Ochako suspiró nuevamente sobre los labios de Bakugo y dejó escapar una sonrisa sin dejar de mirarlo a los ojos. Ya había perdido la cuenta de todos los besos que se habían dado desde el primero, pero estaba segura de que nunca se aburriría de esos labios.
La música sonaba aún en la pista de baile pero ambos estaban tan absortos en los ojos del otro que solo podían sentir sus respiraciones y la sensación embriagadora de sus besos.
Katsuki quería beber de esos labios toda la noche, eran suaves, cálidos y se acoplaban perfectamente a los suyos, sencillamente se estaba rindiendo a los encantos de Uraraka Ochako y nada le impediría disfrutar del contacto con la chica.
—Necesito un trago— habló Uraraka mostrando su lengua.
Katsuki rodó los ojos al tener que separarse de la mujer, pero ella fue más rápida y entrelazo sus dedos y lo guió hasta la barra en medio de la gente, causándole gracia la facilidad de la castaña para escabullirse entre las personas; tampoco pasó desapercibido para él como varios hombres se giraban para observar a la preciosa chica que iba delante de él; Katsuki sonrió de forma arrogante cuando veían sus manos entrelazadas y desviaban su mirada con desagrado.
—¿Tú beberás algo?— le preguntó la muchacha al momento de llegar a la barra.
—No, debo conducir, además aún estoy tomando medicamentos— hizo un movimiento con su brazo izquierdo.
— ¿Quién habrá sido la persona que te ayudo con tu brazo?— preguntó Ochako acercando sus labios a su oído con un tono de diversión en su voz.
—Alguien con una cara redonda— respondió con un tono de burla mientras pellizcaba su mejilla, nunca se aburriría de eso.
—Oi, Bakugo— bufó con falsa molestia mientras separaba sus manos y se cruzaba de brazos.— Eso es cruel.
—Ese alguien con cara redonda es la mejor en su trabajo— se acercó y besó sus labios suavemente por unos segundos.
Uraraka sonrió orgullosa y a la vez sonrojada por el reciente beso. Aún no se acostumbraba a esta reciente nueva dinámica con Bakugo, pero simplemente pensó en dejar que las cosas fluyeran a su ritmo, sin preocupaciones ni estarse matando la cabeza por estupideces, iba a disfrutar del momento.
Se acercó aún más a la barra para poder decidir qué tomar mientras llevaba su dedo hasta sus labios, ya no quería beber más cerveza, necesitaba algo dulce para su organismo. Sonrió con satisfacción cuando vio como la persona de al lado recibía un mojito y se decidió.
—¡Un mojito de frambuesa, por favor!— gritó al barman cuando este se acercó a tomar su pedido. — ¡De un litro!
Katsuki elevó su ceja al observar la emoción de la chica al momento de recibir su trago, que parecía más grande que su rostro, y luego esta le dio un sorbo mientras cerraba sus ojos disfrutando del sabor; parecía una niña pequeña.
—¿De litro?— preguntó Bakugo señalando el trago de Uraraka— ¿En serio?
—Me lo merezco— le aclaró la chica disfrutando exquisito sabor de las frambuesas, este negó con la cabeza con resignación.
Bakugo le hizo una seña hasta una de las pocas mesas desocupadas que quedaban en el lugar y ambos fueron a tomar asiento uno al lado del otro.
—Nunca me confesaste porque decidiste venir— habló la castaña tomando por sorpresa al rubio quien no dejaba de mirar la enorme proporción de su mojito.
Bakugo estaba igual de relajado que Uraraka, con ella todo parecía ser mucho más tranquilo, la incomodidad no existía cuando ambos estaban juntos y una atmósfera de calidez parecía envolverlos. Ella era auténtica.
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Dime que estará todo bien (KACCHAKO/BAKURAKA) Finalizada.
RomanceKatsuki salió de su edificio y pisó mierda de perro, llevaba días con un dolor insoportable en su brazo izquierdo y, como guinda del pastel, su novia le había puesto el cuerno. A sus 25 años Bakugo Katsuki lo tenía todo; su propio departamento, vehí...