14. DOLOR... ES LO QUE SIENTO

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Candy.

—Pobres humanos tan ingenuos, me dan lástima —murmura Lilith a mi lado.

Nos encontramos en estos momentos apoyadas en una de las tantas ventanas viejas y sin color que tiene la iglesia, viendo como unas personas tienen amarrada en una silla de madera a una mujer. El exorcista sostiene en una mano un crucifijo y en la otra, un pote con lo que supongo que es agua bendita, la cual, derrama sobre el cuerpo de la mujer poseída por algún demonio.

—Santo padre celestial; amado Dios omnipotente; como tus designios son solo los verdaderos, yo te pido con una profunda fe que ayudéis a combatir y derrotar al mal personificado que está frente a mí, expulsa de tu santo reino a este espíritu del mal y devuélvelo a donde pertenece... —siguió orando con ciertas ganas, teniendo fe de que en algún momento toda su tortura acabara.

—¿Y si nos divertimos un poco?

Fijo mi mirada en ella, viendo cómo termina de darle un último mordisco al ojo de alguna persona —víctima de sus asesinatos— lleno de sangre. Pasa su lengua alrededor de sus labios y luego me dedica una sonrisa que muy bien conozco. Maldad pura. No trae nada bueno.

—Oh no Lilith, dejadlos quietos de una buena vez, ya hiciste mucho con soltar algún demonio y hacer que se le meta a esa mujer solo por el simple hecho de que cuando la viste no te agradó.

Bufa —¡Candy la aburrida! Deberías de aprovechar un poco más de nuestro mundo, te pareces a la señora que vivía al lado de la casa de una de mis chicas.

—¿Vivía? ¿Es qué ya no vive ahí o...? —no termino la frase porque me regala su típica sonrisa inocente—, oh vamos Lilith, no me digas que...

—...la he matado.

—¡¿Pero por qué?! ¿Acaso te hizo algo o a la chica?

—Baja la voz, te pueden escuchar. Pues no me hizo nada —rueda los ojos— ¡Pero es que no me caía bien! Además, una vez trató mal a mi chica y utilicé eso como excusa para matarla. En fin, no le des mente a eso, total, su vida era demasiado aburrida que tenía que andar metida en la de los demás.

—Dios, eres un desastres —me dio un manotazo al instante.

—¡Candy calla!, por amor al demonio, no vuelvas a mencionar esa... palabra, de lo contrario te torturarán de la peor forma posible.

—La bicho me la ha pegado, sino dices nada no me harán nada. Eres mi amiga y sé que no me vas a traicionar.

—Hablando de la humana, ¿dónde anda? Tengo días que no la veo y ya extraño molestarla —me hace ojitos.

—No te metas con ella o...

—¿O qué? —me reta.

Cuando estoy a punto de responder, el graznido de Shadow me hace apartar la mirada de ella y fijarme en donde ha aterrizado. Hace movimientos con sus alas apresuradamente y sus graznidos se vuelven cada vez más ruidosos y desesperados. De inmediato entiendo lo que me trata de decir.

—Ariadna... —susurro.

Me tiro del muro en el que estaba sentada viendo el espectáculo aquel y me acerco a él con cierto temor.

—¿Le ha pasado algo a ella? —pregunto. Grazna dándome a entender que sí. Lo conozco perfectamente, los cuervos y los muñecos tenemos esa conexión.

—Deberías de correr a ver qué pasa, no vaya a ser que termine como...

—Cállate Lilith —mascullo.

—Oh, venga Candy. Sabes perfectamente que tarde o temprano los humanos mueren. Si no los mata alguien, lo hará la energía que le producimos cuando nos invocan que poco a poco, va acabando con ellos.

MI MUÑECA DEL TERROR [Nueva edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora