Capítulo 9: Complacer al príncipe

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Boun sabía que ya llevaba demasiado tiempo en la cámara del príncipe, pero ni el quería irse ni el joven aristócrata parecía ansioso por dejarlo marcharse.

En ese momento, vacío y exhausto por su confesión, el príncipe estaba llorando con la cabeza colocada en su hombro.  Sollozaba con la desesperación de alguien que ha sido educado para contener esa clase de emociones toda su vida. La camisa de Boun comenzaba a estar mojada.

Cuando le abrazó, se sintió al principio incómodo.  No dejaba de ser una persona de un rango muy superior a él.  Ahora no quería que le soltase. Le gustaba su abrazo y su olor a sándalo.

-Eres tan dulce- dijo al fin – maldito sea el gusto retorcido de esa mujer para hablar de ti como lo ha hecho.

-Yo soy el culpable.  Soy quien no le da lo que necesita en la alcoba.

-¿Has disfrutado alguna vez de las experiencias con ella?

Prem negó con la cabeza.  Eso atormentaba su sueño.  Cuando el acto acababa se sentía sucio y utilizado.

-No. Aunque tengo un orgasmo es algo tan fugaz y artificial que no me satisface, si no que me hace sentir mal.

-Esa mujer no volverá en unas semanas.  Solo se acuesta contigo para concebir.  Pero va a volver, y quiero que cuando lo haga no sientas que tú eres alguien inferior a ella.

-¿Cómo?

-Haciéndote disfrutar de la pasión.  Demostrándote que es en verdad el sexo.  Proporcionándote recuerdos que te ayuden a excitarte cuando tengas que hacer frente a tus obligaciones conyugales con ella.

Boun sabia que caminaba por hielo muy muy fino.  Los dados habían sido arrojados sobre la mesa de juego y la apuesta era alta, y fuera cual fuese el resultado era muy consciente de que cambiaría todo el desarrollo de su vida.  Quizás para mal.

Pero Prem no soltó su mano y le mantuvo la mirada.  La mano derecha de los dos estaba apretada en un nudo de emociones contenidas.

-Acepto.  Acepto con placer...

-¿Te parezco agradable?

-Desde que te vi pensé que eras el más hermoso de los regalos que había traído consigo la princesa.

Boun se inclinó sobre el cuerpo del príncipe.  La cama era enorme y estaba llena de mantas y cojines ornamentales.  El joven cerró los ojos y Boun se sintió derretir de ternura.  Era un absoluto inexperto que había sido sometido una y otra vez a una perversion por culpa de una persona, la princesa, incapaz de empatizar o darse cuenta de su inocencia.

Le sujetó las muñecas y le besó, dedicando un buen rato a únicamente besar esos labios carnosos y luego su cuello.  La respiración del hombre bajó él se fue tornando por momentos más acelerada, emitiendo pequeños suspiros y gemidos que le indicaban que todo iba bien.  Levantó la cabeza durante un momento y miró a los ojos del príncipe.

-Noto algo muy duro contra mi cadera que me indica que tu problema no es nada fisico.

Prem se ruborizó.  Ese rubor enloqueció a Boun, pero no quería llegar hasta el final ese día.  Quería ir educando sexualmente al joven, complacer al príncipe hasta que éste no tuviera más remedio que admitirse a sí mismo como alguien válido y hermoso.

No quería que la princesa destruyese esa criatura.

Pero él iba a hacerlo despertar al placer.

Acostado sobre él, le mordisqueó y besó el cuello, lamiendo su cuello.  Con las manos desató el nudo que sujetaba sus pantalones y se los bajó.  Prem intentó torpemente quitarle los suyos, pero Boun se los bajó con rapidez y volvió a los besos, bajando a su pecho.

Prem le apretó la espalda, arañando y sofocó un grito ante la sensación inédita para él de su miembro contra él de otro hombre, las dos durezas una apretada contra la otra.

Boun le acalló con un beso y comenzó q mover su cuerpo frotando los cuerpos, haciendo que ambas erecciones se rozasen constantemente.  La humedad y el sudor los cubría a ambos.  Boun deseaba verle desnudo pero ese día ya llevaba mucho tiempo ahí.

Aceleró sus movimientos y apretó con la mano el glande del príncipe, precipitando su orgasmo.

Prem le mordió la mano con la que Boun callaba sus gritos.

El orgasmo de Boun produjo que Prem sintiera el extraño placer de su semen mezclado con el suyo propio, resbalando por su cadera.

-Debo irme.  Mucha gente sabe que estoy aquí.

Prem le miró confuso mientras Boun se limpiaba como podía con las sábanas.

-¿Volverás?

-Sin duda -Boun se acercó y le besó – me encantas.

Contuvo un te amo en su garganta y le lanzó otro beso acercándose a la puerta para irse.

Afortunadamente ningún guardia fue a comprobar cómo estaba Prem.

Esto le hizo sentirse extrañamente ambiguo.

Boun le había hecho llegar al clímax pero podría haber sido un asesino y nadie había ido a comprobar su seguridad. 

Para sus padres él no era nada.

Complaciendo al Príncipe||BounPrem|| Gay||CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora