Capítulo 14: Mío

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Zee acudió a buscar a Saint cuando el ambiente alegre y desenfadado iba cayendo como deslizándose lenta e inexorablemente hacia la decadencia de una fiesta llena de excesos.

Algunas parejas, en cuanto los monarcas y los invitados abandonaron el salón, no dudaron en hacer alarde de su actitud íntima frente a los demás, algunos sentados y otros medio tumbadas en butacas de estilo otomano.

Zee se acercó a él sin verlo venir.  Saint estaba acostumbrado a ver aquellos espectáculos pero no a formar parte de ellos, aunque a veces le hubiese apetecido.  Ahora no.  Era esa clase de cenas en las que matrimonios olvidaban los modales e intercambiaban parejas con otros matrimonios, o con profesionales del sexo de ambos géneros.  No faltaban los eunucos y los hermafroditas, siempre una pieza exquisita del harén.  Algunas parejas aprovechaban para irse con sus amantes.

En definitiva, era algo relativamente normal que las reuniones de la alta sociedad terminasen en orgías. Excepto las de carácter muy formal.

-Advertí a todos para que nadie se acercase a ti.  Les advertí de que eras mío y que nadie más pusiese sus ojos ni sus manos en ti.

Saint estaba librando una auténtica batalla interior.  Su atracción hacia Zee era innegable pero la situación era desagradable.

-No he pagado nada a nadie. Me gustas, desde que te vi.  Simplemente les he amenazado. Soy un hombre soltero con derecho a elegir a mi amante. Y te he elegido a ti desde que llegasteis con el séquito de la princesa.

Saint dejó vencer a sus deseos y se levantó.  Zee le apretó contra su cuerpo.  Estaba cálido y la prueba de su excitación se hizo patente contra la cadera de Saint.  Tenía el miembro completamente erecto y palpitaba contra él.

-Vamos a un sitio más discreto. No me gusta exhibir mis actos con mi amante.

Saint le siguió.  Caminaron hasta la cámara que ocupaba Zee, en el ala noble.  Saint le miró con los ojos húmedos y expectantes, todo pupila.  Zee se quitó la camisa y los pantalones.  No llevaba ropa interior.  Cuando su pene fue visible del todo, de entre los labios de Saint se escapó un gemido.  Era grande y desafiaba a la gravedad ante sus ojos.

Se alegró de haberse depilado integralmente.  Zee le desnudó y le besó el cuello.

-Desde que te vi, me volviste loco.

-Has tardado en decidirte a decírmelo.

-Hoy el ambiente y el alcohol me han dado valor.  Ahora dejemos de hablar.  Ya hemos esperado lo suficiente.

Los labios del noble recorrieron su cuerpo en leves besos y pequeños mordiscos.  Abrió sus piernas con delicadeza y buscó algo en la mesita de noche.  Zee se untó las manos en un aceite aromático y mientras le acariciaba la entrada y se la lubricaba con los dedos aprovechó para besarle el miembro.  Los nobles nunca le habían tratado tan bien.  Saint sintió que estaba a punto de desmayarse y su erección se engrosó y aumentó con los labios de Zee dedicándole lametones y chapando el glande.  En un segundo, el noble le dio la vuelta y entró en él, deslizándose muy suavemente gracias al aceite.  Saint agarró las sábanas y gritó de placer con cada embestida hasta que alcanzó un orgasmo que le hizo ver las estrellas.

Zee empujó un par de veces más y su semen regó el interior del otro hombre.

Sudorosos y sucios se abrazaron.

-Ha sido mi mejor experiencia sexual...

-Pues sólo ha sido nuestra primera vez -cortó Zee las palabras del joven.  Le besó y le abrazó contra su pecho- descansa, hoy ha sido un día largo.

Complaciendo al Príncipe||BounPrem|| Gay||CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora