- ¡Ya era hora! –Gritaron los chicos cuando vieron aparecer a Max y Bea en el jardín de la casa del chico.
- Hemos tenido que ir a un par de tiendas antes de venir. –Se justificó el muchacho.
- Claro, claro, por supuesto. –Le dijo Pau a su amigo en claro todo de burla.
Max no quiso seguir justificándose y se dirigió a Bea. -¿Quieres que te enseñe la casa?
La chica aceptó su ofrecimiento y lo siguió cuando Max entró en la gran sala de estar a través de una gran puerta de cristal corredera que daba acceso al jardín. Max fue explicándole donde se encontraba cada estancia, haciendo que Bea se sintiese cómoda en todo momento. Cuando el chico le había enseñado toda la casa, volvieron junto a sus amigos al jardín.
Sara se acercó a su hermana preguntándole que tal lo estaba pasado.
- Esto es genial, Sara. Estar aquí con todos vosotros es muy divertido. Además, Max es un chico encantador que ha estado pendiente de mí todo el día. La verdad es que me hace sentir apreciada y consigue que, a ratos, me olvide del impresentable de Frank.
- No sé si debería decirte esto, pero Nil me ha confesado que su hermano está muy contento de que decidieses venir con nosotras y haber tenido así la oportunidad de conocerte.
- Sí, él me lo dijo en la playa esta mañana.
- Caramba, ¿de verdad? Eso es estupendo, Bea. –Le dijo Sara a su hermana que estaba ruborizada.- Venga, vamos a seguir pasándolo bien.
Los chicos pasaron toda la tarde refrescándose en la piscina, compartiendo juegos, hablando de lo que pensaban hacer cuando finalizaran las clases y una vez entrada la noche, escuchando música y bailando.
Max no dejó pasar cualquier oportunidad que tenía de seguir compartiendo momentos con Bea y ella estaba feliz de que su hermana hubiese insistido en que les acompañara el fin de semana. Estar allí, rodeada de gente hacía que no pensase demasiado en lo que había sucedido con Frank, y justo eso era lo que necesitaba.
- Chicas, deberíamos irnos ya, es muy tarde. –Dijo María a sus amigas que la miraron con cara de pena.
- Quedaos aquí esta noche, María. No tenéis porque marcharos. –Les dijo Nil a las chicas.- Hay habitaciones suficientes para todos, así que no hay problema. Es más, estoy seguro de que todos estamos de acuerdo en que es una buena idea, ¿verdad chicos? –les preguntó Nil a sus amigos.
- Por supuesto que sí, quedaos aquí. –Exclamaron todos.
Las chicas hablaron entre ellas y decidieron que, dado que tenían pensado volver a ir a la playa al día siguiente y ya era bastante tarde, se quedarían a dormir en casa de Nil y Max.
Los anfitriones les enseñaron sus habitaciones para que pudiesen descansar, pero Max les anunció a todas que los chicos habían decidido que se quedarían un rato más fuera y que si todavía no querían irse a dormir, podían quedarse con ellos.
- Bea, ¿te vienes? –Le preguntó Max a la chica poniendo cara de súplica.
- No sé, Max, estoy un poco cansada y mañana nos espera un día largo también. –Le contestó Bea indecisa.
- Lo entiendo, no te preocupes.
- Bajemos un ratito, Bea. –Le dijo Sara a su hermana que vio florecer una sonrisa en los labios de Max y Nil ante su decisión.
- Está bien, os acompaño. –Le contestó Bea a su hermana, que se acercó a ella para darle un cariñoso beso.
Nil se aproximó a Sara para agradecerle que hubiese accedido a pasar un poco más de tiempo con él. –Me alegro de tu decisión, linda- no quería separarme aún de ti- le dijo al oído, haciendo que Sara se ruborizase completamente.
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Entre fresa y regaliz
Teen FictionBea no entendía que estaba pasando entre ella y Frank, pero sabía que su relación no podría aguantar mucho más de la forma en que estaban. Darse cuenta de la realidad, la dejó hundida por completo, pero alguien a quien ella no esperaba, aparecería...