Al salir de la tina Águila se sentía más animada, tenía la piel sensible y una pequeña opresión en el pecho, sentía sus brazos y piernas acalambrados. El cosquilleo en su cuerpo, como cientos de hormigas corriendo bajo su piel, la ponían ansiosa. La nostalgia casi se había ido; pero cuando el silencio la envolvía, el nombre de Halcón retornaba en un susurro y la inundaba una sensación amarga ,de lágrimas que amenazaban con huir si ella lo permitía.
Águila y María Luisa partieron antes del amanecer. Caminaron en silencio a través de las calles desiertas. Águila la seguía, mirando el cielo, la noche gris sin estrellas y una luna celosa que se cubría y descubría con un velo de nubes.
Ante ellas se erguía una muralla imponente, tan alta como una casa. Un guardia custodiaba la entrada. Al verlas saludó a María Luisa con una sonrisa y a Águila con un ademan de asentimiento.
Las registraron con cuidado y las enviaron a la sala de contención. Una habitación con un muro enteramente hecho de cristal. A través del cual observaron el cielo encapotado iluminarse lentamente. La noche se convirtió en día y con su luz llegó el frió de la mañana. María Luisa le entregó el uniforme de los trabajadores del muro, una túnica café pálido con capucha, que fácilmente se confundiría con el muro.
Mientras ellas aguardaban, los guardias intranquilos esperaban una señal, esperaban ver la agresividad que enloquecía a las víctimas de los generales de la reina.
Águila observó el cielo ansiosa, quizá si esperaba lo suficiente, se dibujaría la silueta de un ave en el cielo, que gloriosa volaría a través del horizonte. Quizás la reconocería y la salvaría.
***
Mientras ella esperaba, no muy lejos, al otro lado del muro, oculto entre los arboles, estaba Halcón blanco. Sus moretones y fracturas casi habían sanado por completo.
Aunque estaba algo débil, caminaba firmemente y miraba el cielo con ansiedad. Quizás por fin había enloquecido. En su mente escuchaba el sonido de la guitarra al ritmo de la cual solía bailar y entrenar con Águila. Recordó su rostro, vio su sonrisa desafiante y escuchó sus palabras de aliento. Si ella lo viera, seguro le diría algo como: "un último esfuerzo" o "Aún no lo hemos dado todo", quizás lo empujaría jugando y le diría "animo galán, cuando esto termine podremos descansar" seguro lo jalaría con una sonrisa y fingiría que la situación no es tan mala como parece. Aunque él sabía que ella fingía, una sonrisa suya bastaría para hacer huir la angustia y el miedo.Caminó a través del bosque, rodeando los arbustos y cuidándose de no demostrar su propia fragilidad. Con un arco en mano continuó su viaje, vestido con una túnica verde oscuro y un cinturón de oro. Sobre su frente una cinta dorada que resaltaba su piel bronceada, sus facciones suaves y ojos esmeralda, que veían a su alrededor con soltura.
Detuvo su andar cuando pasó frente a un estanque y en el pudo ver su reflejo, que apenas reconocía. Lo asaltó una sensación fría y amarga. Era como ellos, y el vacío en su pecho reavivaba su miedo "¿podría ser uno de ellos?"
ESTÁS LEYENDO
La leyenda de Águila y Halcón blanco - La invasión de la reina
FantasíaCuenta la leyenda que ocultos entre nosotros existen dos guerreros alados, veloces, fuertes e invulnerables que protegen a la humanidad. Águila y Halcón blanco lucharán con todas sus fuerzas para salvar a la gente inocente de una ciudad estado, en...