13.- Algo más

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Bea inició su sesión y llamó a su amiga que estaba esperando con anhelo la comunicación.

- Hola preciosa, ¿cómo te encuentras? –le preguntó Bea a su amiga intentando no hacer notable su continua preocupación por el débil estado de salud de la joven.

- Hola Bea. Estoy bien. –todo continua como siempre y tu, ¿qué tal estás?

- Deseando hablar contigo. Echo de menos tenerte cerca para poder explicarnos nuestras penas sin que tengamos que utilizar una pantalla.

- Sí, yo también tengo muchas ganas de que volvamos a estar juntas de nuevo. Espero poder regresar pronto a casa. Oye, ¿y cuáles son esas penas que quieres explicarme?

Bea empezó a relatar a su amiga todo lo que había sucedido en la última semana. Aunque habían hablado en días pasados, la chica no había tenido el ánimo de explicarle todo lo sucedido con Frank y mucho menos que había conocido a Max.

Ana mostró su indignación ante el comportamiento de Frank con su amiga y le aconsejó que se diera una oportunidad y empezase a conocer mejor a ese chico que no había dudado en defenderla cuando el impresentable de su ahora exnovio, había intentado agredirla. Era de sobras conocido por Bea que Frank no era santo de la devoción de Ana desde que la joven la vio sufrir durante el episodio sucedido cuando Bea fue a visitarla a EEUU.

-  Oye, ¿y cuándo vas a presentarme a ese bombón? –le preguntó Ana a su amiga guiñándole un ojo y viendo un destello de alegría en sus ojos a pesar de las enormes ojeras que lucía.

- Pues cuando quieras, de hecho, ahora estoy en la habitación de invitados de la casa de Álex, manteniendo esta conversación contigo desde el ipad de Max.

- ¿De verdad? ¿Y dónde está él?

- Me ha dicho que me iba a esperar, así que supongo que habrá regresado a la fiesta y estará abajo, en el jardín.

- En ese caso Bea, no quiero robarte más tiempo, ve con él y diviértete. Pásalo en grande por ti y por mí, ya que yo no puedo. –La muchacha le sonrió con sincera dulzura y la emplazó a que, una vez Max hubiese regresado a su ciudad, le explicase cómo había ido todo.

Las amigas se despidieron y Bea cerró su sesión y apagó el ipad de Max.

Cuando abrió la puerta para dirigirse a la planta baja, vio al muchacho, mirando su teléfono móvil, apoyado en la baranda que quedaba enfrente de la habitación en la que había estado hablando con su amiga. Los ojos del chico se iluminaron cuando vio a la muchacha salir por la puerta.

- ¿Cómo está tu amiga?

- Un poco más animada que la última vez que hablé con ella. ¿Sabes? Pensaba que estarías abajo, en la fiesta. De haber sabido que estabas aquí, te la hubiese presentado, ya que cuando le hablé de ti, quiso conocerte.

- Ajá, ¿así que le has hablado de mi a tu amiga? –le dijo el joven en un tono divertido, dejando claro lo encantado que estaba por ello.

- Por supuesto que sí, Ana y yo siempre nos lo hemos explicado todo.

- Y…¿puedo saber qué le has contado?

- Quieres saber demasiado, quizás otro día te lo explique. –Bea pasó por delante del chico sonriendo y haciendo un gesto coqueto con su cabeza.

El muchacho sonrió también y se dispuso a acompañarla de regreso a la fiesta para buscar a Álex y a Carmen.

Una vez lograron encontrar a sus amigos, planificaron lo que harían el fin de semana que acababa de empezar para Bea con aquella fiesta a la que no tenia ganas de ir y en la que se lo estaba pasando genial.

Sin darse apenas cuenta, el tiempo transcurrió rápido y en la fiesta ya no quedaba apenas nadie.

- Creo que deberíamos irnos ya, Carmen –le dijo Bea a su amiga.

- ¿Tan pronto? –Dijeron Álex y Max al unísono.

- Sí, deberíamos estar descansadas para todo lo que hemos planeado hacer mañana. –contestó Bea–. Además, le prometí a un amigo que cuando volviera a casa, lo llamaría para explicarle cómo había ido la fiesta.

Al oír estas palabras, la cara de Max se iluminó.

- ¿Un amigo? ¿Quién es? ¿Lo conozco? ¿Estas segura de que no se molestará si lo llamas a estas horas? Es muy tarde –Le preguntó Carmen a su amiga–.

- Estoy segura de que no lo hará. –Bea miró de reojo a Max que no podía dejar sonreír.

- Bien, entonces nos vemos mañana chicas –les dijo Álex acercándose para para despedirse con un beso en la mejilla de cada una.

- Carmen se sonrojó ante el contacto de Álex y Bea le sonrió al darse cuenta de ello.

- Buenas noches, chicas –dijo entonces Max imitando la acción de su amigo. Dio dos besos a Carmen y al acercarse a Bea le susurró al oído: - Estoy impaciente por que suene mi teléfono. Acto seguido, rozó con sus labios la comisura de los labios de la chica que sintió como todo su cuerpo temblaba ante aquel leve y sugerente contacto.

Después de que las chicas se marcharan, Álex despidió a los pocos invitados que aún quedaban en la fiesta, quedándose sólo con Max.

- ¿Qué tal ha ido con Bea?

- Creo que muy bien. Me gusta mucho Álex. Sé que es muy pronto para ella por todo lo que ha pasado, pero quiero…no, necesito seguir conociéndola. Nunca me había planteado nada serio con ninguna chica, pero con ella…es distinto. Jamás me había sentido así antes.

- Venga ya Max, ¡si sólo hace una semana que la conoces! Además, ella necesita tiempo para curar sus heridas.

- Lo sé, pero no puedo evitarlo Álex. Cuando pienso en ella, cuando la veo, cuando nuestras manos se rozan…es especial –le dijo el muchacho a su amigo que lo miraba asintiendo.

- Sí, ella es especial. Por eso no se merece por lo que ha pasado y no me gustaría que la volvieran a herir.

- No voy a hacer nada que pueda hacerle daño, Álex. Por eso no te preocupes.

- Lo sé, créeme. De no ser así no te habría invitado esta noche. Y ahora, deberíamos imitar a las chicas e irnos a descansar, que mañana debemos pasar a recogerlas temprano.

- Cierto. Deberíamos irnos a dormir ya.

Los chicos subieron al primer piso y se despidieron para retirarse a descansar.

Apenas había entrado y cerrado la puerta de su habitación cuando el  teléfono de Max vibró en el bolsillo de su pantalón.

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Entre fresa y regalizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora