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Jade's POV

Le conté todo lo que sucedió a Perrie. Le conté que Lauren había besado a otra chica y que al parecer sentía algo por ella. Le conté lo insuficiente que me sentía desde lo ocurrido. Le conté todo eso y ella escuchó cada detalle con atención.

Lloré. Lloré mucho, y ella estuvo en todo momento para consolarme.

Debo admitir que fue extraño sentir los brazos de la rubia envolverme en un cálido abrazo, pero me gustó. En realidad me agradó mucho la actitud que tuvo esa tarde. Disfruté estar a su lado en ese solitario lugar de la escuela.

En fin, era viernes por la tarde y yo me encontraba en el patio trasero de esa casa que aún no consideraba mi hogar. Lamentablemente, no me pude quedar más tiempo en la biblioteca, pues cerraron antes. Por eso, decidí pasar mi tarde recostada en el césped de ese jardín. Obviamente tenía los auriculares puestos y mi mirada perdida en las blancas nuves que adornaban el cielo.

Luego de pasar unas horas allí, decidí entrar a la casa, pues la temperatura comenzaba a bajar y mi cuerpo no lo soportaba.

Subí rápidamente las escaleras para evitar encontrarme con mi tía. Su jornada laboral ya había terminado y lo primero que hace al llegar a casa es preparar una cena que claramente no me hace ilusión probar.

Casi me da un infarto al ver que mi habitación no se encontraba vacía.
Cierta rubia recorría el lugar tranquilamente, mirando con cautela cada cosa que había.

Me quedé un rato observando sus delicados movimientos al transportarse por la habitación. Cuando vi que se detuvo a observar mi escritorio, tuve que intervenir, pues estaba a punto de tomar mi libreta de dibujos.

- ¿Que haces? - la rubia se sobresaltó al escuchar mi voz, haciendome sonreír con ternura.

- Mierda, me asustaste - exclamó mientras posaba una mano en su pecho.

- Cuida ese lenguaje, Edwards - advertí intentando mantener una expresión seria en el rostro.

Perrie simplemente puso los ojos en blanco mientras se acercaba lentamente a mí. Cuando estuvo a unos centímetros de distancia, hizo un gesto con su cabeza señalando la cama sobrante de la habitación. Mis labios se entreabrieron al ver que un enorme bolso descansaba en la parte superior de esta.

- Creo que seremos compañeras de habitación - murmuró levantando levemente la comisura de sus labios.

- ¿Qué? ¿Por qué? - pregunté intentando ocultar el nerviosismo que me abarcó de repente, pero la mirada penetrante de la ojiazul no ayudaba en nada.

- Mi madre tiene un viaje de trabajo y para ella, la única persona de confianza es tu tía - explicó sin apartar su mirada de mi rostro.

- Mierda - murmuré sin pensarlo. El ceño de la rubia se frunció levemente antes de fijar su mirada al piso.

- No te preocupes, solo será el fin de semana - murmuró en voz baja.

Entonces entendí que mi pequeña e indefensa palabra le había afectado.
Ella había malinterpretado mi reacción.
Por eso decidí posar una de mis manos en su hombro para luego susurrar...

- Creo que hablo dormida, así que no te espantes -

Una enorme sonrisa apareció en su rostro y pude notar un pequeño hoyuelo en su mejilla izquierda. Nunca antes había notado ese detalle, tal vez porque esa era la primera vez que la rubia me sonreía de esa forma.

- Es lindo - susurré sin ser consciente de mis palabras.

- ¿Qué cosa? - preguntó Perrie notablemente confundida.

Mis mejillas se encendieron al darme cuenta de que lo había dicho en voz alta.
Me maldije internamente y por un segundo quise salir corriendo de ese lugar, pero no pude hacerlo.

Me adentré en la habitación para disimular el rubor en mis mejillas y comencé a acomodar un par de cosas en mi escritorio, fingiendo estar sumamente concentrada en mis acciones.

Cuando sentí que el calor en mi rostro se había disipado, me voltee a verla con una sonrisa nerviosa.

- ¿No vas a responder? - preguntó la ojiazul con una media sonrisa estampada en el rostro.

Ella había notado mi nerviosismo y claramente lo estaba disfrutando, por eso decidí que era mi turno de jugar.

Me acerqué lentamente a ella hasta que mis labios rozaron débilmente el lóbulo de su oreja.

- Me gusta tu sonrisa y ese hoyuelo en tu mejilla es jodidamente lindo - susurré en su oído, notando como su respiración se entrecortaba.

Me alejé de ella y sonreí triunfalmente al ver que sus mejillas se encontraban completamente ruborizadas.

Sin más que decir, salí de la habitación y me dirigí a la planta baja. Mis piernas estaban temblorosas por lo que acababa de hacer, pero logré bajar las escaleras sin caer.

Me encontré a Zoe mirando fijamente la pantalla de la televisión. No tenía nada más que hacer, así que me senté a su lado para acompañarla. Luego de unos minutos, la rubia al fin notó mi presencia.

- Hola, Jadey - saludó animadamente, como si no me hubiese visto hace un par de horas en la escuela.

- Hey - respondí, divertida por su actitud.

- Oh, olvidé decirtelo... Perrie se quedará con nosotras este fin de semana - dijo mientras volvía su atención al televisor.

- Si, ya lo noté - murmuré con una pequeña y significativa sonrisa en el rostro.

Mi prima no escuchó lo que dije, pues estaba sumamente concentrada en el programa que estaba pasando. Negué con la cabeza luego de soltar una carcajada silenciosa.

- ¡Niñas, la cena está lista! - el grito de mi tía me sacó de mis pensamientos.

Me levanté bruscamente del sofá para dirigirme al comedor, donde la tía Anne seguía preparando la mesa.

- Comí hace un rato, así que hoy no cenaré - hablé rápidamente.

Ella simplemente asintió con la cabeza y siguió ordenando los utensilios para comer.

Me dirigí hacia las escaleras para subir a mi habitación, pero a medio camino me topé con Perrie.

- ¿No vas a cenar? - preguntó la rubia sin expresión en el rostro. Mi garganta se secó por completo, por lo que no pude responder con palabras, así que simplemente negué con mi cabeza.

Estaba por seguir caminando, pero sentí que alguien tomaba delicadamente mi mano. Me voltee para ver a Perrie, la cual me observaba detenidamente sin soltar su agarre de mi mano.

- Por favor - susurró en un tono a penas audible, pero que logré escuchar perfectamente.

Sus ojos azules me miraban suplicantes, una mirada que jamás había visto en ella. Solo bastó unos segundos para que accediera, pues ya me tenía a sus pies.

La mirada de sorpresa por parte de mi tía y prima al verme entrar nuevamente al comedor, no pasó desapercibida. Les sonreí con timidez, pues Perrie aún sostenía mi mano como si me fuese a escapar de su lado.

- Creo que tengo algo de hambre - murmuré para luego encogerme de hombros.

Las tres mujeres que estaban en ese comedor me sonrieron brillantemente y supe que había tomado la decisión correcta.

Just breatheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora