Parte 23

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Había pasado dos años desde que me habían detectado trastorno bipolar. Yo todavía estudiaba en casa, la última vez que intenté regresar al colegio, parecía que Billy, el chico al que le rompí la nariz y que, por cierto, él rompió la mía hasta el punto en el que, ahora tengo la nariz medio torcida, no se había olvidado de esa pequeña pelea, y terminó rompiéndome el brazo. Le había prometido a Lily que la próxima vez que viera a mis acosadores, les haría frente, pero no fui capaz, era demasiado cobarde en ese entonces.

Desde ese momento, decidí que no volvería al colegio nunca más, por lo que, seguí con mis clases en casa.

Lily había estado hablando todo el año sobre que, ya quería que llegara navidad, porque tenía algo importante que enseñarme, yo tenía diecisiete en aquel entonces y ella había acabado de cumplir veinte, y seguía siendo la misma de siempre, y por supuesto, ambos seguíamos pasando nuestro tiempo juntos, yo aún no había sido capaz de decirle lo que sentía por ella, pero estábamos planeando pasar navidad juntos, y me había decidido, me había prometido a mí mismo que esta vez lo haría, que dejaría mi timidez y mi cobardía de lado para hacerle frente a mis sentimientos por Lily.

—¡¿Qué demonios?! —gritó mi padre, cuando les dije a él y a mamá que no iría a casa de la tía Miller para navidad, a solo dos días de la misma y a tan solo cuatro horas de que ellos se fueran.

—¡¿Cómo que no vas a venir?! —me reclamó mamá.

—Eh... Yo... Le prometí a Lily que la pasaríamos juntos, ella tampoco irá con su familia a casa de sus abuelos, así que...

—Así que ¿piensas en quedarte solo con ella? —las comisuras de los labios de mamá se deslizaron hacia arriba, formando una sonrisa coqueta, yo intenté no reír.

—¿Qué? ¿Quieres estar solo con esa loca?

Odiaba la manera en la que mi padre trataba a Lily, por el simple hecho de que sufría esquizofrenia, aún cuando ella era ordenada con su tratamiento, él seguía tratándola de loca, y yo lo detestaba.

—No me gusta cuando le dices así —reclamé— ella no está loca.

Él me dedicó una mirada asesina.

—Tiene esquizofrenia, es casi lo mismo.

—Eh, no, no lo es.

—Como sea —intervino mamá— entonces ¿Estás seguro de que puedes quedarte solo?

—Mamá, creo que ya estoy grandecito —le sonreí— no habrá problema.

Ella mira a papá, casi como esperando su aprobación, y él, de mala gana, asiente con la cabeza.

—Más te vale que no te la folles en nuestra habitación.

Hice una mueca de asco, por la manera en la que él se expresaba.

—Eh, no lo haré...

—Como sea, cerraré la habitación con seguro, por si acaso.

Mi padre subió a su habitación, no estaba bromeando, literalmente la cerró con seguro para evitar mi entrada. Ni si quiera había besado a nadie en mi vida, mucho menos había... Tenido sexo.

Mi madre me había dejado preparada la cena para navidad, solo tenía que meterla al horno y contabilizar el tiempo.

—No la dejes más de una hora ¿entendido? —me explicaba.

—Sí, entendido —sonrío.

—¿Estás seguro de que quieres quedarte solo? Aún puedes venir, si cambias de opinión.

Ver volar la cometa (Rosas Negras #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora