Bakugo terminó de secar el último plato y lo guardó con cuidado en el mueble donde Ochako le había mencionado previamente. Observó con detenimiento la cocina y al percatarse de que estaba todo en orden salió a la sala en busca de la castaña.
A una distancia prudente y en completo silencio se dedicó a contemplar a la chica quien estaba sentada en el sofá frente a su computador, con el ceño levemente fruncido y su mano rascando su barbilla.
Se notaba que estaba concentrada en la pantalla y él disfrutaba de verla en todas las facetas que ella le mostraba, ya sea cuando estaba feliz, frustrada o molesta; ya que así le permitía poder conocer un poco más de la castaña.
Si hace un mes atrás le hubiesen dicho que estaría en el departamento de quién fue su terapeuta, observándola mientras trabajaba y queriendo besarla a cada instante, quizás le hubiese explotado la cara sin siquiera pensarlo.
Pero ahí estaba, observando a la chica que le quitaba el aliento, aquella que le transmitía paz y tranquilidad y que con un solo toque de sus manos lo llevaba a las nubes.
Aún no encontraba explicación lógica de su intensa atracción hacia Ochako al conocerla, pero no le importaba en lo más mínimo, quería disfrutar de ella y su compañía, de disfrutar de su aventura juntos la cual recién estaba comenzando.
Dejó escapar una sonrisa ladina de sus labios; quién lo diría, él, Ground Zero, necesitando de otra persona.
—¡Al fin!— habló Ochako sacándolo de sus pensamientos. Ella estiró sus brazos con pereza y luego se percató de la presencia del rubio. —¿Cuánto llevas ahí parado?
— El suficiente para decirte que si sigues frunciendo el ceño te aparecerán arrugas— le respondió mientras se acercaba para sentarse a su lado —¿Qué estabas haciendo?— preguntó con curiosidad al ver la pantalla del computador de la chica.
—Me pidieron revisar unas planificaciones para la semana— respondió haciendo una mueca de molestia— Parece que la gente no entiende que el concepto de fin de semana es equivalente a descanso— dio un suspiro y cerró su computadora.
—Deja de quejarte — habló con burla al ver la actitud de Ochako — El lunes vuelvo al trabajo. — le habló cambiando de tema y los ojos de Ochako se ampliaron y brillaron.
—Eso debe ser tan emocionante— ella le sonrió y besó su mejilla— Recuerda ser cuidadoso por favor, no creo que quieras otra lesión— le hablo como si estuviera reprendiendo a un niño.
—Ajá — él se acercó hasta quedar frente a su rostro y sonrió de forma ladina— Y en caso de que me lesione, tengo a mi terapeuta personal.
Ochako se sonrojó ante la cercanía de Bakugo y abrió sus ojos con sorpresa, podía sentir su cálido aliento del héroe sobre su rostro y desvió su atención a sus labios.
—No abuses, Bakugo-kun —murmuró la castaña y luego sintió la calidez de los labios de Katsuki sobre los suyos. Primero fue un vaivén lento, suave, permitiendo que sus labios se acoplaran de forma perfecta para luego intensificar el beso arrebatándole el aire de los pulmones.
—Seré cuidadoso, cara redonda— susurró en sus labios y luego volvió a besarla.
Ochako cerró sus ojos y se dedicó a sentir los labios de Bakugo sobre los suyos, al igual que las caricias que las grandes manos de él le proporcionaban a su cintura y rostro, sintiendo como su piel ardía bajo su tacto.
Se separaron por la falta de aire, ambos ruborizados por las sensaciones que invadían sus respectivos cuerpos y el calor del momento.
Uraraka se acomodó a su lado y dejó reposar su cabeza sobre el pecho de Bakugo mientras este reforzada el agarre en su cintura; Ochako sonrío al darse cuenta de lo perfecto que se acomodaba su cuerpo junto al del rubio.
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Dime que estará todo bien (KACCHAKO/BAKURAKA) Finalizada.
RomanceKatsuki salió de su edificio y pisó mierda de perro, llevaba días con un dolor insoportable en su brazo izquierdo y, como guinda del pastel, su novia le había puesto el cuerno. A sus 25 años Bakugo Katsuki lo tenía todo; su propio departamento, vehí...