Capítulo 8

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Su mente estaba podrida. Recostado en la cama y con un cachorro entre Sehun y él, no fue lo que se imaginó cuando el muchacho le hizo semejante petición. El chico no hablaba con dobles intenciones. Fue arrastrado como un iluso, arropado y usado como un peluche gigante.

Hundió su nuca aún más en la almohada y cerró sus ojos, estaban, por el momento, a salvo.

La cede oficial estaba hecha un caos, pero eso era lo de menos. John caminaba de un extremo a otro en la sala de interrogatorios, su brazo enyesado le dolía horrorosamente y las llamadas que hacia parecían no llegar a ningún lugar. Luego de la explosión, despertó adolorido y con los huesos rotos. Se arrastró sosteniendose de las paredes, logró llegar hasta la oficina y desde allí pidió ayuda, pero ya era tarde. Los peritos que investigaron la casa encontraron cámaras sospechosas y, lo más aterrador, armas y bombas ocultas que eran activadas a control remoto. El crimen había sido programado por un profesional, todo está calculado a la perfección.

John no podía entenderlo. Su supervivencia, evidentemente, había sido un milagro, pero Sehun y Chanyeol... ¿Qué había sido de ellos? ¿Estaban vivos? Eso era seguro. ¿Cómo estaban? ¿Estaban secuestrados? ¿Habían escapado? No tenía respuestas, testigos y, mucho menos, culpables.

Un aroma ardiente, tóxico, adictivo y denso lo rodeó. La atmósfera era diferente, como si estuviera en otro lugar... Abrió los ojos lentamente y trató de enfocar en algún punto, no importaba cual. Su cuerpo se sentía pesado y caliente. Sí, caliente y pesado, pesado porque algo estaba sobre él. Sus extremidades no respondían y por alguna extraña razón no estaba alerta o asustado. La oscuridad comenzó a disiparse y lo que vio, lo dejó helado.

Sentado sobre sus caderas estaba él, su deseo prohibido. Su cabello negro, su piel blanca, sus labios rojos, sus ojos, su pecho semidescubierto, su magnífico cuello y delgada cintura, todo, sobre él. Sehun, pero no el tierno y amoroso. Era una imagen idéntica, sin embargo, sus ojos, sus gestos y sus movimientos eran opuestos. Encarnaba todo lo contrario, era una virgen del sexo. En un parpadeo llegó hasta el cuello de Chanyeol y comenzó a besarlo. Bajó, bajó y bajó hasta llegar a lo más íntimo. Su lengua recorría y saboreaba sus diecisiete centímetros. Parecía un adicto mientras le decía me gusta duro Chanyeol.

Cuando el éxtasis estaba a segundos de la explosión, un lenguetazo lo despertó. Vivi estaba parado sobre su pecho.

- ¿Qué?

- Vivi, no hagas eso. - lo levantó y le dio una serie de besos en su carita - Lo siento.

- No hay problema.

- ¿Soñaste con los angelitos?- le preguntó.

- No exactamente...

- Entonces, ¿qué haremos ahora?

- Usaré el celular para llamar a alguien.

- ¿Estás seguro?

- No, pero tengo que intentar algo.

- La mala información es peligrosa...

- Sí, eso le costó la vida al líder de mi escuadrón.

- Tienes muchas historias soldado.- le sonrió.

- No tantas... Tu madre, ¿cuánto tiempo pasaba aquí?

- Muy poco... Desde que recuerdo he vivido aquí y cuando me llevaron a ese lugar... la extrañaba mucho. Tenía muchas fotos con ella en mi celular.

- Lo siento, era necesario.

- ¿Por qué me rastrean a mí?

- El problema no es ese... el problema es quién lo estaba haciendo.

- ¿Quién?

- No sé si es la policía, alguien que está ayudando a tu madre o el asesino de tu padre.

- ¿Eso quiere decir que ella está bien? El asesino viene por mí.

- Sí, sin embargo no podemos estar en un lugar como este mucho tiempo. Es cuestión de tiempo para que nos encuentren, la última vez tuvimos suerte.

- No sé a donde podemos ir.- dijo nervioso.

- Iremos a un lugar... no es lujoso como esto, pero nos mantendrá ocultos.

- ¿Qué es? ¿Dónde queda?

- Deja las preguntas para después y empaca algunas de tus cosas, solo lo necesario.- lo dejó solo y fue al primer piso.

Chanyeol arrojó los dos bolsos que prepararon con ropa y comida en el maletero. Sehun había encontrado algunas prendas que se acercaban a la talla del guardaespaldas; eran las pocas cosas que su padre había dejado después del divorcio. También revisaron el nivel de combustible para no quedar varados en mitad de la nada. El futuro escondite estaba lo suficientemente alejado de la casa materna y nadie, nadie más sabía de él.

- ¿Dónde iremos?

- Es mejor que no lo sepas.

- ¿Por qué?

- Estarás más seguro así.

- Un asesino tiene una bala que desea incrustarme en la cabeza y no, no estoy seguro en ninguna parte. - Chanyeol detuvo el auto.

- Lo sé... ¿crees que no me siento acorralado? No suelo trabajar en equipo... pero ese maldito nos las jugó a todos. No soy un oponente para él; solo puedo huir para mantenerte con vida. - el me miró.

- Esto no es vida.

- Lo será.

- ¡He estado encerrado desde que tengo memoria!- gritó hacia el frente- Mi madre está en peligro por culpa de él, todo es su culpa. Hasta muerto sigue arruinando nuestras vidas... - Chanyeol puso en marcha la camioneta.

- Es un refugio...

- ¿Qué?

- Era la casa de mis padres; está muy alejada. Nadie sabe de ella... nunca he vuelto a ese lugar. - encendió las luces- Estaremos allí antes del amanecer.

Sehun se recostó en el asiento y miró hacia su salvador, así veía a Chanyeol desde que lo conoció. Sabía que ese maravilloso hombre sería su compañero, suyo, solo suyo. Cerró los ojos y aspiró el aroma de su acompañante; era su nueva adicción y no lo dejaría ir. Suprimió una sonrisa y acomodó el saco que se había puesto antes de dejar la casa. Esperaba con ansias llegar a la vieja casa de su protector.

Proyectil (Chanhun)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora