Las tres últimas semanas habían sido las más largas en la vida de Bea. La joven había estado preparando sólidamente, junto a Carmen, sus pruebas de acceso a la universidad y por fin habían realizado el último examen.
A pesar de que la muchacha no estaba en su mejor momento anímico, había hecho un gran esfuerzo y tenía buenas sensaciones sobre como había desarrollado las preguntas de sus exámenes, así que estaba contenta.
Carmen, por su parte también estaba satisfecha, por lo que le propuso a su amiga salir a celebrarlo por la noche.
- No sé Carmen, estos días he tenido la excusa perfecta para poder esquivar los intentos de quedar de Frank, pero a partir de ahora, sé que va a ser mucho más insistente, por lo que no creo que exponerme a encontrármelo sea la mejor idea.
- Vamos Bea, no puedes vivir recluida para no encontrarte con él. Además, recuerda que tú no has hecho nada malo. Fue él quien la fastidió, así que tienes todo el derecho a decidir si lo quieres o no en tu vida. —Le dijo Carmen a la muchacha mientras caminaban hacia la salida del instituto.
- Sí, tienes razón, pero aun así…
- Chicas —las interrumpió Álex— ¿cómo han ido los dos últimos exámenes? —les preguntó el joven mientras se acercaba a Carmen para depositar un tímido beso en la mejilla de ésta.
- Hola cariño, muy bien. Justo ahora estaba diciéndole a Bea que teníamos que ir a celebrarlo. —Contestó la muchacha alegremente.
- Me parece una idea estupenda. Necesito salir con mi chica después de estas semanas en la que casi no he podido disfrutar de ella. —Les respondió el muchacho pasando un brazo por encima de los hombros de Carmen de forma cariñosa.
- ¡Está bien, pesados! Quedemos esta noche. —Les dijo Bea en tono de resignación.
- ¡Ahora te escucho! Entonces, te recogemos a las nueve en tu casa. Vamos a cenar y luego a Vanix. ¿Te parece bien? —Le preguntó Carmen a Bea ilusionada.
- Sí, perfecto. —Contestó la joven. – Entonces, os veo luego, que quiero pasar por la biblioteca a devolver un par de libros.
- Podemos acompañarte, no tenemos prisa. —Le dijo Álex a la muchacha.
- No es necesario, chicos. Como tú mismo has dicho, no has podido pasar mucho tiempo con Carmen estas semanas, así que debes estar impaciente de poder hacerlo a solas. No os preocupéis. Nos vemos esta noche. —Respondió la muchacha que pudo ver como su amiga le lanzaba un beso en señal de agradecimiento.
Los amigos se despidieron y Bea se encaminó hacia la biblioteca. Después de devolver los libros en el mostrador, decidió revisar sus mensajes de correo entrante y para ello, se sentó en una de las mesas situadas justo al fondo de la sala de estudio. Cuando estaba concentrada en la pantalla del ordenador, una voz familiar la hizo estremecer.
- ¿Puedo sentarme en esta silla? —Le preguntó Frank en voz baja señalando el asiento situado justo al lado del de Bea.
- ¿Qué estás haciendo aquí, Frank?
- He venido a recoger un libro que había solicitado hace algunos días y por fin había llegado. Te he visto desde la entrada y no he podido resistirme preguntarte por tus exámenes de selectividad.
- Me han ido bien, gracias. —Contestó la joven secamente.
El muchacho, para no hacer ruido, levantó levemente la silla situada al lado de donde estaba sentada la chica y la retiró hacia atrás para sentarse a continuación.
- Bea, por favor, perdóname. Déjame reparar mi error. Hablemos, por favor.
- Te he perdonado Frank, pero eso es todo. No hay nada más que hablar.
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Entre fresa y regaliz
Teen FictionBea no entendía que estaba pasando entre ella y Frank, pero sabía que su relación no podría aguantar mucho más de la forma en que estaban. Darse cuenta de la realidad, la dejó hundida por completo, pero alguien a quien ella no esperaba, aparecería...