Parte 26

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Mi rodilla se movía una y otra vez de arriba a abajo sin parar, mientras me mordía las uñas de las manos casi desesperadamente.

Mis padres y yo estábamos afuera del juzgado, con nuestro abogado, quien había dicho ante el juez que la muerte de Billy había sido accidental, pues no estaba tomando mis medicamentos en ese momento. La madre de Billy no estaba de acuerdo, ella discutía diciendo que yo estaba loco y tenía que ser encerrado, mientras que, mi abogado, intentaba tranquilizarnos diciéndome que no me ocurriría nada malo, y que solo tendría una sanción.

—No se preocupen —nos decía el abogado— el juez entenderá, lo crean o no, esto sucede más seguido de lo que creen.

Las manos y las piernas me temblaban, casi sentía que no podía mantenerme en pie.

—Tranquilo Mike —mi padre pone su mano en mi hombro e intenta sonreír.

—¿Qué va a pasar? —preguntó mamá.

—Lo común en estos casos es que ordenen a que Mike sea tratado y tal vez, sólo tal vez... Que sea internado en un psiquiátrico.

Los ojos se me abrieron de par en par, y mis padres se quedaron boquiabierto.

—¡¿En un psiquiátrico?!

—¡Mike no está loco!

—Lo sé, señor Jones, pero lo que Mike hizo fue muy grave, es mejor que lo internen en un psiquiátrico y no que lo metan en una cárcel.

Tenía la cabeza vuelta un lío. Había asesinado a Billy, y aunque no había sido intencional, estaba muerto de igual manera, y ahora, estábamos esperando la sentencia del juez, mi vida entera dependía de este momento.

Ya había intentado pedir perdón a la madre y familiares de Billy, pero lo único que me gané fue una bofetada en la cara por parte de su madre, que me había dejado toda la mejilla izquierda roja.

•••

—El juez llegó —dijo mi abogado, y los tres, junto con el doctor Jimenez, quien había declarado a mi favor, diciendo que la bipolaridad podía incitarte a hacer cosas que pensaste nunca hacer antes.

El juez, pasó por nuestro lado y entró al juzgado una vez más.

—Bien, manténganse tranquilos ¿vale?

Mis padres me miran, yo temblaba y sudaba más de lo normal, los nervios y el sentimiento de culpa por lo que había hecho me tenían más intranquilo que nunca.

—Yo... Lo intentaré —les dije.

Y todos entramos al juzgado una vez más. Mi abogado y yo nos sentamos en nuestros lugares, uno al lado del otro, y la madre de Billy, vestida de negro por su luto y con su respectivo abogado al lado, se sentaron al otro lado.

—Mike Jones —me llamó el Juez, mientras yo tenía el corazón en la mano— de pie —y mi abogado y yo nos levantamos, yo intentaba ocultar mis manos temblorosas— Primero —habló desde su lugar— quiero expresar mis condolencias ante la familia de la Víctima. Es lamentable la manera en la que la víctima falleció.

Yo miro a la madre de Billy, está llorando mientras su abogado la abraza. Me sentía jodidamente mal, yo había asesinado a alguien, le había quitado la vida a un ser vivo... Me sentía como un maldito monstruo.

—Y aunque, para ninguno de los presentes es un secreto que Billy agobiaba y acosaba a Mike desde que este era un niño, no es excusa para que el joven haya hecho lo que hizo —me mira, a través de sus anteojos.

Tengo el corazón acelerado y siento que estoy por tener un ataque de pánico.

Lily, desde donde sea que estés, por favor, ayúdame.

Ver volar la cometa (Rosas Negras #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora