14: Como una vaca gorda

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Me quedé tumbada en la alfombra durante largo rato, hasta que vi que el cielo estaba completamente oscuro. Bajé las escaleras, temerosa de encontrarme a Hassan. Pero no estaba. Y tampoco Mia. Había dejado las bolsas apiladas a un lado de la ropa bien doblada que habíamos comprado. Entre ella, estaba un traje de baño de dos piezas color naranja. Tuve una idea.

Había visto las claves de la casa en un libro cerca del teclado. Una decía el nombre de la puerta de la piscina. Tecleé el código y escuché, entre el silencio, el movimiento de la plancha metálica que cubría la piscina. Me quité toda la ropa, dejándola regada por el piso, y me puse el traje de baño. Corrí escaleras arriba, desesperada por zambullirme y sentir la presión del agua en mis oídos. Me lancé sin pensarlo, hundiéndome hasta el fondo. La presión me sacó casi de inmediato, pero yo volví a hundirme. Podía ver la primera planta del dúplex desde ahí, por lo que era más interesante estar debajo del agua que en la superficie.

Al cabo de un rato, miré que la puerta se abría, y que Hassan entraba arrastrando los pies. Sonreí debajo del agua y miré cómo subió las escaleras. Tomé aire y regresé al agua, mirando a Hassan entrar en la habitación.

-¿Blake? ¿Dónde está esta desgraciada? -renegó.

Salí del agua salpicando y retorciéndome. Atraje la atención de Hassan.

-¡No tienes permitido nadar! -me gritó.

-Ayúdame -le pedí entre ahogos. Tragué agua a propósito para luego hundirme y seguirlas haciendo de víctima.

Hassan se quedó mirándome incrédulo durante un rato, hasta que vio que yo no salía del agua. No iba a salir, así que me quedé muy quieta en el fondo de la piscina, y cerré los ojos, esperando. Pareció una eternidad, que creí que me había muerto de verdad, cuando empecé a sentir aire en mis pulmones de nuevo. Sentí que el cloro me ardía en la garganta y que el agua me brotaba por la nariz y la boca. Abrí los ojos, y lo único que pude diferenciar fue la silueta de Hassan tratando de reanimarme.

-¿Blake? -me preguntó, viéndome parpadear.

Le hice señas para comunicarle que no podía respirar. Él se acercó y abrió su boca frente a la mía para proveerme RCP, pero no lo entendía. Sí podía respirar, pero quería tener su boca junto a la mía.

Enlacé mis brazos detrás de su cuello y lo uní a mí, inclinando mi cabeza para alcanzarlo. Él intentó apartarse, pero yo lo mantuve unido a mí con firmeza. Moví mis labios, animando a los suyos a seguirme. Cerré los ojos, esperando que él lo hiciera también. No me di por vencida hasta que sentí que su boca iba al ritmo de la mía, correspondiendo mi beso. Sus labios estaban tibios, a diferencia de los míos que parecían un par de peñascos de hielo.

Sentí sus manos tocando las mías en su nuca, deshizo el nudo que las unía y se apartó de mí, dejándome en el suelo. Abandonó la habitación sin decirme nada.

Me quedé sentada ahí hasta que sentí frío. Entré en la habitación azul y me cambié de ropa. Fue reconfortante sentir el abrigo de la ropa seca después de tantas exposiciones. Bajé las escaleras, ansiosa por conocer la actitud de Hassan ante los hechos. Él se encontraba tecleando en un móvil, y alzó la vista al verme. Sus ojos eran imperturbablemente verdes, y su gesto no me expresaba nada.

-No has tardado nada en bajar -comentó, mirándome a los ojos.

-Tardé más de una hora -repuse-. ¿Dónde está Mia?

-En su apartamento. No estará para salvarte hoy.

-¿Salvarme? ¿De qué?

-De tu castigo. -Sus ojos se tornaron oscuros, llegando al límite del color turmalina hasta convertirse en un fuerte y brillante ónix.

1. NIÑA MAL: Hecha en Las Vegas (Abi Lí) [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora