No tengo idea de cuanto tiempo pasó, pero en algún momento me quede dormido. Quizá fue por la fatiga mental que me producían mis pensamientos o por lo verdaderamente cómoda que era esa cama.
Me desperté cuando escuché un leve golpeteo de alguien que llamaba a la puerta de la habitación.
–Baja a cenar – reconocí la voz como la de aquel chico que nos recibió cuando recién llegamos.
Me levanté de un salto, no quería ser grosero y hacerlos esperar. Talle mis ojos con mis manos tratando de despertar por completo.
Abrí la puerta y al salir casi me topo contra una chica en el pasillo. Ambos quedamos un poco asustados y retrocedimos de un brinco.
–Perdona – le dije apenado
–Está bien no importa – me dijo mientras acomodaba su cabello –Eres el chico del orfanato ¿verdad? – asentí con la cabeza –Mucho gusto soy Amara – decía mientras me extendía la mano y sonreía.
Su tono rubio oscuro y sus ojos claros hacían un perfecto juego con sus dientes perfectamente blancos, creo que nunca había visto unos así. Era bastante guapa la verdad.
–Soy Nicolas – le dije haciendo la mejor sonrisa que podía
–Ven vamos
La seguí por las escaleras hasta el comedor con una gran mesa en el centro. Ahí ya nos esperaban el señor Cowell y también el otro chico de hace rato, pero estaban sentados otros dos niños (evidentemente hermanos gemelos) de unos ocho años y una niña más pequeña sentada en una silla alta, calculo que ella tiene unos cuatro o cinco años.
–Nicolas ven siéntate – me decía el señor Cowell. Le hice caso y me senté en una de las sillas vacías justo al lado de uno de los gemelos.
Me sentía bastante intrigado por la relación que tenían todas estas personas ¿eran todos familia?
–Nicolas ellos son mis hijos Ezequiel, Amara, Daniel, Pablo y la pequeña Hanna – nombraba uno a uno mientras les señalaba. Saludé algo incómodo por ser el centro de atención.
Durante la cena se la pasaron hablando de cosas triviales, sobre cómo había sido su día y hacían uno que otro chiste que la verdad no entendía. Se les notaba lo unidos que eran.
–Por cierto Nicolas, ya arreglé con la escuela para que puedas asistir a partir de mañana. ¿Vas en décimo verdad?
–Sí, así es
–¿Enserio? Yo también – me dijo Amara con mucho entusiasmo.
–Amara puede acompañarte mañana y Ezequiel también, él es un año mayor que ustedes
–¿Lo bastante mayor para tener un carro? - preguntó él con una divertida sonrisa de complicidad.
–Sigue soñando – le respondió el padre para después reír todos.
La cena transcurrió como lo había hecho hasta ahora. Yo solo me quedé pensando en como sería asistir a una escuela real. En el orfanato los maestros nos enseñaban en pequeñas aulas del edificio. Nos separaban por edades, pero dado que yo era el mayor terminaba tomando clases con chicos de muchos años menos que yo. No hace falta decir que aquello resultaba ineficiente. Al final terminaba aprendiendo todo lo necesario de algunos libros que el orfanato obtenía del estado.
Además de David, nunca había convivido con otros chicos de mi edad. Si era sincero, me aterraba un poco la idea de ello.
Al terminar de comer todos se fueron hasta sus habitaciones supongo, solo quedábamos el señor Cowell, la pequeña niña y yo. Tomé mi plato para lavarlo como estaba acostumbrado pero el señor Cowell me detuvo diciendo que el lo haría. Discutimos un poco conmigo diciendo que no quería ser una molestia y él recalcándome que era un invitado y que no era ninguna molestia.
Al final terminé cediendo dispuesto a volver a la habitación no sin antes preguntarle al señor Cowell si podía tomar una ducha.
–No necesitas pedir permiso – me dijo con amabilidad.
El cuarto de huéspedes contaba con su propio baño bastante bonito y equipado, con una gran bañera en la zona de la regadera.
En mi orfanato todos los baños eran compartidos, las duchas eran comunales con pequeños cubículos de separación.
Jamás había tomado un baño en tina. Un poco dudoso decidí hacerlo, puesto que muy probablemente no volvería a tener una oportunidad de estar en un lugar lleno de lujos como este. Había muchas botellas pequeñas y otras cosas que ni siquiera sabía para que servían.
Al terminar me vestí con el mismo juego de ropa que llevaba puesta.
Tomé mi celular de entre mi mochila. Un viejo aparato que Esmeralda me había dado hace mucho tiempo. Era bastante obsoleto pero servía bastante bien para enviar textos.
Busqué entre mis únicos dos contactos el nombre de David, desde temprano que no sabía nada de él.
Nicolas: He David ¿estás ahí?
David: Sí, ¿cómo te va?
Nicolas: Todo bien por acá, ¿tu como estás? ¿Qué tal el sur?
David: Que genial me alegró por ti. La verdad es bastante parecido a nuestro edificio, aunque un poco más pequeño, si vieras...
Nicolas: Que mal, no me imagino
David: Nah, no está tan mal, conocí a unos tipos geniales acá, creo que te agradarían mucho
Nicolas: Eso está genial... bueno te dejo que debo dormir, me siento muy cansado
David: Va hermano, descansa, mañana hablamos...
Me despedí de él antes de dormir.
Al día siguiente desperté bastante temprano. Observé al reloj dentro de la habitación que marcaba las 7:06. El señor Cowell me había dicho que las clases comenzaban a las 8:30 por lo que me daba tiempo de darme una ducha.
Me vestí con lo mejor de mi ropa y baje cuando nuevamente alguien toco a mi puerta para que fuera al comedor.
–Buenos días – dije por educación a lo que los miembros de la familia me respondieron.
Todos estaban desayunando y me les uní.
–¿Te llamabas Nicolas verdad? – me decía el mayor de los hijos
–Sí
–Que largo nombre ¿está bien si te llamo Nick? – preguntó sin darme realmente oportunidad de responder.
En realidad no me molestaba para nada, y de hecho no era el único que me llamaba así.
Al terminar, el señor Cowell dijo que nos llevaría a todos a la escuela. Y cuando dijo todos se refería a todos, incluyendo a los gemelos y a la pequeña Hanna.
Viajábamos en una camioneta bastante genial donde al igual que en la cena de anoche todos hablaban y reían en un completo caos que disfrutaba mucho ver...
ESTÁS LEYENDO
Una nueva vida
Teen FictionNicolas es un chico huérfano de 15 años, reservado y bastante amable. Su vida parecía estar estancada cuando por diversas circunstancias termina viviendo con una familia temporal. Las cosas cambian para él y para los que le rodean mientras emprende...