1: Bambi ya tiene edad para ver las escenas fuertes

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-¿No te parece demasiado revelador? -me preguntó mi rubia amiga mientras me miraba, pensativa.

Sus ojos azules recorrían de arriba abajo el vestido violeta ceñido que yo modelaba frente al espejo. Mi cuerpo estaba cubierto solo en las partes indiscutibles, y dejaba muy poco a la imaginación. Lo había comprado por internet con dirección de entrega a Enclave Court número... en fin, la casa de Levi, porque mis padres ordenaban a la servidumbre que revisaran los paquetes que llegaban a mi nombre. Mi padre tenía ligeras sospechas de que yo traficaba cocaína; no quería entender que las rayas no me gustan ni en los vestidos.

Así que ahí estábamos Levi y yo, solas -«Asunto peligroso», hubiera dicho mi padre- en mi habitación desde hacía unas buenas horas, donde la purpurina y el color dorado relucía desde mi alfombra egipcia hasta la enorme réplica del Luxor de plata que utilizaba para guardar mis joyas de Cartier. Toques de violeta, negro y azul también se distinguían en pequeñas cantidades. Lejos el verde. Lejos el naranja. Y ni mirar el rosa pastel.

-¿Revelador? ¿Crees que a esto me parece revelador? -dije en un bufido, dándome media vuelta. Vale, viéndomelo desde atrás tal vez sí se pasaba un poco de los límites, pero no iba a admitirlo frente a la señorita Nervios.

-No sé ni para qué me molesto, tú no conoces la vergüenza -dijo, resignada, y se sentó en la cama. Ella no llevaba nada sexy ese día, así que debía buscarle lo que yo llamaba el «Productor de hormonas». Se trataba de un vestido negro con un corsé transparente. Ella nunca quería ponérselo, pero yo lo conservaba por si se arrepentía en cualquier instante y decidía usarlo. El nudismo siempre iba a estar ahí para ella. Era incluso mejor amigo que yo.

-Ya sabes lo que dicen... «Si el producto no se exhibe no se vende» -le repetí y, dándole la espalda, me levanté la falda del vestido para mostrarle el bikini que llevaba puesto.

Ella no tuvo reacción alguna, síntoma de la costumbre.

-¿Tus padres ya están enterados? -me preguntó, temerosa de la respuesta, aunque ya la conociera.

-No me hagas preguntas cuyas respuestas no te gustarán. -Me quité aquel vestido color violeta que hacía persignarse incluso al más mundano y lo aparté de mis pies con una patada. Me acerqué a los altos ventanales con vista a la ciudad, hinchando mi desnudo pecho del aire de Nevada. Me mordí el labio, viendo cómo las luces titilaban a lo lejos. Me quedé inmersa en la gran promesa que me hacía el turbio ocaso: una noche esplendorosa.

-Tendré que dejar de hacerlo. ¿A qué hora empieza todo?

-A las nueve y media empezará a llegar la gente, creo -murmuré mientras, ya de regreso dentro de mi armario, entraba en mis shorts de mezclilla y una sudadera rosa-. ¿Qué hora es?

Levi se levantó de la cama para coger su bolso y revisar su móvil.

-Ocho veinti... -Levi fue interrumpida por el sonido de la puerta, la cual se abrió a continuación. Salí del armario al galope y me interpuse entre Levi y la puerta.

-Hola, Levi. Blake, tengo que hablar contigo. -Era mi agraciada madre, haciendo su aparición anual. Su cabeza se asomaba por mi puerta, la cual estaba tapizada con una foto tamaño real de Kim Kardashian; Levi le había escrito en las caderas en grandes letras rojas «Ray J lo golpeó primero».

-¡Mentiras! ¡Yo no fui! Levi, ataca -me defendí al instante, a pesar de no saber a qué se refería. Retrocedí hasta caer sobre la cama, donde me hice un ovillo con las mantas.

-Bueno, eso espero. Y para que se mantenga así, vengo a advertirte algo. Y tranquila, Levi; soy de confianza -masculló, extendiendo la mano hacia mi amiga, quien ya se había levantado. Mi madre era una mujer de negocios y sociedad que conocía más el valor de sus acciones que la edad de su hija. Jamás había visto su color de cabello natural, pero estaba segura de que ese rubio a lo Aguilera no lo era-. Puedes quedarte esta noche si quieres, solo esperaremos al niñero de Blake para irnos.

1. NIÑA MAL: Hecha en Las Vegas (Abi Lí) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora