13. El lago Parte 3

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Ay por Dios ¡Nick!

¿Alguna vez creyeron que morirían?

Dicen que cuando estás a punto de morir ves tu vida entera pasar frente a tus ojos.

O mi vida fue demasiado corta o simplemente era mentira porqué yo no vi nada.

Lo último que recuerdo es que esos tipos me aventaron al lago, seguido de unos desesperantes segundos en los que lo único que podía hacer era ver cómo me hundía cada vez más profundo. Y ahora, estoy despertando sobre una camilla en el centro de una carpa.

Se trata de la enfermería improvisada que instalaron en el campamento.

No parece haber nadie así que me pongo de pie. Aún estoy notablemente empapado.

–Por fin despiertas

Escucho decir a Paolo quien iba entrando a la carpa.

–Joder, tenías razón, debí de haberlos detenido. No pensé que acabara tan mal – decía

–Pues ya lo ves – le recriminé –¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?

–Unos diez o quince o minutos

Juro que sentí que habían pasado horas.

–Por suerte no tragaste agua ni nada de eso. Apenas alcanzaste a desmayarte.

–¿Tú me sacaste del lago?

–¿Yo? Apenas y sé nadar. Creo que fue uno de los salvavidas. Vine a verte tan pronto supe lo que estaba pasando.

–Entiendo...

Y entonces se formó un ambiente algo incómodo, al menos para mí.

Él estaba ahí parado junto a la entrada, mirándome con una medio sonrisa dibujada en rostro, pero sin decir palabra alguna.

Me adelanté a romper el silencio.

–¿Y por qué te preocupas?

–Pues... te arrojaron a un lago y perdiste el conocimiento – decía como si fuera lo más obvio del mundo

–Quiero decir, ¿por qué siempre me buscas?

Lo vi mover los ojos y elevar un poco la cara, como si buscara en su cerebro una respuesta.

–No lo sé, simplemente me agradas. Además, me flipa tu vibra muy misteriosa. Nunca antes te había visto y de la nada te topo en todos lados.

–Eso es por qué no soy de aquí

–Ya... Recuerdo que me habías dicho eso. ¿Quieres explicarme?

Y antes de que pudiera decirle nada más fuimos interrumpidos.

–Buenos días bello durmiente – Ezequiel y Amara también entraron a la carpa

–Nos sacaste un gran susto por un momento – decía la rubia –¿Cómo te sientes?

–Cómo si acabara de correr un maratón. Me duelen un poco las piernas

–Debe de ser por el esfuerzo que hiciste

–¿Y si salimos de aquí? – dijo Ezequiel – Creo que deberías cambiarte de ropa – decía al ver como escurría agua por todos lados.

–¿No debería quedarme para observación o algo así?

–Solo estuviste bajo el agua unos pocos segundos, tampoco seas un exagerado.

–Entonces... ¿no fue nada grave?

–Pues si crees que desmayarte por falta de oxígeno no es algo grave, pues entonces no, no lo fue – dijo él moreno con su ya clásico tono sarcástico de siempre.

Una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora