Capitulo VIII
15 años antes...
¡Miriam! ¿Ya está la comida? Muero de hambre... ¡Hola! Tierra llamando a Míriam... Dios, ¿dónde se habrá metido Míriam? - ya era como las 2 de la tarde, Helga estaba saliendo de su cuarto de ensayo en la parte de afuera, con toda la práctica no se había dado cuenta de la hora solo el rugido se su estómago avisándole que ya era hora del almuerzo. Entraba por la puerta de atrás para ver si Miriam estaba en la cocina, pero no vio a nadie, aunque tampoco vio algún alimento preparándose en la estufa o el horno, como si nadie hubiera tocado la cocina desde la mañana, lo que en la actualidad era muy raro, pues Miriam se encargaba de los almuerzo, pero Helga vio algo que le provoco un fuerte escalofrío tanto que la hizo temblar, su mirada se encontraba en una estante de arriba donde se guardaba las copas, justamente esas que usaban para celebrar acontecimientos importantes y dónde exclusivamente servían algún tipo de bebida con ese ingrediente poco o nada preferido para Helga, el alcohol. Sin darse cuenta su respiración empezó a tornarse más y más pesada, y caminaba a pasos lentos como si sus pies cargarán pesas de 100 kilos, tenía miedo mucho miedo, pero tenía que confirmar sus sospechas; ella tenía que hacerlo, poco a poco su mano se dirigía al estante con la puerta semi abierta y descubriría si su madre nuevamente había caído en los vicios de ese néctar llamado "licuado" con el ingrediente que en el pasado era su favorito; sus dedos ya estaban tocando la perilla amarilla oro, rozaba la puerta y cuando estaba apunto de abrirla...
¡Hola! Ya llegué, lamento la tardanza, me encontré con la señora Vittelo, le mandé a hacer un ramo de flores solo para Helga... ¡Hola! ¿Está alguien en la cocina? Ho... Oh, eres tú Helga, ¿ya terminaste de ensayar, querida? - Miriam entraba en la cocina mientras veía a Helga queriendo, tal vez cerrar esa puerta del estante donde ella en la mañana desempolvó y lavo nuevamente las copas para la cena de la noche, dónde brindarían en honor al camino exitoso de su hija menor. -
¡Criminal! Mamá, me asustaste, y... ¿estás bien? - Helga hablaba insegura temía encontrarse con una Míriam alcoholizada y seguramente durmiendo en el sofá, pero al ver a su madre en perfecto estado de lucidez se alivio y culpo por pensar que su madre era tan débil.
Lo siento, cariño. Bueno, seguramente tienes hambre, disculpa no pude hacer nada de almorzar me entretuve hablando con la señora Vittelo y lo hermoso que le quedó el arreglo floral que mandé hacer para tí, además tenía que comprar las cosas para el almuerzo... Bueno, ¿te parece si pedimos una pizza? - Miriam se veía muy feliz y despampanante, le guiñaba un ojo a Helga mientras le mencionaba lo de la pizza, al fin y al cabo empezaba a conocer mejor a su hija, y sabía que ella no se negaría ante tal propuesta. -
Estoy tan hambrienta que me comería una vaca entera, pide la pizza mamá mientras yo pongo algo en la tele, aún tenemos tiempo para ir al salón de belleza. - Helga estaba realmente feliz al ver a su madre en ese estado donde ya no olvidaba que existía o donde la confundía con su otra hija, al contrario ahora veía a una Míriam muchos más competente y que además sabía de sus gustos por la comida. Helga se dirigía hacia la sala y buscaba una buena película para ver junto a su madre, además eso haría que los nervios vayan calmandose por su noche.
Ya había pasado como una hora desde que Miriam y Helga se sentaron en la sala a disfrutar su pizza al lado de gaseosas, mientras veían las luchas, pues al encontrarse con tal canal Helga no dudo ni un instante en dejarle ahí y disfrutar su tarde o al menos un poco de ella con su madre. Mientras Helga le explicaba a Miriam las "reglas del juego" y sobre las llaves, o quién era más fuerte y sería el vencedor no se percataron que el teléfono estaba sonando más de una vez, hasta que terminó el programa y se dieron cuenta que ya era hora de ir al salón de belleza, apagaron la televisión y fue ahí donde escucharon el sonido insistente del teléfono.
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El Relicario Dorado
AdventurePasó muchos años y Arnold se afana a la idea de volverla a ver, pero en el camino se encontrará consigo mismo. Un suceso algo loco que nos lleva a un Arnold y una Helga de nuevo en una aventura como en Industrias Futuro, está vez ¿Arnold se dará cue...