10: Filosofía etílica

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La cabeza me dolía como si me hubiesen dado martillazos sin piedad durante mi inconsciencia. Las cosas no me daban vueltas, pero los bordes de mi visión se perdían en oscuridad. Todo estaba borroso y vibraba. No había consumido cocaína. Estaba segura de ello. Bueno, no tan segura. Me ardían las comisuras de los labios y los párpados. Sentía cada borde de mi cuerpo como el filo de una navaja.

Pestañeé un par de veces soltando un par de quejidos. Nunca creí que se pudiera sentir dolor en las pestañas, pero al parecer sí que se podía. Me mojé los labios con la lengua, sintiendo la aspereza de éstos. Me ardieron en el interior y en las esquinas. Qué extraña sensación.

Una sombra se asomaba frente a mí, tapando la luz que no me dejaba ver las cosas bien. Pestañeé otro par de veces antes de que los bordes de la imagen se definieran. Estaba grave, lo sabía porque solté un gruñido cuando miré el rostro impasible de Hassan. Por lo general me saltaba el pecho al verlo, aunque no sé muy bien en qué sentido, pero entonces sentí la necesidad de propinarle un golpe y apartarlo lejos de mí. No me interesaba ver a nadie, solo quería quedarme mirando la luz. Me sentía deshecha, como una tela deshilachándose poco a poco hasta quedar en un par de hilos frágiles.

-Despierta -me dijo una voz; no supe reconocerla, pero me estalló en los oídos como una bomba.

Solté un gruñido y todo mi cuerpo se estremeció, como tocar el borde de una llaga abierta. Incluso mis propios ruidos me molestaban. Sí, definitivamente había bebido vodka, nada en el mundo podía tumbarme así.

-¿Crees que deberíamos llamar a un doctor? -preguntó una voz femenina; tampoco la reconocí, pero habló tan bajo que apenas la escuché.

-Thomas está a dos horas, y cualquier otro médico venderá la información a la prensa -le respondió la voz primera, en el mismo susurro bajo y cauteloso, aunque yo lo sentía reverberarme en los huesos como un cañonazo.

-No quiero saber que ha sufrido una intoxicación -replicó la mujer; su tono de preocupación me centró en su voz.

-Ha pasado una noche terrible, pero intoxicada no está -le aseguró la voz masculina.

La mujer soltó un resoplo que no supe descifrar, pero tampoco es que quisiera. Me limitaba a parpadear de vez en cuando y producir saliva. Cuánto me ardían los labios, Dios.

Escuché el sonido de la puerta cerrarse. Presioné mis ojos con fuerza, sintiendo el golpe en mi cráneo, como si hubiesen golpeado una campana con mi cabeza dentro de ella.

-¡Chist! -instó la voz masculina.

-Lo siento -susurró una voz conocida. Ah, Hassan. ¿Así que no era él la primera silueta que vi? Sí, sí, y más sí; bebí vodka.

-Solo esto faltaba. Que después de lo que ha hecho sea su comodidad lo que nos interese -se quejó la mujer; el tono de su voz y la forma en que afilaba sus palabras en contra mía me indicó que era la directora Stone jodiéndome la vida una vez más-. Solo espero que despierte pronto para poder ponerla de patitas en la calle.

-Mamá...

-Cállate, Hassan, cállate -masculló la mujer, fastidiada.

Arrastré mis ojos hacia mi derecha, intentando ver a las personas que hablaban de mí cual si yo fuera una criminal en serie de las calles más oscuras de Manhattan.

-Por favor, déjame hablar -pidió Hassan, con paciencia-. Es solo que... ya sabías como era ella cuando... Mamá... Oye, déjame...

Un portazo.

Y luego, silencio.

-¿Por qué me miras así? -preguntó Hassan al cabo de un rato; pude ver el movimiento de sus labios.

1. NIÑA MAL: Hecha en Las Vegas (Abi Lí) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora