Epílogo

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Mientras la castaña picaba una gran variedad de verduras, su acompañante le hablaba de temas al azar y sin importancia.  A pesar de que estaba escuchando sus palabras, su mente estaba en otra parte... mejor dicho, en otra persona. 

Cuando acabó de picar los vegetales decidió descansar un poco y apoyar sus codos en el mesón. Su morena amiga estaba justo frente a ella mirándola con los ojos entrecerrados. 

- ¿Qué ocurre? Pareces algo distraída - comentó la chica del afro, un poco preocupada por la actitud de su mejor amiga. 

- Te estaba escuchando - se defendió con anticipación la castaña.

- Eso ya lo sé - puso los ojos en blanco - Me refiero a que estás muy callada. No habrás dicho más de tres palabras desde que llegué, siento que estoy hablando con una pared - hizo un pequeño mohín con su labio inferior lo que hizo reír a la ojimiel. 

- Dios, eres tan dramática - dijo Jade dandole un suave golpe en el hombro. 

- Vamos, dime que sucede - insistió Leigh Anne. 

Su amiga la conocía demasiado bien y eso de cierta forma le asustaba. Pero sabía que podía confiar plenamente en ella. 

- La extraño - murmuró trazando líneas invisibles en el cuarzo blanco del mesón.

- Debí imaginarlo - dijo un tanto desanimada. 

Continuaron hablando de otros temas y esta vez si fue una conversación entre dos personas. 

Luego de unos minutos Jade se dispuso a terminar la cena, justo cuando su amiga recibió una llamada telefónica y tuvo que apartarse para atender.

- Debo irme, André me tiene una sorpresa - anunció Leigh. Se sentía culpable pues no quería dejar sola a la geordie, pero por otro lado estaba emocionada por ver a su novio - Nos vemos luego - se acercó a darle un beso en la mejilla - Te quiero.

- También te quiero - respondió la ojimiel con una sonrisa.

Cuando se quedó completamente sola soltó un largo suspiro de cansancio. Terminó de cocinar y decidió darse una ducha que logró relajar la tensión en sus hombros.

Estaba a medio vestir cuando escuchó el ruido de una puerta cerrarse. Rápidamente salió de su habitación dirigiéndose a la entrada del apartamento. Al ver la cabellera rubia, no dudó en lanzarse a sus brazos y acurrucar su rostro en el hueco de su cuello.

- Mmh, me encanta que me recibas medio desnuda - comentó la ojiazul, mirando que su novia solo traía puesto un pantalón de chandal y un brasier negro de encaje.

- Eres idiota - murmuró mirándola con el ceño fruncido, dando un suave golpe en su espalda. 

Perrie se limitó a encogerse de hombros con una sonrisa lasciva en el rostro. La morena no pudo resistirlo por más tiempo y se lanzó a sus labios, comenzando un beso lento y un poco necesitado. La rubia acariciaba lentamente la espalda desnuda de su chica, arrancándole un par de suspiros ahogados. 

- Te extrañé - susurró sobre sus labios.

- Yo también - sonrió Jade - La cena está lista, solo falta servir. 

- Yo la sirvo - dejó un tierno beso en su frente - Ve a buscar una camiseta, no quiero distraerme  - habló mirando descaradamente los pequeños pechos de su novia. Esta soltó una gran carcajada mientras salía hacia al pasillo que daba a su habitación. 

Unos minutos más tarde, ya se encontraban cenando entre risas y un par de besos robados.

Era sorprendente lo rápido que había pasado el tiempo. Ahora Perrie es maestra de matemáticas en una escuela privada de Londres. La verdad nadie se esperaba esto, pero la rubia era feliz enseñando, la que solía ser, su materia menos preferida.

Por otro lado tenemos a Jade, que al haberse perdido dos años de secundaria se graduó más tarde, por lo que seguía estudiando en la universidad. Su amor por el arte y su capacidad para organizar cosas la llevó a estudiar diseño de interiores, y hasta el momento siente que fue una de las mejores decisiones de su vida.

Cuando la rubia empezó a ejercer como maestra, comenzó a ganar dinero suficiente para empezar su vida independiente. Luego de un par de años, Jade se sumó a esa vida y ahora vivían juntas en ese pequeño, pero cómodo, apartamento.

- ¿Cómo te fue hoy? - preguntó la castaña, abrazando la cintura de su novia cuando ambas estuvieron recostadas en el sofá de la sala.

- Bien, aunque perdí mi hora de descanso porque Amanda no entendió algo - dijo refiriéndose a una de sus estudiantes favoritas - De todas formas pasé un buen rato con ella, es graciosa cuando se frustra.

- Eres demasiado buena ¿lo sabías? - habló la de ojos avellana apoyando la barbilla en el pecho de su chica para poder mirarla - No cualquier maestro haría lo que tú haces por esa niña.

- Sí, bueno, es que me recuerda un poco a mí - sonrió levemente - Me sentía tan inútil por no poder entender las cosas de la misma manera que los demás; a veces solo quería rendirme y mandar todo a la mierda. Amanda es igual, por eso quiero darle la confianza que necesita y hacerle entender que no todos tenemos las mismas capacidades.

Jade se la quedó mirando con una sonrisa boba en los labios. Es que simplemente le encantaba. Cada día había algo que la enamoraba más de ella.

- ¿Qué? - preguntó la ojiazul intentado ocultar una sonrisa. Amaba que su novia se quedara embobada mirándola, la hacía sentir especial.

- Tú mente es maravillosa - susurró la morena depositando un suave beso en sus labios - Te amo.

- También te amo, princesa - murmuró acariciando delicadamente los rizos castaños.

Luego de pasar una hora hablando y susurrando cosas al oído de la otra, decidieron que ya era hora de dormir. Esta vez Perrie abrazó la cintura de su novia, ocultando el rostro en el hueco de su cuello.

- Buenas noches - susurró luego de depositar un tierno beso en su clavícula descubierta.

- Duerme bien, amor - susurró Jade con los ojos cerrados y una sonrisa perezosa en sus labios. Sus piernas se entrelazaron hasta que finalmente cayeron en un sueño profundo.

Es increíble todo lo que tuvieron que pasar para finalmente sentirse completas.

Perrie ya no sentía ese vacío en su pecho cada vez que iba a dormir y, más importante aún, lograba conciliar el sueño por las horas necesarias.

Jade entendió que su apariencia física es lo que menos importa al final del día y al fin se sintió suficiente para alguien... incluso para ella misma.

Ambas crecieron, maduraron y se dieron cuenta de como funcionan las cosas en el mundo real. Al principio les pareció algo aterrador, pero sabían que estando juntas lo podrían enfrentar.

Ahora podían respirar y sentirse en paz.

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bueeno, este si es el final.
y nada, espero que les haya gustado porque si no me pongo triste, ahre.

pd: no sé en cuanto tiempo más volveré a escribir otro fanfic, espero que pronto.




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