Capítulo 7: Confesión

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Prem se sorprendió cuando los golpes resonaron en su habitación.  Alguien estaba llamando a la puerta con tanta fuerza que era capaz de echarla abajo.

Se acercó para abrir.  No le gustaba tener guardias en su habitación de noche porque no quería que nadie supiese que le gustaba salir a deambular  por la noche. 

Cuando abrió al principio no reconoció al otro hombre.  Luego su cabeza rápidamente le ubicó.  Era el sirviente que había llegado con su esposa, el que le había visto llorar el día anterior a su boda cuando se planteó ir al harén.

El hombre de cabello claro le empujó y cerró la puerta tras él.

Era hermoso de una manera exótica.  Prem nunca se había atrevido a teñir su cabello ni a tatuarse la piel, como ese chico.  Por eso la imagen del chico había quedado retenida en su retina.  Por eso y por más cosas que no lograba aclarar.

-Esa víbora no te merece.  Su hermana era una mujer maravillosa que de hecho se casó con un heredero al trono pero ella solo vive para llamar la atención y presumir.  Y para coleccionar amantes.

Prem suponía que debía defender a su esposa, pero lo cierto era que los ojos de aquel hombre le obligaban de algún modo a decir la verdad y además no soportaba la personalidad de la princesa.

-Ella es muy... me trata con mucha frialdad y dice que no le atrae mi cuerpo y que debería ejercitarlo si quiero ser atractivo para las mujeres.

-Ella es una ramera con título de noble.  Además, ha ido contando cosas de ti y sobre cómo eres en el lecho.  Todo el harén se ríe de ti.

Prem sintió eso como una bofetada.

-Siento decírtelo así... me dio tanta rabia...

-Siéntate. Tengo té helado ahí.

-Mi nombre es Boun.  La conozco desde que era niña.  Siempre fue la hija problemática.

-Y yo siempre he sido el hijo olvidado.

Boun se sentó frente a él.

-Me casé con ella por obligación, pero en el fondo me sentía orgulloso de que al fin fuese alguien válido para mis padres, alguien de quien sentirse orgulloso.

Boun le acarició sin darse cuenta el muslo, como calmándolo.

-No es tu culpa.

-Pero la noche de bodas sangró como una virgen.

-Prefiero no entrar en detalles de cómo logró pergeñar ese engaño.

-No se que haré.  Por las mañanas tengo una erección, me masturbo como cualquier hombre.  Pero en cuanto la veo es como si... es como si me marchitara.

-Eras virgen antes de ella.  ¿Por qué nunca visitaste el harén?

El príncipe guardó silencio pero Boun fue consciente de algo.

La erección que tanto le costaba lograr a la princesa había despertado con naturalidad ante el roce de de su mano.  Como una columna desafiante, se erguía frente a los ojos de Boun.

-No me gustan las mujeres -confesó al fin el príncipe.

Complaciendo al Príncipe||BounPrem|| Gay||CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora