11. Raquel

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11 de agosto de 2012

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11 de agosto de 2012

Era un día normal en el hospital. Pamela desayunaba con nosotras y nos contaba algunas anécdotas graciosas. Hizo una pausa para compartirnos una interesante noticia.

—Chicas, hoy llegará la última paciente de esta habitación. Su nombre es Raquel.

—¿De dónde es? —pregunté, ladeando la cabeza.

—No lo sé con certeza, por lo que escuché, nació en Londres y se mudó aquí por cuestiones de trabajo.

—Ojalá sea buena persona —dijo Fiorella, juntando la palma de las manos como si rezara.

—Sí, porque no estoy dispuesta a tolerar actitudes denigrantes —recalcó Sharon con la boca llena.

—Las entiendo, sería bastante molesto lidiar con una paciente problemática.

Salimos al jardín un rato para recibir algo de sol. Caminábamos de aquí para allá, imitando a las modelos de las revistas de Francini. Teresa era la que mejor lo hacía; sus perfectos pasos se robaban la atención de uno que otro doctor. Pamela nos trajo de merienda una botella de agua y un par de manzanas.

—Estas modelos necesitan comer para continuar con el espectáculo —comentó, sonriendo de costado.

—¿No quieres ver la pasarela? Teresa es una profesional y nos está enseñando —expresó Fiorella, bebiendo un sorbo de su botella.

—Me encantaría, pero debo asistir a una capacitación. Quizá en otra ocasión.

—Tranquila. Ahí nos cuentas como te va.

—¡Claro!

—¿A qué hora llegará la nueva paciente? —preguntó Francini.

—No tengo la menor idea, iré a investigar.

—Te esperamos.

Las horas transcurrían con lentitud. Mis amigas y yo descansábamos bajo el frondoso árbol del jardín y aprovechamos el momento para jugar unas cuantas partidas de dominó.

5:00 p. m.

Una enfermera no muy amable se encargó de presentarnos a la nueva compañera.

—Cámbiate y acuéstate, ¡vamos, deprisa! —ordenó, mirándola con desdén.

La enfermera se fue sin decir ni una sola palabra; en mi humilde opinión, eso no fue muy ético de su parte. La paciente salió del baño y empezó a acomodar sus pertenencias.

—Saludos, soy Raquel, encantada de estar aquí con ustedes.

La mujer era alta y de contextura gruesa, su tez morena lucía bien hidratada y sin rastro de manchas o arrugas. Su corto cabello castaño radiaba bajo los rayos del sol. Llegué a creer que se trataba de una actriz o alguien popular, debido a que solo utilizaba productos costosos y accesorios poco comunes.

Una vida felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora