El Relicario Dorado

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Aclaración: Aquí es donde empieza a ponerse más "caliente" la historia, es decir que dentro hay contenido adulto, así que sean precavidos.

Capitulo X

Arnold caminaba a casa, había preferido hacerlo así, aunque eso costase una caminata de 40 minutos, estaba cansado pero quería paz y tranquilidad y una buena caminata le iba aliviar.

Hace tiempo que no paraba para apreciar las cosas que tenía alrededor, empezó a ver con detenimiento las calles, a las personas, las tiendas, hasta que paro en una librería "nueva", según él, pues no la había visto con anterioridad, pensó por un momento si entrar y escoger un libro nuevo, no uno que hable solamente de investigaciones, de psicología, o de los tantos que le habían proporcionado Bridget a lo largo de su entrenamiento el cual concluiría en dos meses. No lo pensó más y entro a buscar algo nuevo y fuera de contexto o al menos divertido o simplemente algo que le atrajera. Entró, saludo al recepcionista y empezo a caminar por los pasillos algo estrechos, era un buen ambiente, al menos para él, buena música y se podía sentir y oler ese perfume que solo un libro nuevo podía desprender, recorrió casi toda la estancias y no había al menos algo que le alentará a distraerse de sus horas y horas de estudio, estaba a punto de rendirse hasta que vio el lugar donde estaba el recepcionista, no había nadie, pero de la puerta de al lado salió el hombre con una caja pequeña, se acomodó para verlo mejor, pues suponía sería una nueva gama de libros, el hombre puso la caja al suelo y abrió con delicadeza la tapa, no parecía muy entusiasta con la idea de poner esos libros nuevos en el estante de la entrada donde los visitantes podían divisarla de las demás y así enterarse del nuevo contenido literario que había llegado. Nuevamente, no lo pensó dos veces y Arnold decidió acercarse a ayudar al hombre con el nuevo stock de libros y darle una hojeada, además, claro de preguntarle si valía la pena leerlo.

¿Le ayudo? - Arnold sé puso de rodillas enfrente del hombre que ya ponía los libros en el pequeño estante lo vio de reojo y acepto su ayuda. -

Claro. - es lo único que dijo para así terminar lo más pronto posible y volver a su silla. -

Y, ¿están buenos? - pregunto Arnold, algo nervioso, o más bien incómodo. -

No lo he leído aún, pero no parece muy bueno por la portada, además es de un escritor nada conocido, o al menos aquí, mi jefe fue quien compró estos libros. Mi teoría es que solo lo hizo porque a él le encanta este tipo de lecturas, es aficionado a las novelas policíacas y según él, tiene algo diferente, como que al leerlas desprende mucha tristeza y soledad. Pero bueno, esta clase de lecturas no es precisamente mi favorita, sabe, yo prefiero la poesía. Emm, listo, con esto queda. Gracias, ¿señor? - el hombre se paró para extenderle la mano a Arnold y así ayudarlo a pararse.

Arnold, Arnold Shortman, un gusto. - le extiende la mano para aceptar la ayuda y a la vez dar un apretón de manos al ya estar parado. -

William, William Wilde, un gusto señor Shortman, puede decirme Will nada más, sin formalidad. - le sonríe y agacha para recoger la caja -. Bueno, tengo que terminar de acomodar algunas cosas, Arnold. ¿Pudo encontrar algo que le gustará?

Eh, aún no. Pero gracias. - Arnold toma uno de los nuevos libros del pequeño estante sin tanta importancia, vio la portada, hojeo un poco, no le parecía nada interesante, nuevamente volvió a la tapa pero está vez pudo divisar algo que le llamo de sobre manera la atención, en la portada había una especie de collar en forma de corazon y de oro que tenía el personaje, colgaba de su cuello, era casi invisible, pero estaba más que seguro que era un collar. Tocó su pecho entonces y se sintió identificado al sentir ese relicario en forma de corazón que llevaba cada día de su vida desde que lo tuvo en sus manos. Sonrió y conecto con el libro inmediatamente. - Sabe, me llevaré este. - dijo sonriente.

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