Ochako respiró con dificultad mientras sentía sus mejillas arder a causa del esfuerzo; se detuvo un par de segundos y dejó que la fría brisa refrescara su ardiente rostro y aprovechó de regular su propia respiración.
Cerró sus ojos por un segundo disfrutando del olor de los árboles que tenía a su alrededor y sonrió cuando una hoja acarició su mejilla provocándole cosquillas.
—¡Mejillas!
La voz de Katsuki se escuchó un par de metros más adelante.
Ochako abrió sus ojos y observó al rubio quien la miraba con una mueca de burla en su rostro y sin ninguna muestra de esfuerzo. Bufó de forma infantil y se dio ánimos para alcanzar a su novio que se había detenido para esperarla.
—¡Ya voy! — gritó mientras el rubio bebía agua desde su botella.
—Mueve ese lindo trasero, cara redonda. — le alentó Katsuki a su manera.
—Cállate o me devuelvo. — gruñó Ochako, mientras sentía su respiración acelerarse nuevamente.
Katsuki sólo negó con su cabeza mientras reía de forma disimulada.
Y ahí estaban los dos, subiendo un sendero del parque Minoo mientras estaban de vacaciones en Osaka, la ciudad natal de Ochako; cumpliendo la promesa que se hicieron tres años atrás cuando ambos sólo eran un par de desconocidos.
Y es que ambos habían pasado por mucho desde el momento en que se conocieron y decidieron entrelazar sus vidas, de forma temerosa, lenta y segura; promoviendo siempre una relación sana en dónde la comunicación era su principal base.
Fue duro para ambos enfrentarse a todos los fantasmas del pasado, pero ahora eran solo eso, fantasmas que se habían esfumado al momento en que el causante de aquella pesadilla comenzó a pagar por todo el daño que había hecho.
Y se amaban, se apoyaban y no se soltaban, Katsuki siempre estuvo para Ochako en cada momento de dificultad y ella para él; eran una pareja consolidada que siempre aspiraba a más y a futuro.
Ochako no iba a negar que muchas veces discutían por cosas absurdas como la ropa que la castaña acumulaba sobre su propia cama que a Katsuki aquello le enfermaba los nervios; o las veces en que Bakugo dejaba la luz prendida del baño sin darse cuenta por horas.
Porque sí, eran esos pequeños detalles que a pesar de que generaban discusiones ambos lo conversaban y se podían solucionar. Además nadie les dijo que la convivencia en pareja iba a ser fácil; y recién llevaban un año viviendo juntos.
Porque Katsuki poco a poco y de forma imperceptible fue llevando sus propias cosas hasta el departamento de la castaña y cada vez después de sus extenuantes jornadas de trabajo él iba directo a ver a su novia; porque anhelaba tenerla en sus brazos, mimarla y besarla; amaba simplemente ser y estar con ella.
Así que por eso ambos optaron por comenzar a vivir juntos luego de largas conversaciones temiendo que aquello podría arruinar su relación, pero se atrevieron y fue la mejor decisión que ambos pudieron tomar; además siempre se le hizo bastante hogareño el departamento de Ochako y ambos habían compartido hermosos recuerdos en aquel lugar.
Y a pesar de vivir juntos ambos respetaban sus espacios y tiempos, y Katsuki se acostumbró a ver a los amigos de Ochako siquiera una vez al mes para su tan amada "hora del té"; al igual que Ochako amaba poder compartir con los amigos del rubio que siempre le sacaban un par de carcajadas burlándose de Bakugo.
—¿Cuánto falta? — preguntó Ochako ya casi sin ánimos llegando junto a Katsuki.
—Queda poco. — él le tendió su botella con agua.
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Dime que estará todo bien (KACCHAKO/BAKURAKA) Finalizada.
Roman d'amourKatsuki salió de su edificio y pisó mierda de perro, llevaba días con un dolor insoportable en su brazo izquierdo y, como guinda del pastel, su novia le había puesto el cuerno. A sus 25 años Bakugo Katsuki lo tenía todo; su propio departamento, vehí...