Parte 25

11 1 0
                                    



Antonio parecía sentir orgullo por formar parte de un plan tan particular, con un poco más de ánimo que cuando dijo estar contento por los logros de su hija.

-No habrán pensado que vine solo para dar buenas noticias, o alegrar la velada con mi presencia. Se nos presenta una oportunidad: una estrella en crecimiento, con mucho potencial para escribir y cada vez más público, y se considera importante lograr que trabaje para nosotros.

-¿Para quienes manejan los hilos debajo del iceberg?- Preguntó Silvana.

-No hay diferencia, si es importante para mí, siempre es por alguna razón. Y si hubiera un espacio reservado para mí en el infierno, como piensa Fernando, sería una oficina, donde se me seguiría pagando bien por mis servicios.-Mostrando su sonrisa de perfectos dientes muy blancos, alzó un poco sus manos, como indicando que iba a seguir.-Es alguien de apellido Gael, es joven, y francamente, no he leído nada suyo, ni me han enviado todavía un informe más completo con sus datos. Deben encontrarse con los Costa en su residencia. Gael está por culminar un contrato con ellos, y el encuentro fue posible gracias a Priscila, quien tengo entendido que ustedes conocen. Puso como condición que fuera en ese lugar. Tal vez ustedes les han caído bien desde la última vez que cenaron con ellos. Me alegro, porque lo último que quisiera serían más problemas.

-Tenemos mucho en común.-Dijo Silvana.-A veces pienso en ella y en sus gustos literarios.

-Silvana...todavía estás a tiempo. Puedes seguir mis pasos, tener acceso a un mundo más grande del que conoces. Si no fuera por tu madre, tan mala influencia, tal vez ya serías mi mano derecha en Sveta, con más poder y más conocimiento de cada detalle.

Silvana hizo el gesto de adelantarse un paso, pero luego se contuvo a tiempo.

-¿Quieres probar otra bofetada, como la de aquella vez hace años?-Su voz subía de tono.-¡No hables así de ella! No me extraña que se alejara sintiendo asco de un monstruo. ¿Te importa alguien? ¿Te importaría yo si fuera tu cómplice?

-Hija...la familia me importa, a mi manera. En cuanto a los demás, podrías aprender que solo te importen quienes te pagan, te ascienden o te encubren, que son los que cuentan. ¿Crees que esas personas conquistaron el mundo trabajando? Estudiaron las reglas para encontrar las trampas. Ya compraron el mundo, pero es un mundo caótico. Solamente les falta encontrar la manera de administrarlo a su gusto.

Sonaron unos golpes a la puerta. Antonio miró su reloj.

-El tiempo que les había indicado a mis hombres. Mañana tendrán la cena.-agregó levantándose para abrir la puerta.- Debemos conseguir ese contrato, pues si esa persona viene con nosotros, otras figuras en ascenso le seguirán. Después de lo que acabo de explicarles, limítense a hacer su trabajo, en cierta forma, mi trabajo.

Tras decir eso como si estuviera regañando a unos niños, abrió la puerta y tomó los teléfonos que le entregaba uno de sus hombres.

-¿Puede confirmar que lo entrega tal como lo recibió, sin leer ni agregar nada?-le preguntó a su empleado.

-Lo confirmo, señor.

Nos devolvió los celulares, añadiendo:

-Revísenlos, Si notan que algo falta o hay algo que no estaba, me lo dicen y los despediré a ellos dos inmediatamente.

Tras decir eso, cerró la puerta tras de sí sin despedirse.

-¿Ahora se preocupa por nosotros?-Pensé en voz alta mientras verificaba mi teléfono tal como haría de todas formas.

Polos apuestosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora