15.

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Lucia.

sentí que el mundo se detuvo por algunos segundos, mi respiración comernzó a agitarse, derramaba lagrimas tras lagrima.

Joaquín acariciaba el cuerpo de esa mujer como alguna vez me acarició a mi. Cerré los ojos pensando que solo era mi imaginación, volví a abrirlos pero ahí seguían.

Respiré hondo, miré hacia mi lado Engracia estaba
igual de impactada que yo, no aguanté más, este
dolor me estaba consumiendo entera. Salí corriendo
del departamento en un mar de lagrimas.

Corrí hasta que no di más, di en una pequeña plaza,
me tiré al césped y lloré como nunca había llorado,
mi corazón estaba hecho trisas ¿qué haria? No tenía
a quien contarle mis cosas, necesitaba tanto un
abrazo.

Joaquín.

— Joaquín!— me gritó mi madre.

La chica se alejó de mi, se fue al baño a vestir, yo antes de todo eso me cubrí y luego empecé a cambiarme ya que mi madre me estaba esperando en su habitación para hablar, así fue como a los 20 minutos no había rastro de la chica que me estaba cogiendo.

Entre y lo que recihí fue una doble bofetada

— ey eso por qué?— le pregunte serio.

— ¡¿cómo pudiste?! engañaste a tu mujer!

— ella me engañio primero— dije serio mientras
respiraba profundamente.

— idiota— dijo mi madre

— mamá— le reclamé

— ella no te engañó, él la besó a la fuerza— me dijo
indignada, yo solo la miré.

— y qué me importa a mi? Lucia es solo una chica
más....creo.

— Y ENTONCES QUE TE JODE??

Lucía. 

Decidí ir al trabajo, era lo único que me quedaba
no estaba dispuesta a perderlo también, tal vez no
fui con el mejor ánimo pero tenía que olvidar esa
imagen, esa maldita imagen de Joaquin teniendo
sexo con una chica de la noche.

— estás bien?— me pregunta Sergio

— de verdad Sergio, no quiero hablar— dije mientras
miraba la computadora

— estuviste llorando?— vuelve a preguntar

— discúlpeme, pero eso es parte de mi vida privada y
a usted no le importa

— vamos Lucía, sabes que no es así, tú me
importas mucho— dijo con total sinceridad.

— pero usted no a mí, ayer me ocasionó muchos
problemas con el beso que me dio— le confesé.

— con ese imbécil?— me preguntó, yo no supe que
contestar, joder lo primero que quiero es olvidar a
Joaquín y me lo pasan recordando. Al paso que voy
lo olvidaré cuando esté muerta recién.

— de verdad señor Sergio no quiero hablar — le dije
mientras hacia mi trabajo.

Creo que Sergio entendió a la perfección, ya que se fue directo a su oficina, eso me alegró, de verdad ya no quiero saber nada de hombres, recuerdo la relación que alguna vez tuve con Diego, no fue la mejor ya que fue una relación sin amor por mi parte, mi padre me quería casar a la fuerza con él , no niego lo guapo que es pero es demasiado egocéntrico para mi, a mi me
gustan más rudos, más varoniles más serios como Joaquín, ash me gusta este idiota, soy una estúpida,
lo veo teniendo sexo y aun así lo quiero, bien
Lucia, bien sigue así.

Pasaron las horas, esta vez quise hacer tiempo extra,
no quería llegar al departamento, verle la cara a
Engracia o al innombrable, ay no.

Luego de pasar unas cuantas horas más, de pensar mucho decidí ir y enfrentar la situación.

Después de media hora llegué al departamento.

Entré muy callada, ya que todo me recordaba al
suceso de aquella mañana, mis ojos nuevamente
se llenan de lagrimas, estaba todo apagado,
seguramente doña Engracia estaba dormida y
Joaquin bueno pues él debe estar con alguna
prostituta.

Mi corazón se aprieta de tan solo pensarlo y de tan solo recordarlo. Prendí las luces, fui a la cocina, abrí la nevera, saqué un jarro con jugo lo eche a un vaso y lo
bebí, abrí un mueble, saqué galletitas y me las
puse a comer, me daba pereza cocinar, además
mi estomago no aguantaba tenía que alimentarlo.

De pronto escucho un ruido, joder no me digan
que de nuevo el innombrable está cogiendose a una cualquiera en la cama que YO duermo, por favor diganme que no.

Me acerco, aquella parte del departamento estaba
completamente oscura, tenía un tanto de miedo
por lo que mis ojos podían ver, de pronto salto del
mismo susto, alguien me tomó de la cintura por detrás claro era Joaquín

— soltame— dije quejándome, él obedeció y me soltó,
yo nuevamente me fui a la cocina. Mis galletas me
esperaban.

Joaquin me siguió— nosotros tenemos que hablar— dijo con su voz ronca, esa voz que me estremece

— ja— rio irónica— a ti no te gusta hablar— le dije
llevándome una galleta a la boca

— pero contigo si— dijo mirando hacia abajo

— mentiroso— susurré

— rompiste tu trato!— dice alzando algo la voz

— yo no he roto ningún trato— le dije

— te vi besando a ese imbécil

— corrección ese imbecil me besaba a mi, pedazo de estupido— le digo mientras guardo el jarro en la
nevera.

— bueno, yo no te creo— me dijo

— me vale— digo mirándolo a los ojos—  además si
fuese a si ¿qué?, vos uiste el que se metió con una
mina hoy— digo y mis ojos se llenan de lagrimas al
recordarlo.

— es diferente, Lucía, yo no hice ningún trato, yo si puedo meterme con quien se me antoja, vos no porque fuiste mía primero— dice reclamándome y con un tono machista.

— tarado, machista, imbécil— digo insultándolo
mientras le golpeo el pecho fuertemente,  mis ojos se llenan de lagrimas, las cuales recorren mis mejillas sin parar— estúpido, te odi..—no pude terminar de insultarlo, ashh y con las ganas que tenía de decirle tantas cosas..

Previamente el había tomado de mis manos, me apegó a su cuerpo, y comenzó a besarme apasionadamente, yo no me dejaba besar, lo empujé y le di dos cachetadas. Él me miró, me tomó  de mis hombros, me volvió a besar, y yo ya no pude aguantarme, le seguí aquel beso, ambos movíamos nuestros labios con pasión... Nuestras lenguas se metieron nuevamente al mismo juego de siempre .

Sexo con Timidez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora