—Árboles, muchos árboles. Madera. Personas. Escondite... —analizo estás palabras en mi mente una y otra vez, tratando de descifrarlas.
¿Qué podrá ser? Claramente está con personas, o más bien: unas personas la tienen a ella escondida. Pero... ¿madera? No podría ser el sótano porque ya Martín sabe que he entrado allí y en cualquier momento podría hacerlo otra vez, no es tan bobo. Además, el lugar debe de estar lleno de muchos árboles...
—¡Ariadna reacciona! —grita Candy.
—¡El bosque! ¡Claro! ¿Cómo no lo había pensado antes, Candy? —exclamo con cierto orgullo de mí.
—¿De qué estás hablando? —frunce el ceño— al parecer lo de anoche te dejó el cerebro peor de lo que ya estaba —cruza los brazos al mismo tiempo que dobla los ojos.
—¿A dónde irías tú si se tratase de muchos árboles?
—¿El bosque? Aunque no sé si te has dado de cuenta que en el jardín también hay muchos. Pero ¿Por qué la pregunta?
—Analizando lo que me dijiste, desde que estoy aquí nunca me he interesado en explorar el jardín —termino de acomodar mi falda, me miro al espejo y paso mis manos delicadamente por la tela de ésta para evitar que se arrugue.
—Y eso se me ha hecho raro sabiendo lo curiosa que eres. Necesito que me expliques, no sé qué pasa, o más bien, qué te pasa.
—Con el juego de anoche tuve algo así como un sueño, era todo raro y en él apareció mi padre, me dio pistas de dónde podría estar Adeline... —le digo cuales eran, logrando que ella me mire confusa—, ¿crees que sea verdad? ¿O fue un juego de mi mente otra vez?
—No sé qué pensar, creo que tal vez deberíamos de creer eso. Pero apresúrate bicho, llegaréis tarde a la escuela.
—No quiero ir, son tantas las cosas que pasan día a día que me siento agotada, sin energía —le comento mirándola a los ojos. Ella cambia su expresión a una incómoda, pero trata de ocultarlo—. Es como si ya no quisiera nada, como si necesitara una vida nueva donde todo sea normal. Anoche me puse a pensar en que ya no me quiero vengar de los chavos de la escuela, el único que me importa es Martín. Él y Mónica han hecho mi vida un asco.
—No puedes dejar lo que prometiste, te doy la opción de escoger si quieres o no acabar con los chicos de tu escuela, pero de Martín... deberás hacerlo Ariadna, no voy a permitir que no pague todo lo que te ha hecho. Lo mismo va con Mónica. Piénsalo, creo que estoy siendo muy buena contigo dejándote elegir muchas veces, no todos somos así —asiento. Suspiro y me doy prisa para llegar a tiempo a la escuela.
Bajo las escaleras con sumo cuidado para no encontrarme con nadie, me siento como si estuviera a punto de cometer un crimen; la sala está despejada e impecable, camino hacia la puerta dispuesta a abrirla cuando aquella voz me hace brincar.
—Buenos días joven, ¿ya se va a la escuela? —suspiro frustrada, doy media vuelta sosteniendo mi bolso y enarco una de mis cejas.
—Se supone, ¿no? —respondo en un tono obvio sonando así grosera. Lo hago a propósito porque a decir verdad no me interesa cruzar palabras con ella.
—No hace falta que me responda así, de todo corazón, lo que menos quiero es llevarnos mal. Mírame como una amiga en la cual puedes confiar.
—¿Por qué debería confiar en ti?
—Te podría ayudar a cobrar justicia de Martín, ¿eso no es lo que quieres?
—No sé de qué me hablas, y si me disculpas, debo llegar a tiempo a la escuela —antes de dar media vuelta para marcharme ella vuelve a hablar.
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MI MUÑECA DEL TERROR [Nueva edición]
Ужасы«Solía ser un ángel con bellas alas, pero el mundo las destrozó por completo y me hizo un demonio». † † † Ella ya no era la misma desde que todo ocurrió; el vacío en su pecho era tan cortante que a veces le costaba resp...