Capítulo 5

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  Tanta angustia no podía guardar dentro de mí. Una vez que Gracy y yo comenzamos a confiar una en la otra y se convirtió en la hermana que siempre he deseado, le conté sobre mi pasado con detalles.
  Supuse que sobre esas cosas no las podía hablar con mamá con seguridad, además de que no las entendería, podría reaccionar de una manera violenta, o no sé. Necesitaba una amiga, una confidente de mi edad para que me comprendiera. Muy afortunada me siento de que ella pueda ocupar ese lugar en mí.

  En medio de la clase de Biología, Gracy, quien se sienta justo detrás de mí, me toca en la espalda con su lápiz haciéndome sobresaltar por la sensación.

-¿Cuántas veces te he dicho que no hagas eso?- susurro para que el Sr. Martínez no nos escuche.

-Te noto rara hoy- me dice preocupada.

  Ella tenía razón. Desde esta mañana andaba algo distraída y sabía perfectamente quien era el causante de eso. Cuya persona no quiero recordar.

-Después te digo.

-Vale- vuelvo mi cuerpo hacia adelante para seguir con la clase.

Oh. Dios. Mío

  ¿Conocen esa impresión de que todo se paraliza cuando ves a una persona y no sabes cómo reaccionar?

Pues, así estaba yo.

¿Qué está haciendo el idiota aquí?

Como no sé su nombre, idiota le quedaba muy bien.

  Nuestras miradas se encontraron, mientras se le formaba una pícara sonrisa en su rostro.

-Alumnos- dice el profesor Martínez captando la atención de todos los presentes en el salón- Aunque ha llegado un poco tarde a nuestro centro, denle la bienvenida a su nuevo compañero Andrew Benson.

¡No puede ser!

Es solo una coincidencia Amy, ¿cuántas personas no tendrán ese nombre?Repetía varias veces en mi cabeza.

-Hola a todos- saluda con respeto mirando cuidadosamente a cada estudiante para luego posar su mirada en mí. Ya se podían escuchar a las chicas chismorrear emocionadas por el "chico nuevo", mientras yo tenía ganas de que la tierra me tragara- Puedes tomar asiento en aquel puesto vacío, justo al lado de la Srta. Thomes.

  Ok. Esto ya era demasiado. ¿Es una broma verdad?
 
  Sus ojos se abrieron como platos cuando escuchó mi apellido.

¿A caso....?No. Detesto cuando mi cabeza empieza a hacer conclusiones que podrían ser equivocadas.

  Me siento un poco mareada. Le pido permiso al profesor para salir y en el instante que dice que sí, salgo lo más rápido que mis ligeras piernas me permiten.

  El agua fría le asienta muy bien a mis rostro en estos momentos. Por un instante me olvidé la situación. Sintiéndome un poco más relajada voy directo al salón para acabar la clase. Entro sin despegar mi mirada del suelo, sentándome en mi lugar. Sentía su mirada en mí, lo que provocó que me sintiera incómoda.

Qué situación.

Oigo la campana anunciando el receso y sé que esta sería la oportunidad para escapar. Tomo de la mano a Gracy, quien se siente confundida ante mi actitud pero no dice nada. Salimos prácticamente corriendo hasta llegar a la zona de las gradas del campo de fútbol, donde no había nadie a estas horas.

-¿Se puede saber qué es lo que te pasa que estás como loca?- estaba furiosa y podía notarlo en sus ojos.

-Es una historia complicada, necesito que me prestes mucha atención- suspiró, dando un paso hacia adelante.

  No dejo escapar ni un solo detalle. Le cuento absolutamente todo, desde que nos chocamos la primera vez de camino a la escuela y luego ese mismo día en el restaurante.

-¿Por qué no me lo dijiste antes?- sabía que lo preguntaría.

-No te conté porque no lo creí importante y ahora que sé su nombre me siento confundida y—

-Y no sabes si es aquel chico del cual te enamoraste cuando apenas tenías ocho años- terminó por mí muy segura de lo que dijo- No te preocupes y sabes que no puedes apresurarte a sacar conclusiones en esa cabecita sin estar segura primero- me brindó una sonrisa confortable.

  Sus palabras y su repentino abrazo era todo lo que necesitaba para sentirme mejor.

Bajo Las EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora