La Hermana Mayor

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Capítulo XI

Llegaron a Francia, tomaron un taxi, pidieron al conductor acelerar casi a gritos para llegar lo más antes posible al hospital donde se encontraba su más preciado y querido tesoro. Aún con las maletas en manos y sin tanto o escaso conocimiento del idioma francés pudieron dar con el doctor a cargo y saber en dónde exactamente estaba. Para su suerte, el doctor hablaba un español fluidamente gracias a su familia que residía en México, a quienes iba a visitar cada año sin falta.

En fin, los Pataki se encontraban en un país al que nunca habían ido, sin saber hablar francés, en medio de un hospital con las maletas en las manos, unas caras en las que se podía percibir la falta de sueño, de alimento y otras cosas más... Para su suerte, el doctor Jhonson quien está cargo de Olga, entendía y hablaba perfectamente el español, aunque para poder comunicarse con Bob y Miriam que estaban a un milímetro de un ataque de ansiedad tuvo que recurrir a dos enfermeras, nada amistosas por cierto, amenzándolos con correrlos del hospital si no se calmaban, claro, en su idioma. Mientras esto pasaba, Helga ya había podido encontrará la habitación en la que se encontraba Olga, esto claro por su inteligencia y astucia, no podía entender, hablar o leer en francés pero si los números y obviamente el nombre de su hermana, pues mientras el doctor y las enfermeras trataban de calmar a sus ya desquiciados padres, ella se escabullo entre el doctor para leer la documentación que traía, obviamente que era la de Olga, y en ella contenía toda la información del accidente yel número de habitación.

¡Oh, no! Voy a llevar tarde al aeropuerto, ¡maldita sea! - es la primera vez que se le oye en voz alta maldecir a Olga – Bien, tranquila Olga, toma un ducha rápida, y en el auto camino al aeropuerto te maquillas. ¡Mierda! No debí aceptar tocar en la inauguración de ese festival de cine. Al demonio, lo positivo es que ya tengo todo listo para hoy. Bien, a tomar esa ducha. – Mientras Olga se desvestía estaba con el teléfono en una oreja llamando a un servicio de taxis e indicarle el minuto exacto al que debería llegar el taxi a su departamento, en 20 minutos para ser exactos y si no era así haría que el chófer sea despedido pues ella era amiga del dueño de esa empresa donde ella ya había tocado varias veces un concierto de piano, en su inauguración, en el primer año de aniversario, en fin. Así que colgó la llamada y se metió a duchar, cinco minutos después salió sin toalla y con la secadora en la mano la encendió y con ella se seco todo su cuerpo para ahorrar tiempo, mientras se cepillaba los dientes se peinaba, ya lista agarro un pan, tomo agua para calmar a su amigo estómago del hambre que llevaba. Un segundo después y con un minuto de sobra el chófer del taxi tocó el claxon para anunciar su llegada, Olga agarro su maleta y en otra mano su bolsa de maquillaje
Se subió al taxi y le agradeció por tan eficaz trabajo prometieéndole que hablaría muy bien de él con su jefe.

Ya en camino al aeropuerto, Olga vio la hora y solo tenía diez minutos para llegar al aeropuerto o perdería por completo el vuelo, no tuvo más remedio que convencer al chófer con una doble paga y una buena charla con su jefe para subirle el aumento. Sin más que decir, el chófer acepto la propuesta subió un poco más la velocidad, entre tanto, Olga se maquillaba, no veía el camino solo el espejo, se pintaba los labios, se ponía más sombras y demás. Hasta que...

No escucho nada ni sintió nada, vio todo en cámara lenta, al chófer con las manos en el volante y su cuerpo yendo hacia adelante, un auto enfrente de ellos, al chófer del otro auto, las ventanas quebrándose, ella casi saliendo expulsada del taxi, chocando su cabeza hacia el ventanal, viendo sangre correr y de repente un sonido seco, una pantalla negra que cubría toda su vista. Pero antes de cerrar sus ojos vio un moño rosa que ella sostenía en sus manos, y escucho a su madre diciéndole...

Oh, Olga te ves maravillosa con ese moño rosa, te queda muy bonito, sin duda eres la niña más hermosa del mundo. – Miriam, una Miriam mucho más joven, viva, un vestido rojo, cabello largo,  se acomodaba detrás de Olga que estaba sentada enfrente de su espejo, le veía con unos ojos llenos de amor mientras ponía sus brazos en el cuello de si hija y le daba unos besos en su cabeza.

Sin duda mi Olga ganará ese concurso de deletreo, porque ella es una Pataki, toda una ganadora. – decía un Bob más joven y delegado que estaba apoyado al marco de la puerta con un rostro de triunfo y gloria, además de orgullo, pues su hija de 8 años ya competía en concursos de deletreo de los cuales hasta ese momento, había ganado en todos.

De repente se escuchó un lloriqueo muy fuerte que hizo salir de ese ambiente estable y armonioso a todos.

Oh, dios santo, ya se despertó de nuevo. Iré a ver cómo está Helga, ya vuelvo cariño. – Miriam salía de la habitación para ir a la habitación de al lado en la que se encontraba una bebé recién nacida, de unos 3 meses apenas. – Mamá, espera, ¿Puedo ir yo? Quiero que Helga me desee suerte para el concurso de hoy. – Olga se había levantado de su asiento para detener a su madre antes de que cruzará su puerta y para eso Bob ya había bajado al auto para encenderlo. – Claro que si cariño, mientras haces eso, yo veré qué tú padre no olvide nada para tu gran día. – le decía Miriam para luego bajar por las escaleras hacia donde estaba Bob.

Olga entro con sigilo a la habitación, toda la habitación estaba pintada de color rosa, con lindos adornos y al medio se encontraba la cuna de donde provenían los llantos. De la cuna, se podía bajar los barandales, así que Olga bajo una de ellas para poder cargar a su hermanita bebé, quién se calmo en cuanto ella la tuvo en sus brazos, y sonrió al verla – Hola hermanita bebé, ¿por qué lloras? ¿Es por qué no podrás ir con nosotros?. Yo también deseo que vayas, pero papá dice que ese no es ambiente para bebes, además el no quiere que llores en medio del concurso, jejeje. No importa, cuando seas un poco más grande podrás venir con nosotros y yo te enseñaré todo lo que sé. Además, recuerda que hoy nos toca leer el cuento del Gigante Egoísta, de Wilde, te lo leeré antes de dormir, ¿de acuerdo?. Eres la hermanita bebé más bonita del mundo, y te quiero mucho, gracias por ser mi hermanita. Te amo Helga. Ummmm, creo que te falta algo más de rosa, ya sé. – Olga pone de nuevo en la cuna a Helga con mucho cuidado, se desata el moño de la cabeza y se lo pone en la pequeña cabeza de Helga, lo amarra con cuidado formando un moño. – Bien, ahora ya estás lista, hermanita bebé. – Sube el barandal y cubre a Helga con su manta.

Olga, cariño, papá ya está en el auto y la niñera ya llegó, debemos irnos. Despídete de tu hermana. – Miriam había entrado a la habitación.

Ante ese recuerdo, Olga pudo cerrar los ojos con una sonrisa.

La habitación 204 se encontraba cerca de la sala de emergencias así que no fue difícil encontrarla. Por lo que había escuchado del doctor aún no se podía aceptar visitas, solo podían ver a Olga por la ventana del cuarto. Helga iba a toda prisa al cuarto para poder verla y tener unos minutos de paz con ella antes de que sus padres se dieran cuenta que solo perdían el tiempo discutiendo con el doctor en vez de verla. Y, ¡bingo!, pudo dar con la habitación, por la ventana vio a Olga que estaba en la cama con muchos conectores, al lado de ella una máquina para indicar su estado y del otro lado una enfermera que revisaba sus signos vitales. Vio que la enfermera estaba por salir de la habitación así que decidió escabullirse para que no la viera, una vez que salió la enfermera Helga no desaprovechó segundo alguno y entro a la habitación.

Hola Olga, yo, yo, yo lo lamento, todo esto es mi culpa, si no hubiera sido por mí, no estarías en esta condición, papá y mamá lo saben y sé que tú también. Lo siento, yo, te quiero mucho y deseo que vuelvas a ser la Olga irritante, mimada, presumida y perfecta que eras, no importa si de nuevo me dejan a un lado, no importa si hacen como si no existiera, pero por favor, no te vayas, no me dejes. Yo te quie... – ¡Tiiiiiiiiiiiiii! – ¿Qué? – la respiración de Helga estaba muy acelerada, no podía ser, no podía estar pasando, salió de la habitación lo más antes posible para pedir ayuda, algunos médicos y enfermas fueron corriendose hacia donde ella estaba, la empujaron para poder pasar, en el pasillo Bob y Miriam con unos rostros estupefactos, parecía que habían visto a la misma señora muerte pasar por esa habitación.

¡Olga, no! – La alarma ya había sonado más de una vez, vio el reloj y eran más de las 7. – Carajo, voy a llegar tarde. – Una mujer rubia se levantaba de la cama a toda prisa para ir directo a la ducha, en menos de cinco minutos salió para vestirse como si fuera un huracán que arrasaba por todo el camino. No le dió tiempo de desayunar o al menos agarrar algo de la cocina, pensó que comería algo en el restaurant, eso sí antes no la despedían por su ya, noveno retraso de la semana.

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⏰ Última actualización: Jul 10, 2021 ⏰

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