Capítulo 5: Noche de sexo

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Había pasado una semana desde el día de la boda.  La pareja de recién casados había visto esos días transcurrir entre decenas de actos oficiales.

Prem era incapaz de borrar de su mente su primera noche como casado.

La princesa le acompañó hasta la puerta del dormitorio nupcial.  Todo un ala del palacio era ahora sus dominios.

Tras ellos, los principales nobles del reino les observaron.

Se despidieron y su momento más temido llegó.  Estaba en su dormitorio nupcial.

-Vendré cada vez que me lo pida, su Excelencia -dijo la princesa haciendo una reverencia – nuestros cuartos están conectados por esa puerta.

Tras decir esas palabras, tiró de un cordel que estaba estratégicamente diseñado para que el vestido cayese y la dejase desnuda frente a su esposo.

No muy alta pero de proporciones agradables, era propietaria de un cuerpo hermoso y bien distribuido.  Sus pechos eran del tamaño de una mano y la forma de una pera, blancos y con pequeños pezones maquillados con polvo dorado.

Su pubis, completamente despojado de vello, estaba también adornado con polvo de oro. 

Prem se acercó, un poco confuso ante lo que tenía que hacer.  Debería haber buscado la ayuda de las mujeres del harén.

-Yo... no tengo experiencia -confesó a su esposa.

-Bueno... seguro que nos arreglamos.  No obstante, todos están esperando que me quede embarazada para que nuestros reinos sean definitivamente hermanos.

Esa presión añadida hizo que Prem se sintiese más cohibido.

La princesa le condujo hasta el lecho.  Le desnudó y le tumbó.  Utilizó uno de los ungüentos que reposaban en la mesita de noche.  Era un afrodisíaco en forma de crema normalmente utilizado para prolongar la erección, pero en este caso lo usaría para provocarla.

-¿Tú si tienes experiencia?

-Por supuesto que no -mintió la princesa mientras se untaba las manos con aquella crema de olor profundo y dulzón. – mi  cuerpo es un templo reservado solo a mi esposo.

Prem notó una sensación de calor intenso en sus genitales, y tuvo una erección súbita e incómoda.  La mujer se subió sobre él y le cabalgó. Una sustancia sanguinolenta se deslizó por sus muslos y ensució las sábanas.  La princesa gimió, haciendo unos movimientos rítmicos y repetitivos.  Prem se sentía incómodo pero su miembro palpitaba como si tuviese decisión propia.

La mujer respiró entrecortadamente, con los ojos en blanco.  Gritó y luego se movió un par de veces más.

No era el primer orgasmo de Prem pero si el primero en que se sintió mal y sucio después.  Hasta aquel momento solo había experimentado consigo mismo y ahora... al menos había cumplido su deber.

La princesa se acostó a su lado y tocó una campanilla.

Unas mujeres entraron para llevarse las sábanas manchadas muestra de la virilidad del príncipe y la castidad de la princesa.

-Voy a lavarme y luego iré a mi cuarto -dijo ella abandonando la cama.

Prem cogio el cobertor y se tumbó en el suelo.  Le daba asco dormir en aquella cama sucia.

Le daba asco todo.



Saint inhaló de la cachimba que les habían proporcionado a los sirvientes junto con abundante comida y bebida.  No le gustaba mucho la marihuana, pero al menos no les habían dado opio.

Por el rabillo del ojo vio a Boun entrar desde los jardines.  Uno de los hombres del harén venía tras él.

Boun se sentó a su lado.  Agarro el tubo e inhaló.  Su pantalón estaba sucio de semen.  Estaba muy ebrio.

-Creo que es hora de que te lleve a la cama. -dijo Saint.

-¿Tú también quieres? Hoy me he follado a tres.

Saint le obligó a apoyarse en el.  Le condujo a las habitaciones.

-No sueles ser tan promiscuo.

-No, pero hoy buscaba algo.

-¿Lo encontraste?

Boun negó con la cabeza.

-Permíteme que te ayude -dijo una voz profunda.

Saint reconoció al noble cuyo aspecto le había impresionado.

No rechazó su ayuda.  Boun era pesado.

-Me llamo Zee.

Cuando Boun estuvo a salvo en su cama, Zee le sonrió.

-¿Quieres ir a pasear a los jardines?

-No, hoy voy a cuidar de mi amigo.

Zee pareció sorprendido por su negativa pero luego sonrio.

-Quizás otro día.

-Quizás.

Saint no pudo dejar de pensar en él toda la semana, en la que no lo vio.

Complaciendo al Príncipe||BounPrem|| Gay||CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora