La cena estaba siendo genial. Bea pensó que realmente, era muy difícil no animarse con aquellas cuatro alocadas amigas que hacían un chiste de todo. A pesar de no conseguir desconectar su mente de Frank y su silencio, no podía evitar reírse de las ocurrencias de María y Carla, que eran las más bromistas.
- ¿Ves Bea? Deberías pasar más tiempo con nosotras. Me gusta verte sonreír y lo has hecho más en las tres últimas horas que en los tres últimos meses. – Le dijo Sara a su hermana en voz baja para que sólo ella pudiese oír sus palabras.
-Realmente te agradezco que me hayas invitado Sara. No puedo evitar seguir estando algo triste, pero por lo menos, en algunos momentos puedo tener una sonrisa en mi cara.- Claro que sí, preciosa. Y ya verás, cuando conozcas a los amigos de María esta noche…te animarás aún más. –Sara le guiñó un ojo a su hermana, que le sonrió tímidamente deseando que eso pasase, pero sin poder creer que fuera a suceder.
Una vez finalizada la cena, María les anunció que había quedado con Fede y sus amigos en un cocktail bar del casco antiguo de la ciudad, así que recogieron sus cosas y se dirigieron hacia el lugar en el que se encontrarían todos.
Cuando llegaron a la entrada del local, había una larga cola de personas esperando a que el vigilante de seguridad les dejase acceder al mismo. María se acercó a él y le dijo algo al oído a lo que el chico asintió y les hizo un gesto para que se dirigiesen a la entrada y pasasen.
- ¡Caramba, María, esta vez te has superado! –Le dijo Júlia a su amiga que le sonrió descaradamente.
El lugar era acogedor y amplio. Tenía dos barras de copas, una en cada extremo del recinto. Varios sillones que rodeaban pequeñas mesas de centro, estaban distribuidos por todo el local. La música sonaba a un volumen que permitía poder conversar perfectamente. En la parte del fondo había una zona de reservados hacia donde se dirigió María, indicándoles a sus amigas que la siguiesen.Todas se dirigieron detrás de ella hacia una de las zonas delimitadas por un cordón de terciopelo rojo, que un chico de seguridad retiró al ver a María, para dejarlas pasar.
Sentados en unos amplios , estaban cuatro chichos, que se levantaron de inmediato al verlas llegar.- Hola María, pensábamos que ya no ibais a venir.- Le dijo un chico moreno de ojos marrones, vestido con unos pantalones tejanos y una camiseta ajustada que marcaba su musculoso torso.
- ¿De verdad pensabais que os íbamos a dar plantón, Fede? Mis amigas no me lo perdonarían.- Le contestó María guiñándole un ojo. Fede se giró hacia las amigas de María y saludó a Júlia, Carla y Sara con dos besos a cada una.
- Me alegro de volver a veros, chicas. ¿No vais a presentarnos a vuestra amiga?
- Hola Fede –respondió Sara- Yo también me alegro de veros chicos. Os presento a Bea, es mi hermana menor y mi ojito derecho, así que mucho cuidado con no pasaros con ella.
Bea dio dos besos a Fede quien le presentó al resto de sus amigos, Pau, Nil y Carlos.
- No te preocupes Sara, tu hermana está segura con nosotros. – Dijo Pau, quien guiñó un ojo a Bea y la invitó a sentarse junto a él.
Todas las chichas se sentaron en los sillones, junto al grupo de amigos y empezaron a hablar sobre lo que iban a hacer esa noche.
Fede propuso quedarse en el local un rato más y así esperar a Max, el hermano gemelo de Nil, que había ido a recoger a unos amigos que, al igual que las chicas, iban a pasar el fin de semana en Marbella, en este caso, en la casa de Nil y Max.
- Max y sus amigos no tardarán en llegar. – Dijo Carlos mirando directamente a Júlia, que se sonrojó al instante-. Luego podemos ir a Cups, si os parece bien. –Añadió Fede. - Está muy cerca y podemos ir andando.
Todos asintieron, mostrando su acuerdo con la propuesta de Fede y cambiaron de tema, empezando a recordar anécdotas divertidas de sus otros encuentros.No habían pasado apenas quince minutos cuando un chico rubio, alto y atlético, que era casi idéntico a Nil se acercó al grupo. – Hola, ya estamos aquí, aunque Alex y sus amigos han encontrado compañía en la entrada y han preferido quedarse una rato apartados. Ya me entendéis- dijo Max riendo.
Todos saludaron a Max, quien no dejaba de mirar a Bea. –¿Y esta preciosidad, quién es? –preguntó sin apartar sus ojos de ella.- Es Bea, la hermana de Sara. – Le dijo Nil-. Max se acercó a Bea, le tendió su mano y se presentó: - Max, mucho gusto. Si necesitas que alguien te enseñe la ciudad, te acompañe de copas o te muestre las mejores calas de esta zona, cuenta conmigo.-Y le guiñó uno de sus ojos color miel, haciendo que Bea se sonrojase.
- Gracias Max, pero no creo que a mi chico le agradase que aceptara tu oferta.
- ¿Tu chico? Déjame acompañarte mañana y te aseguro que te olvidarás de él en menos de lo que canta un gallo.-Le contestó Max sonriendo.
Bea se sonrojó de nuevo, mirando a su hermana y pidiéndole en silencio que la rescatase, ya que sin saber por qué, Max hacía que se sintiera cohibida.
Sara entendió el mensaje y les dijo al resto del grupo: - ¿Qué os parece si nos vamos ya a Cups?, ¡Me muero por bailar!
- Claro, vámonos. Yo seré tu pareja de pista, si me dejas. –Le contestó Nil acercándose a ella y extendiéndole una mano para ayudarla a levantarse del sillón en el que estaba sentada.
Todos la imitaron y se levantaron para marcharse. Salieron de la zona reservada y se dirigieron a la salida del local.
Fede, María, Júlia y Carlos iban delante. Detrás de ellos iban Carla, Sara y Bea y en una tercera fila iban Nil y Max. Este último adelantó a los demás diciéndoles que iba a buscar a Alex y a sus amigos. – Allí están, les dijo al grupo señalando a dos chicos que conversaban con una guapísima joven y a una pareja que se besaba apasionadamente apoyada en un coche.
Al acercarse a ellos, Sara puso las manos en su boca y miró con expresión de angustia a su hermana que estaba petrificada, completamente pálida y con los ojos vidriosos.
- ¡No puede ser!
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Entre fresa y regaliz
Novela JuvenilBea no entendía que estaba pasando entre ella y Frank, pero sabía que su relación no podría aguantar mucho más de la forma en que estaban. Darse cuenta de la realidad, la dejó hundida por completo, pero alguien a quien ella no esperaba, aparecería...