Capítulo 7

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   A ver, pensemos.

¿Cómo sabe dónde vivo?

Gracy. ¿Será?

Pero ¿cuándo? Nunca los vi juntos.

Bueno, volvamos a lo importante.

-Me dejarás entrar o....

-Adelante- extiendo mi brazo en señal de que entre, como lo hacen en la nobleza.

Me sentí tonta después de haberlo hecho. Supongo que son los malditos nervios.

  Entra y cierro la puerta detrás de mí.

  Lo miro de arriba a abajo disimuladamente, como un escáner, aprovechando que estaba de espaldas. Fue imposible que se diera cuenta. Llevaba Jeans negros, una ancho pullover blanco y Converse negros.

Se veía muy atractivo, no lo puedo negar.

Chasquea sus dedos en mi cara, causándome un pequeño brinco.

¡Qué vergüenza!

-Disculpa, yo...-hago una pausa- me quedé pensando en algo, nada importante- odio mentir, pero créanme, era necesario. Disculpa Andrew es que estaba pensando en lo bueno que estás y tal. Esas palabras no podían salir de mi boca.

¿Quién pensará en que me he convertido? ¿En una acosadora?Pues no.

-¿Estabas haciendo algo antes de que llegara?No quería interrumpir.

-No, está bien- otra mentira piadosa.

Pues sí, acabas de interrumpir mi Película y mi cena. Gracias.

  Nos sentamos en el sofá, frente a frente. Mis manos susaban mientras las tenía en mi regazo. No tenía ni la más mínima idea de cómo comenzar nuestra conversación.

-¿Por dónde deberíamos comenzar?- teníamos la misma duda. Literalmente eran tantas cosas que teníamos que decir.

  En el momento justo en que iba a hablar, sentí la puerta abrirse.

Mamá está en casa.

¡Oh, Dios!

  Segundo día que llegaba antes de que terminara su turno. Era raro porque aunque tuvieras fuertes dolores de cabeza, como los de mamá, no te dejaban salir del trabajo. Injusto, sí.

  Andrew y yo tuvimos la misma reacción. Nos levantamos de un golpe, quedando los tres mirándonos, formándose un ambiente muy incómodo.

Esto no pinta para nada bien.

-¿Qué está sucediendo aquí?- su mirada se dirige hacia a mí- ¿Quién es él y por qué está aquí a estas horas?

-Mamá- no sé ni que decirle- Una pregunta a la vez ¿no?- eso fue lo primero que se me ocurrió y lo cual parece que no le agradó en lo absoluto. Puso su mano libre de bolsas de compra en su cintura esperando mi explicación.

  Veo que Andrew da un paso hasta quedar delante de mí. Lo miro con desaprobación. Me asustaba lo que sería capaz de hacer.

-Hola Sra.- empezó- Mi nombre es A—

-Él es Abraham- esta vez fui yo la que se puso delante.

¿Está loco?

¿A caso está consciente de lo que estaba por decir?

Andrew no dijo ni una palabra y puedo imaginar la cara que ha puesto. Vivimos demasiado tiempo juntos para saber que tenía el ceño fruncido.

-Es un compañero nuevo del colegio que vino para que le diera el horario de clases para mañana. No te preocupes que ya se iba- jalé del brazo a "Abraham" para llevarlo hasta la puerta. Lo despedí con un beso rápido en la mejilla, para luego cerrar la puerta en sus narices.

Lo besé en la mejilla.

¿En qué estaba pensando?

  Por nada del mundo quería que nuestro encuentro fuera de esta manera. Estaba apenada por echarlo así, pero no me quedó otra opción.

Mamá todavía me miraba desconfiada.

-Mas te vale que no me estés mintiendo Amy Thomes McLaren.

Nos es para nada bueno cuando mamá dice mi nombre completo.

-Sé que nunca lo has hecho, pero siempre hay una primera vez- aprieto mis labios.

  Doy por terminada la conversación ya que me deja sola en el living. Me quedo reflexionando recostadando mi espalda en la puerta. Mamá no reconoció a Andrew. Que alivio. De lo contrario, esto hubiese estado peor que las dos Guerras Mundiales juntas.

Como se habrán dado cuenta, soy exagerada, sí.

  Después de un largo rato acomodando mis locas ideas, subí a mi habitación.

¿De qué sirven una cama y una almohada cómodas si no puedes dormir?

Ya iban varias noches que no dormía bien.

  Quedé mirando fijamente al techo de mi pequeña pero encantadora habitación. Ese era mi punto fijo cada noche que no podía dormir. Me brindaba paz mirar la constelación que mamá había puesto allí, ya que desde pequeña le tengo fobia a la oscuridad.

  Ya el sueño se estaba apoderando de mí cuando escucho mi celular sonar, avisándome que tenía un nuevo mensaje.

¡Qué rayos...!

  Enfadada, tapé mis oídos con la almohada lanzando patadas al aire.

Después de que ya me estaba durmiendo.

Eso, señoras y señores, se llama mala suerte.

¿Quién era a estas horas?

  Estiro cuidadosamente el brazo para alcanzar el móvil, sin tumbar el despertador de la mesita de noche. Por un momento la luz del celular me dejó ciega, había olvidado bajarle el brillo.

Número desconocido:

  Me perdí en su mirada, es que el color de sus ojos me encantaba; no eran ni azules, ni verdes. Eran color café, café que quita el sueño, café que produce desvelos.
 
Mi manos temblaban mientras leía el mesaje.

  Sé que es tarde y disculpa si te desperté, pero no podía esperar a mañana para decirte que te he extrañado desde el día que dejamos de vernos. Andrew ;-)

Bajo Las EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora