CAPÍTULO II

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▪︎  Xiao Zhan ▪︎

John, siempre fue el primero; mi primera mirada, mi primera sonrisa, mi primer contacto… y mi primera patada. Nos conocimos durante las clases de boxeo que mi padre me insistió tomar: “tienes que aprender a defenderte", me dijo.

Seguro que sí hubiera sabido todo lo que pasaría, jamás lo habría mencionado siquiera.

Yo sabía que aún ahora, mucha gente seguía despreciando a los hombres como yo, a los hombres “especiales". Mi padre lo hacía con la mejor intención, lo único que quería es que nadie abusara de mí. Sabia que él se preocupaba porque nadie me hiciera daño, quería asegurarse de que yo supiera exactamente que hacer, no sólo físicamente, claro, sino que él también quiso darme la mejor educación, a pesar de que nunca hemos tenido mucho dinero, él quería que yo acudiera a la mejor universidad del país y que persiguiera mis sueños, y no es que yo fuera malo en la escuela, es sólo que prefería no seguir estudiando y ayudar a mi padre para que él pudiera descansar un poco después de esforzarse por darme lo mejor que pudo desde que mi madre murió.

Claro que eso fue hasta que conocí a John.

Mi padre había insistido tanto en las lecciones de boxeo que terminé por aceptar, y ese día, después de un par de semanas asistiendo y teniendo entrenamiento sólo con el costal y haciendo espejo, tendría mi primera pelea de práctica en el ring.

Esa fue la primera vez que lo vi, al subir al ring, estaba nervioso y en cuanto noté al hombre al que me enfrentaría, me quedé congelado, pero no por el hecho de que era claramente más fuerte y con más experiencia que yo, sino porque él era realmente hermoso; alto, castaño, grandes ojos azules y una bella sonrisa, que noté justo antes de que se colocara el protector de la boca.

Y esa fue la primera vez que Jonh me golpeó, eso fue lo que los unió.

Jamás me había perdido en la mirada de alguien. Jamás me había sentido vivo de esa manera. Lo que nosotros teníamos no era algo ordinario. Junto a él me descubrí a mí mismo y aprendí dónde esta el corazón.

Después, en esa primera cita, me dio ese beso que me deslumbró y me puso a sus pies e hizo que mi corazón latiera como nunca.

Estaba ciego de amor.

Pero jamás vi venir, el segundo golpe: ese día estaba hermoso, el cielo tenía un color azul intenso y había pocas nubes, el aire era cálido, pero no había demasiado calor. Ambos caminábamos por el parque cerca de la tienda de mi padre, sonreíamos tomados de las manos. Vi a mi padre caminando por el lado contrario de la acera, John inmediatamente soltó mi agarre y corrió lejos de ahí, sin decir una palabra. No me importó que huyera de mi padre. Eso no significaba que no me amara. Yo lo amaba y estaba seguro que él sentía lo mismo. Si no lo hiciera, entonces por qué me pediría que fuese con él a América.

Vivir en América, ni siquiera lo habría podido imaginar.

Era una decisión difícil, no estaba seguro de aceptar, pero lo amaba tanto, así que me armé de valor y simplemente seguí lo que dictaba mi corazón.

Estando en América, no me importaba nada ni nadie, era como si tuviera el mundo entero sólo para nosotros. Éramos libres, y felices… Enamorados.

Nadie me llamaba para decir que ya era tarde y tampoco temía mientras caminaba con mi novio.

Mi amor me puso completamente a sus pies, y era muy feliz. Realmente sentía mariposas en el estómago. Era como su estuviera entre las nubes.

Pero entonces… Caí, toqué fondo, más rápido de lo que había llegado a las nubes.

Estaba esperando un bebé.

*****

Ese día fue uno de los peores de toda mi vida, era un día nublado, lluvioso. Yo estaba lleno de incertidumbre, pero emocionado, pues ese bebé me uniría para siempre con el amor de mi vida.

John permaneció callado mientras yo le decía que seríamos padres.

—Tengo tres meses de embarazo —le dije, entusiasmado.

La expresión en su rostro era vacía. Estuvimos un buen rato, sentados al lado del otro, sin decir una palabra, y entonces: —Deshazte de él —dijo John con la mirada clavada al frente, con dirección a la nada.

Lo miré, confundido y aterrado. —¿Qué? —mi voz temblorosa.

—Tienes que deshacerte de… de ese bebé. No estamos listos para ser padres. Es un error… Deshazte de eso —sus palabras eran cuchillos. Cuchillos muy afilados que se clavaron directamente en mi corazón.

¿Cómo podía él decir eso, cómo podía expresarse así de su propio hijo?

Las palabras no salían de mi boca. Un nudo se formó en mi garganta y en mi estómago. Mis ojos estaban rojos y llenos de lágrimas, traté de contenerlas, pero fracasé, salieron a chorros, empapando por completo mis mejillas, sollozos ahogados emanaban de mi pecho. No podía hablar. No podía ver. No podía respirar.

Por un momento, no supe que hacer, sólo me quedé allí. Inmóvil.

Pero entonces lo decidí; juntando todas mis fuerzas, me levanté, di media vuelta y me marché. Caminé sin mirar atrás. Sin esperanzas. Con el corazón roto. Con la vida rota.

*****


Siete meses después, estaba solo en el hospital a punto de dar a luz a mi hijo. Un soplo de esperanza, entonces, inundó mi corazón.

"Tal vez, este bebé lo cambiará todo y nos dé a John y a mí un nuevo comienzo. Tal vez con este bebé tendremos un futuro juntos y lleno de felicidad. Tal vez el hombre que amo regresará a nosotros porque sabe que es lo correcto."

Eso fue lo que, estúpidamente, pensé, que cuando John viera, cuando estuviera cerca de su hijo, todo cambiaría.

Así que sólo esperé que llegara. Esperé. Y esperé. Pero él jamás llegó.

Ese fue el último y más fuerte golpe que recibí de mi primer amor.

Aún así, a pesar de todo, decidí darle una última oportunidad. Lo llamé durante días, semanas, meses, pero él nunca contestó.

Fue entonces cuando todo se hizo más real. Estaba solo con mi pequeño... Los dos solos.

Pero no me di por vencido. En América muchos padres solteros podían salir adelante solos, ¿Por qué yo no podría? Sería muy fácil servir café y tomar órdenes. Ese era el momento ideal para demostrar que no había fracasado.

Pero no pude hacerlo. No estaba listo para aceptarlo y tardé un año para hacerlo.

Y ahora estaba en un avión rumbo a mi antigua vida que sería completamente diferente, con un bebé de 10 meses.

¿Qué había fallado? No lo sé.

Lo único que tengo muy claro, es que sin importar qué o cómo, ahora tengo que proteger a mi bebé, tengo que cuidarlo y amarlo y haré lo que sea para conseguirlo.

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Aquí el segundo capítulo. Espero la historia sea de su agrado.

Pueden comentar y dejar su voto si les gustó.

Gracias por leer.
xoxo
🥰😘
#Mar♡

IMPERFECT LOVE • [YIZHAN | MPreg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora