27: Millennium

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Yo: Oh por tu pu... -me callé al mirar frente mío, aunque me me estuviera doliendo la cabeza a miles y quisiera seguir maldiciendo... el lugar en el que estaba parecía un basurero- ¿Estamos en la basura?

Edward: No creo que en un basurero pusieran cuerpos muertos -ahí me llegó el olor repugnante a muerto. Literalmente había unos muertos a pocos metros de nosotros, algunos sólo tenía cadáveres y moscas rondando.

Yeri: ¡Estamos en Millennium! -exclamó con los brazos tendidos. Parecía que le importara poco el aspecto del lugar.

Yo: Oh, si... que... lindo. Los cadáveres le dan el toque siniestro. ¿Qué es este lugar? -ella me miró desorientada. En parte me daba miedo hacerle enfadar, puede llevar mi alma al infierno y eso es lo que menos quiero.

Yeri: Es mi amado Millennium -recorrí con la mirada alrededor.

Yo: ¿Esté es el reino mas hermoso que quedó en segundo lugar entre todas las mitologías? Parece el lugar perfecto para un nuevo depósito de basura -si la vejez no me mata, entonces serán mis malos comentarios.

Edward: Romina, será mejor que evites decir algo frente a ella -la miramos, ella parecía tener un tic en el ojo, tratando de controlar su ira.

Yo: Ok, perdón... señora, doña, emm... diosa de la oscuridad. Sólo que este lugar no es de mi agrado -asintió con una sonrisa forzada.

Yeri: Eso ya lo vi -hizo un ademán para seguirla, eso hicimos- después de la guerra, nadie quiso hacerse cargo de los cuerpos.

Edward: Pensamos que había sido destruido -asenti internamente.

Yeri: Técnicamente fue destruida, pero aún sigue viva en el libro, los cinco dioses pudimos grabar la imágen de nuestro planeta antes de hacerse pedazos. Nosotros vivimos allí -señaló un alto castillo. Frunci el ceño.

Yo: ¿Ósea son sólo ustedes? -en sus ojos había nostalgia.

Yeri: Así es, aunque después de la noche cada uno se va por su lado... la rutina de siempre, levantarse, sentarse en un trono todo el día y mirar aquella bola mágica con luces... -ella iba adelante, hice mueca confundida a Edward quien sólo rodó los ojos caminado a mi lado.

Yo: ¿Y por qué? -me atreví a preguntar.

Yeri: Porque te vigilamos a ti.

Edward: ¿Qué? -

Yo: ¿Qué? -en otro momento hubiera bromeado por el gesto unísono que hicimos mi vampiro y yo pero lo que acababa de escuchar me dejo con miedo- ¿Dices que me vigilan? ¡¿Todo el día?!

Yeri: Oh, no, no. No me refería a ti, precisamente a tus poderes, cada vez que los utilizas esa bola celeste brilla y nos da un reporte tu resistencia y consumo de energía, en caso que no puedas resistirlos -me calme al menos.

Edward: ¿Pueden hacer algún daño? Hasta ahora Romina no ha tenido muchos problemas, sólo en su escudos.

Yeri: Si... es por eso que estas aquí. Para reforzar todo eso en tan poco tiempo -sonreí.

Yo: Clases gratis, que bueno. ¿Cuando empezamos? -frente a nosotros se abrieron las puertas del gran castillo- Se abrieron solas.

Yeri: Te acostumbras -nos adentramos por esos pasillos.

Yo: Según tú dices que debo reforzar, ¿pero porque? ¿Ustedes saben algo del futuro? -Yeri sólo se aclaró la garganta.

Yeri: Pensé que tu podías verlo -negué.

Yo: Si puedo pero no es algo que me guste, aveces debo aceptar las cosas sorpresas.

Yeri: Supongo que si. También haría eso...

El castillo estaba mejor que allá afuera pero no le quitaba lo mal que lucía, telarañas por todos lados y sin vida, ni una luz.

Después de minutos caminar llegamos frente a otras puertas gigantes, ¿Es que no les alcanzó el presupuesto para un ascensor? Entonces las puertas se abrieron, nuevamente solas, dejando ver frente mío y unos metros más... cuatro hombres sentados comiendo de todo, algunos jugaban a quien comían más.

Edward: ¿Estos son los dioses? -contuve mi risa burlona, porque la verdad me daban ganas de reir por todo.

Sin embargo, en esta sala todo estaba limpio y brilloso. Mientras afuera era una pocilga.

Yeri: Lo eran -su voz sonaba molesta, se aclaró la garganta haciendo que esos cuatro se volvieran a ella.- ¿Podrían dejar eso?

Ella sólo pasó caminando de nuestro lado y se sentó en el trono vacío. Algo que no había notado, detrás de sus asientos había un vitral con cada color y símbolo representativo.

Esos hombres se acomodaron en sus lugares y me enviaron una mirada de superioridad.

-Romina María Stark Carbonell -hice una mueca al hombre vestido de rojo.

Yo: ¿Qué honda? -

Edward: Ay, Dios... -¿Ahora que hice?..

 -¿Ahora que hice?

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Lamento lo corto. Es que estoy muy ocupada, prometo tratar actualizar seguido y con mucho contenido. BYE.

Avengers Y... ¡¿Crepúsculo?! | Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora