiadada de la reina, de sus alas quebradas que rechazaba, de halcón cargándola y sus últimas palabras que ella no pudo oír. Pero más allá del estruendo de la tormenta y el terror de la despedida, en su corazón albergó una sensación cálida, y por primera vez vio en su sueño el cielo en calma, y frente a ella un bosque de denso follaje y un río pacífico. Sintió la calidez de un cuerpo a su espalda y unos brazos que la envolvían fuertemente. Sintió sus ojos inundarse en lágrimas y una alegría de la que ya no creía ser capaz.
La luz del sol acarició el rostro de María Luisa e iluminó su sonrisa al despertar aún sumida en la sensación de libertad. Vio el cielo pintado con destellos naranjas y calculó que ya era tarde, recordó la noche anterior y al voltear vio el rostro de Águila y una lágrima que se deslizaba por el puente de su nariz. La vio tan cansada, que no tuvo valor para tocarla, solo la cubrió con la manta y cerró los ojos deseando retomar su sueño y poder volar una vez más.
El Sol continuó su recorrido y María Luisa no despertó hasta verlo brillar en su punto más alto. Sentía la pesadez de un sueño bien logrado, así que se preparó un largo baño.
Sumergida en el agua tibia, rodeada de la espuma y las sales aromáticas, se sintió en las nubes. Cuando por fin salió, el agua estaba fría, pero se sentía extraordinariamente viva. Aún en bata caminó a la cocina para preparar un ligero almuerzo con la mente perdida en su sueño de volar.
Sus pasos rítmicos y sonrisa velada hipnotizaron a Marco que se hallaba sentado en una esquina del comedor degustando una de las empanadas frías que María Luisa había preparado el día anterior. Ella ni siquiera lo vio, solo avanzó bailando por la cocina y preparó unos sándwiches improvisados canturreando una tonada alegre que parecía salida de un sueño. Cuando volteó con la bandeja en sus manos, repleta de pequeños emparedados, descubrió los ojos idiotizados de Marco que velozmente se deslizaron por sus piernas desnudas, sus caderas dulcemente cubiertas por la delgada tela que permitía adivinar sus formas de mujer y su pecho medio descubierto bajo la tela satinada de su bata. Antes de llegar a sus labios, sus ojos simplemente escaparon mirando a la puerta y aclarando su garganta dijo:
—¿Tienes alguna idea de la hora que es? nos tenías preocupados.
—¿Nos? ¿a ti y a cuántos más? —dijo María Luisa con una sonrisa coqueta y una mano en su cadera.
—A mí y a... a tus compañeros de la muralla y el campamento de sanidad. Creyeron que estabas infectada o herida. —respondió nerviosamente aún mirando por la ventana.
—Te complacerá saber que estoy sana y salva —sonrío mientras se acercaba a él lentamente —Dígame sargento ¿por qué no me ve a los ojos? —dijo acariciando su barbilla y obligándolo a mirarla.
Marco enrojeció al verla y no poder controlar una mirada furtiva bajo su mandíbula a través de su cuello de cisne. Sus sentidos se bloquearon al sentir el aroma fresco a vainilla que desprendía el cuerpo de esa chica. Por un instante vaciló y observó los labios de María Luisa y se sorprendió al descubrir sus pensamientos hacia ella. Tomo su muñeca y la aparto de su rostro. Pero ella ya estaba tan cerca que podía saborear su aliento, y adivino el sabor dulce del vino tinto en su boca. Ella lo vio titubear y probó sus labios, con la suavidad y anhelo de quién ha esperado largos años. Acarició su cuello y lo atrajo en un beso más profundo, más exigente, más suyo. Él la tomó por la cintura y la atrajo hacia sí, incapaz de resistir sus labios, su cuerpo tan delicado en sus manos.
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La leyenda de Águila y Halcón blanco - La invasión de la reina
FantasíaCuenta la leyenda que ocultos entre nosotros existen dos guerreros alados, veloces, fuertes e invulnerables que protegen a la humanidad. Águila y Halcón blanco lucharán con todas sus fuerzas para salvar a la gente inocente de una ciudad estado, en...