Bea no podía dejar de parpadear sin saber si lo que estaba viendo era real o un dulce sueño. Casi todas las personas cercanas a ella se encontraban en aquella sala esperándola para celebrar lo que, sin duda, era su cumpleaños más especial. La joven se había quedado inmóvil, consecuencia de la sorpresa, así que Max se acercó a ella para cogerla de la mano e invitarla con un gesto a entrar en la sala. – Espero que te guste lo que hemos preparado, preciosa. —Le dijo el joven cuando se acercó a ella y la besó en la sien con cariño.
Los padres de Bea fueron los primeros en acercarse a su hija, ante el asombro de esta. -Muchas felicidades, cielo. —Le dijo su madre al llegar hasta ella para abrazarla.
- Mama, ¿vosotros habéis montado todo esto? —Le preguntó Bea, con los ojos vidriosos, sin duda por la emoción.
- Nos gustaría llevarnos el mérito, pero en esta ocasión, nosotros sólo hemos venido como invitados. Max ha sido quien se ha ocupado de todo. —Respondió su padre que también había abrazado a su hija.
Bea fue consciente en ese momento de que ella no les había hablado a sus padres del joven, por lo que se giró a mirarlo más sorprendida aún, si es que eso era posible.
El chico se encogió de hombros y sin emitir sonido alguno vocalizó un “lo siento” con una sonrisa en su cara que evidenciaba que no tenía sentimiento alguno de culpa.
- Cariño, ve a saludar a tus amigos, que seguro que están deseando hablar contigo. —Le dijo su madre a la muchacha que se acercó para agradecerle que estuviese allí, con un sentido beso en la mejilla.
- ¡Dios mío! ¡No puedo creer que estéis todos aquí! —Dijo la joven tapando su boca con sus manos en un gesto de sorpresa al darse cuenta de que Fede, Carlos y Pau estaban junto a las chicas que habían pasado con ella toda la mañana en el spa. Los chicos se acercaron a ella para abrazarla y felicitarla de nuevo.
- No nos podíamos perder tu fiesta de mayoría de edad. Max la ha estado planificando desde el mismo día en el que supo la fecha. —Le dijo Pau dando un pequeño empujón de costado a su amigo que se encontraba a su derecha.
En ese momento, Bea recordó las palabras que Max le había dicho en la playa, el día en que ganaron la guerra de torres: “- Vaya, adquirir la mayoría de edad sólo pasa una vez en la vida, así que me ofrezco para prepararte una fiesta que no olvides jamás.”. La joven no pudo evitar que una fuerte sensación de bienestar la inundara, teniendo únicamente ganas de tirarse a los brazos de aquel chico que no dejaba de observarla ni un solo instante.
- Tenemos mucha suerte, hermanita. —Le dijo Sara en voz baja, acercándose a ella y guiñándole un ojo.
Bea estaba embobada mirando a Max y pensando en todos los esfuerzos que el joven habría tenido que hacer para poder darle aquella sorpresa, que sin duda, tal y como había previsto él mismo tres meses atrás, no podría olvidar jamás.
Álex y Carmen esperaron a que Bea acabara de saludar a todas las personas que estaban allí, antes de acercarse a la joven. – Muchas felicidades, pequeñaja, le dijeron al unísono, haciendo que Bea los mirase con fingido enojo.
- Mil gracias por haber venido, chicos. Estoy segura de que vosotros habéis tenido mucho que ver en que estén aquí nuestros compañeros de clase y el resto de nuestros amigos. ¿No es así, Carmen? —Le preguntó la joven a su amiga que únicamente se encogió de hombros como respuesta.
Una vez que Bea había saludado a todo el mundo y les había agradecido su presencia en la fiesta, se dirigió a Max. – Jamás me hubiese imaginado algo así para mi cumpleaños. Has pensado en todo y en todos. Muchas gracias, Max. —Le dijo la joven acercándose al muchacho y besándolo apasionadamente.
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Entre fresa y regaliz
Roman pour AdolescentsBea no entendía que estaba pasando entre ella y Frank, pero sabía que su relación no podría aguantar mucho más de la forma en que estaban. Darse cuenta de la realidad, la dejó hundida por completo, pero alguien a quien ella no esperaba, aparecería...