16. COSAS EXTRAÑAS

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No sabría qué pensar. Es que todo esto me parece tan raro, este mundo, mi nueva vida... todo. No sé qué quiso decir con sus palabras, si fue una advertencia o simplemente es una chica desquiciada tratando de escapar de personas malas por un cierto tiempo.

Alexandra...

¿Quién eres?

Quiero seguir el camino hacia donde se dirigió, tal vez pueda encontrar algo interesante. Aunque ya está anocheciendo y probablemente si me atrevo a seguir lo que me grita mi conciencia me perdería en este oscuro bosque; tampoco quisiera ser comida de algún animal. Por primera vez en mi vida dejo mi curiosidad a un lado y trato de encontrar el camino hacia casa.

Tomo la ruta por la que se supone que llegué hasta acá. Todo está tan silencioso que solamente se siente el sonido de la naturaleza. Cruzo mis brazos abrazándome a mí misma y frotándolos para darme un poco de calor ante el repentino frío.

Y entonces, sucede.

Otra vez esas pisadas. Esa sensación de que alguien posiblemente me está siguiendo.

Cada vez que doy un paso se siente uno detrás, cierro mis ojos tratando de seguir y tranquilizarme, pero aún sigue. Me detengo y, tomando un poco de valentía me giro, pero no veo absolutamente nada, todo parece estar tranquilo y los pasos ya no se escuchan.

—Ok, todo está bien Ariadna, tranquilízate —me digo.

Respiro profundo y sigo mi camino, pero otra vez regresan, aumento la velocidad de mis pasos sintiendo como mi pecho comienza a subir y a bajar, pero cada vez que realizo esta acción ese sonido también lo hace.

Pareciera que fueran los ecos de mis propios pasos, pero no es así, estos son reales, puedo sentirlos. Por segunda vez en el día comienzo a correr sin percatarme de nada, sin saber en realidad cómo llegué hasta acá, solamente me dejo llevar de aquella sensación de querer escapar de lo que sea que me venga persiguiendo.

—Ariadna... —una voz juguetona susurra en mi oído logrando que me dé escalofríos.

Intento abrir mis ojos para saber de quién se trata, pero me cuesta, es como si los tuviera pegado con algo que es imposible de deshacerse.

—Dime algo... —las yemas de unos dedos fríos recorren mi cuello con suavidad—. ¿Alguna vez has visto algo tan reluciente en un lugar tan desagradable?, así como la maldad oculta, ¿sí? ¿No? ¿Quizás? No sabré la respuesta ya que no podrás decir nada.

Me desespero y la intriga crece aún más al sentir como esas yemas de los dedos recorren hasta la parte delantera de mi cuello —sólo te digo algo... entraste a un juego sumamente peligroso, donde la única salida es esta... —sus palabras quedan en al aire. Mis ojos se abren completamente y ahogo un grito al momento en que la mano aprieta fuertemente la parte donde había estado pasando sus dedos.

Me levanto agobiada tratando de recuperar mi respiración, cuando de repente, una mano helada se posa en mi espalda causando que dé un grito desgarrador y muchas aves que estaban por allí cerca salieran volando.

—Joder, siempre he dicho que los humanos son ruidosos y nunca me he equivocado ante aquello —respiro profundo al escuchar esa voz.

—Casi me matas de un susto Lilith, no es la primera vez.

—¿A dónde ibas? ¿Por qué tan asustada? —sonríe—. ¿Candy sabe qué estáis por estos lados?

Niego. Pero... ni siquiera sé dónde estoy.

—¿Dónde estoy? Me he perdido —miro a los lados, tratando de recordar si alguna vez he pasado por aquí pero el lugar no se me hace para nada conocido, o bueno, no en el que me encuentro.

MI MUÑECA DEL TERROR [Nueva edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora