18.- Espacio

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Bea se quedó petrificada al oír la voz de Frank. A pesar de que había concluido llamarlo, aún no estaba preparada para verlo. Por un momento pensó que su imaginación le estaba jugando una mala pasada, así que se giró para comprobarlo y ahí estaba él, mirándola y acercándose más a ella.

- Siento haberme presentado así, pero no contestabas a mis mensajes. —Le dijo el joven cuyo rostro evidenciaba las señales de no haber descansado bien.

- Quizás es que no tenía nada que decirte. —Le contestó Bea duramente.

- Puede ser, aunque no lo creo. Me porté como un perfecto idiota contigo, así que, es imposible que no quieras decirme nada, aunque sean insultos. Me los merezco, no te preocupes.

En ese momento, Carmen salía del instituto y, al ver a Bea y a Frank frente a frente, se acercó hasta la chica.

- ¿Todo bien, Bea? —Le preguntó de forma directa ignorando por completo al joven.

- Sí, Carmen. No te preocupes. —Contestó Bea sonriendo a su compañera de clase.

- ¿Te espero? —Insistió Carmen dejándole claro a su amiga que podía contar con ella.

- No es necesario, tranquila. Estoy bien.

- De acuerdo, entonces te llamo luego. — Carmen dio un apretón al hombro derecho de su amiga, mostrándole con el gesto su apoyo y se dio la vuelta para marcharse sin despedirse de Frank.

- Vaya, parece que ella también está molesta conmigo. —Espetó el chico en un tono de voz calmado.

- Es mi amiga, Frank. ¿Qué esperabas?

- Lo entiendo, es sólo que…duele.

- ¡¿Qué duele?! —Le gritó Bea sin darse apenas cuenta de que lo estaba haciendo— ¡Dolor es lo que tu me has hecho sentir a mi, Frank! ¡Dolor, es ver como tu novio se besuquea delante de tus narices con otra chica! ¡Dolor, es comprobar que todo lo que parecía real, no es más que una gran mentira! Eso es dolor.

- Tienes razón, Bea y, lo siento, lo siento mucho. No volverá a suceder. —Le contestó el muchacho bajando la mirada al suelo. Durante esta semana, he podido pensar mucho y he recapacitado. No se lo que me ha estado pasando todo este tiempo, pero te aseguro que me he dado cuenta y te prometo que a partir de ahora será diferente.

El corazón de Bea empezó a latir con fuerza. Se preguntaba por qué justo en ese momento tenía que escuchar aquello que durante tanto tiempo había estado esperando por parte de aquel chico. No era justo.

- Yo también lo siento Frank, pero no va a haber un “a partir de ahora” contigo. Sé que estas arrepentido, pero ya es tarde. —manifestó la muchacha evitando mirar directamente a los ojos al chico.

- ¡No me hagas esto, Bea! Por favor, mírame —le pidió Frank acercando su mano a la muñeca de la joven de forma dócil—. Sé que me quieres. Ese sentimiento no puede haber desaparecido en una semana. Por favor, déjame que te demuestre que todo va a ser como al principio.

- No Frank. No puedo creerte, ya no. Lo siento.

La muchacha se dio la vuelta para que el joven no pudiese ver como sus ojos se cristalizaban y empezó a caminar alejándose del chico.

Frank se quedó estático, viendo como ella se marchaba, sin ser plenamente consciente de la negativa de la que, hasta hacía poco, había sido su pareja.

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Bea llevaba hablando con Carmen durante más de media hora. Aún no había llegado a su casa, después de la conversación con Frank, cuando su amiga la llamó por teléfono para saber cómo se encontraba y Bea no había tenido más remedio que explicarle como había transcurrido la conversación y que le había dejado claro al chico que entre ellos todo había finalizado ya. Carmen, la felicitó por haber obrado de aquella forma.

Entre fresa y regalizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora