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Jade's POV

Al llegar a casa, luego de mi pequeña caminata por el vecindario, escuché un grito proveniente de la cocina. Ni siquiera me molesté en averiguar que sucedía, pues ya lo sabía perfectamente.

Mis padres estaban discutiendo, como vienen haciendo desde que empezó el verano, es decir, hace dos meses.
Nunca me agradó la idea de que ellos se encerraran en la cocina para gritarse cosas hirientes. Por eso mismo decidí subir a mi habitación y así poder escapar de la realidad, aunque fuese solo por unos minutos.

Ya en mi habitación, tomé mi libreta de dibujos y un lápiz de madera, me puse los auriculares y empecé a trazar delicadas líneas sobre la hoja de papel.
Me empecé a relajar, la música siempre tuvo ese efecto en mí, y olvidé por completo lo que estaba sucediendo fuera de esa habitación.

Toda esta paz se esfumó cuando sentí tres golpes en la puerta y tuve que parar lo que estaba haciendo. No quería ver a nadie en ese momento, así que decidí no abrir y ver de quién se trataba.

- Jade, por favor - al escuchar la voz de mi madre supe que algo no andaba bien.

Normalmente, después de discutir, mi padre sale de casa por un par de horas y mi madre se encierra en su habitación hasta el día siguiente.

- Abre la puerta, necesito hablar contigo - dijo con voz temblorosa.

Después de un minuto o dos, decidí al fin levantarme del suelo de mi habitación y abrir la puerta.

- ¿Que ocurre? - pregunté tratando de sonar indiferente.

- Nos vamos de aquí. Así que empaca tus cosas antes de que tu padre suba - dijo ella con el semblante serio. En ese momento solo puede asentir con la cabeza pues estaba sorprendida.

Ella no dijo nada más, simplemente se dio media vuelta para dirigirse hacia su propia habitación. Volví a entrar a la mía y entonces lo sentí... el pánico invadió cada parte de mi cuerpo, mis manos estaban temblorosas y mi respiración inestable.

- Mierda - murmuré entrecortadamente.
Cerré con fuerza la puerta de mi habitación para comenzar a caminar de un lado a otro mientras sostenía mi cabeza con ambas manos - Mierda, no otra vez.

Abrí bruscamente mi armario para tirar toda mi ropa al piso. Nisiquera me importó arruinar el perfecto doblado que tenían las prendas, simplemente agarré todo y lo metí en una maleta que, con un poco de esfuerzo, logré cerrar. Agarré mi mochila negra para guardar mi libreta de dibujos, mis auriculares y mi cámara de fotografías.

Mi respiración seguía irregular, por lo que lentamente me senté sobre la maleta e intenté calmarme.
Ni siquiera sé por qué sentí tanto miedo, es decir, sabía que ese día llegaría, era algo inevitable. Supongo que no estaba del todo preparada para esa situación.

Luego de unos diez minutos, logré controlar mi respiración y mis manos temblorosas. Me levanté y tomé mis cosas para salir rápidamente de ahí.
Bajé corriendo las escaleras, la verdad fue un milagro no haber tropezado con mis propios pies.

Estaba por abrir la puerta principal de mi casa cuando siento a alguien tirar bruscamente de mi brazo. Mierda.

- ¿A dónde crees que vas? - esa era la voz de mi padre, su agarre en mi brazo se hizo más firme.

- Sueltame - dije intentando controlar las lágrimas que amenazaban con salir de mis ojos. No podía ser débil, menos frente a él.

- Toma tus cosas y vuelve a tu habitación - ordenó con su voz aspera.

- ¡Déjame en paz! - grité desesperada en un intento fallido por soltarme de su agarre.

Esto solo hizo que la ira de mi padre aumentara, haciendo que apretara con más fuerza alrededor de mi brazo.

- Me estás haciendo daño - murmuré con la voz temblorosa. Él me miró sin expresión alguna, lo que hizo que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo.

- ¡James! ¡Sueltala! - el grito de mi madre lo sobresaltó y aproveché el momento para safarme de su mano - Jade, corre al auto ahora - ordenó sin dejar de mirar a mi padre.

Tenía miedo de dejarla sola con él, por lo que me llevó unos segundos reaccionar.

Sin darme cuenta, ya estaba en el auto junto a mi madre.

***

- Jade, cariño, despierta - sentí como alguien tocaba suavemente mi hombro y lo movía de un lado a otro. Abrí lentamente mis ojos tratando de acostumbrar mi vista.

- ¿Dónde estamos? - pregunté mientras me frotaba un ojo con el puño de mi mano.

- Estamos en Newcastle, en la casa de la tía Anne - respondió mi madre con una débil sonrisa en su rostro.

- ¿Viviremos con ellas? - pregunté horrorizada.

Me agrada mi tía, no me malentiendan, es solo que aveces es tan cariñosa que no te deja sola ni por un segundo. También está su hija Zoe, ella es una chica muy linda pero por alguna razón nunca congeniamos, es decir, tenemos gustos completamente diferentes y es difícil sacar tema de conversación con ella, por lo que tenemos muchos silencios incómodos.

- Será temporal, no te preocupes - dijo ella acariciando lentamente mi mejilla - Solo necesito conseguir un trabajo para poder rentar un apartamento o una casa.

- Está bien - dije intentando sonreír, en vez de eso, solo pude hacer una mueca que hizo reír a mi madre.

Nos bajamos del auto, cada una con sus cosas en mano, y caminamos hacia la entrada de la casa. Mi madre tocó el timbre y en unos segundos apareció mi tía Anne con una enorme sonrisa.

- Norma, que sorpresa - exclamó mientras abrazaba a mi madre - Oh, y trajiste a Jade - se acercó y me abrazó con fuerza, por un momento sentí que me faltaba el aire.

- Eh... Quería pedirte un enorme favor - habló mi madre - ¿Podríamos quedarnos aquí un tiempo? Es solo hasta que consiga dinero suficiente para alquilar un lugar, lo prometo.

- Claro que se pueden quedar - dijo la tía Anne con una sonrisa de oreja a oreja - Vengan, entren.

Entré lentamente detrás de mi madre. Recorrí todo el lugar con la mirada, estaba exactamente igual a cómo lo recordaba.

- Bueno, ya conocen la casa, así que no hay necesidad de hacerles un recorrido - murmuró mi tía con una expresión divertida en el rostro - De todas formas pueden dejar sus cosas en la habitación de huéspedes.

Asentí con mi cabeza y caminé escaleras arriba. Sabía que mi tía bombardearía con preguntas a mi madre, así que preferí dejarlas a solas para que puedan conversar tranquilas.

Abrí lentamente la puerta de la habitación que me indicaron. Por alguna razón tenía miedo de encontrar a alguien ahí. Siempre me dio miedo esta casa y puedo asegurar que está embrujada.

- ¿Hola? - pregunté inútilmente, obviamente sin recibir respuesta.

Dejé mi maleta y mi mochila sobre una de las camas que había en el cuarto. Decidí tomar la cama que estaba junto a la ventana pues siempre me gustó mirar a las personas caminar por este vecindario. Raro.

Sin importarme nada, me desplomé sobre la cama y me quedé mirando el techo.

Un millón de recuerdos vinieron a mi mente y sin querer, un par de lágrimas salieron de mis ojos e hicieron su recorrido por mi mejilla.

Me incliné un poco para poder apoyar mis codos sobre la cama y cambiar el peso de mi cuerpo. Miré mi brazo izquierdo cubierto por la tela negra de mi sudadera. Sabía lo que había debajo, pues empecé a sentir un ligero dolor en esa zona.

Tomé un par de respiraciones profundas antes de levantar lentamente la manga para revelar mi antebrazo. Como era de esperarse, estaba adornado con una enorme mancha de tonalidades rojas que tenía la forma de una mano.

La piel de esa zona seguía picando y aún podía sentir el fuerte agarre de mi padre.

Me sentía impotente. Quería gritar o golpear algo, pero decidí ignorar ese sentimiento e intentar descansar un poco.

Volví a acomodarme en el colchón de la cama y cerré lentamente los ojos.
Me quedé dormida escuchando la suave voz de Sasha Sloan.

Just breatheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora