8. PROVOCANDO

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Capítulo dedicado a g_bluna.

Salgo de la casa sin ganas de ir a la escuela, me cuesta mucho así que voy arrastrando mis pies. El clima está frío y a decir verdad es algo que me encanta. Prefiero quedarme durmiendo a tener que mirarles las caras a esos animales, de no ser porque quiero ver masacre y disfrutar su dolor es que voy.

Veo a Martín recostado en el carro con sus brazos cruzados, como si estuviese esperando algo o... creo que ya sé, esperándome a mí.

Ay pobre iluso si piensa que me voy a ir con él.

Miro hacia delante concentrándome en mi camino, tratando de ignorarlo y pasar como si allí no hubiese nadie, pero no, el hombre es terco y creo que entre más lo aborrezco más me persigue.

—Ariadna, déjame llevarte por favor, el bosque es muy solo —agarra mi brazo con cuidado como si no quisiera lastimarme, ruedo los ojos para luego, soltar un leve suspiro.

—¡Ay que bello!, Martín se preocupa por las personas —le digo sarcásticamente—. Por favor, Martín, deja de jugar al "me importas" porque sabemos que no es así.

—Ariadna, si de verdad quisiera volver a hacerte daño ya lo hubiera hecho. Sólo déjame llevarte, hace mucho frío.

Pienso unos segundos lo que me dice, por una parte, tiene razón pero no debo confiar en nadie ni mucho menos en él.

—Aceptaré —abre de inmediato la puerta— pero... —saco la navaja de mi bolsillo y se la muestro dándole vueltas en mi mano—. Tratas de hacer algo Martín, y verás que no vivirás para contar lo sucedido.

—¿De dónde has sacado esa navaja?

—Eso no te importa, solo ten en cuenta lo que te dije —le guiño el ojo y subo al carro.

Durante el camino Martín no pronunció ni siquiera una mínima palabra, tampoco me miró por el retrovisor, solo iba concentrado manejando perdido en su mundo. Una sonrisa de burla escapa de mí, así me gusta Martín.

Al llegar, veo como los estudiantes van entrando de poco a poco, antes de bajarme y cerrar la puerta pronuncio un simple "gracias".

Al pasar la gran puerta muchas personas me miran de reojo susurrando cosas entre ellos, un grupo de chicas no disimulan tan siquiera un poco a lo que me giro a su dirección y les sonrío.

—Sé que soy hermosa, admirable, pero cuidado me desgastan con las miradas queridas —pongo mi mano en mis labios y hago como si les tirara un beso en el aire.

Una risita escapa de mí cuando veo que una de ellas toma del brazo a la otra tratando de controlarla. Sigo mi camino. Después de todo no está tan mal venir a la escuela.

—Señorita Jhonson, que bueno volverla a tener por acá, espero que le haya quedado de enseñanza la lesión.

—Créame que no me debe de quedar de enseñanza nada, eso dígaselo a... "sus alumnos" —hago énfasis con mis dedos y le doy una sonrisa de boca cerrada, antes de que me diga algo más me dirijo al salón.

Me siento junto a la ventana admirando el hermoso clima, pensando en lo mucho que puede cambiar tu vida en cuestión de segundos ya sea para bien o para mal.

«Que te vaya bien en la escuela mi niña».

Las palabras de ella pasan por mi cabeza, su sonrisa tan rota capaz de fingir que no le pasa nada cuando en realidad le pasa de todo.

—Ariadna, Ariadna —esa dulce voz me hace salir de mis pensamientos.

Tomo entre mis manos el bolso y abro la corredera.

MI MUÑECA DEL TERROR [Nueva edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora